viernes, 20 de abril de 2012

"Vino Turista", precio definido pero futuro incierto

El Diario de Cuyo de San Juan publicó el valor del "Vino Turista" definido por el INV: $25 para el varietal. Ricardo Santos, columnista de ADV, opina sobre el "revival" de una categoría de vieja data en Argentina.


Tras el anuncio a principios de marzo a través de la aplicación de la Ley 20860 que estaría disponible el denominado "Vino Turista", ya se conocen las primeras definiciones por parte del Instituto Nacional de Vitivinicultura: el vino genérico costará $20 y un varietal $25, obligando a los restaurantes a ubicar la cartelería que les brindará el INV en sitios visibles, publicó esta semana el Diario de Cuyo de San Juan. En el primer año habría controles y campaña informativa, pero no se aplicarán multas. En unos 45 días ya podrían estar disponibles en restaurantes y hoteles de todo el país, según dijo el presidente del INV, Guillermo García, a este matutino. La nota completa puede verse en http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=512468)

Ricardo Santos: "no considero que sea una medida positiva" 

Ha habido un movimiento en las últimas semanas para reactivar el "Vino Turista". Este tipo de vino se originó a través de una ley nacional, la Ley 20.860, que data de 1974 y que obliga a los restaurantes en todo el territorio argentino a ofrecer a sus comensales este vino. Entre los motivos para generar este movimiento se encuentran la búsqueda de un mayor consumo de vino y la oferta del mismo a un precio "accesible" preestablecido en todos los lugares de comida. En este movimiento, concretado por el Instituto Nacional de Vitivinicultura mediante resolución C.9 del 2 de marzo, se fijan precios tope para el "Vino Turista" genérico y el "Vino Turista Varietal".
 
Como ocurre ante casos como este, las opiniones se han dividido entre quienes encuentran esta resolución positiva y las que se oponen a su puesta en marcha. Antes de seguir adelante, aclararé que no considero que esta medida sea positiva y pretenderé explicar mis motivos. 

Tengo presente las cosas buenas y los problemas que ocasionó la puesta en marcha de esta ley allá por 1975. El motivo principal fue el escaso margen que le quedaba a los restaurantes ante esa enfermedad crónica argentina que se diagnostica como inflación. En esta enfermedad los costos suben pero los precios fijados con anterioridad demoran en su ajuste por lo que llega un momento en que el único beneficiado es el consumidor con subsidios involuntarios por parte de la bodega y el restaurante. Recuerdo que en un restaurante mendocino el dueño retiraba el mantel y ponía individuales de papel aduciendo que si el vino manchaba el mantel el valor del vino no cubría su lavado. Otro me comentaba que en muchas ocasiones el comensal pedía un cambio de botella porque consideraba que el vino tenía defectos y él tenía que convencerlo que esa era la calidad del vino que él había solicitado y que si estaba dispuesto a pedir otro vino le tendría que cobrar ambas botellas. 

Eso ocurría en tiempos pasados, cuando el consumo de vino era muy distinto y el tipo de turista aún más. Por otra parte, hoy los lugares de comida son de una variedad increíble tanto en la oferta como en la calidad. 

El consumo

Allá por la década de los setenta, el vino aún se consumía en la Argentina por tradición más que por placer: "Yo tomo vino porque mi padre toma vino y mi abuelo tomaba vino y recuerdo que su padre también". Hoy la cosa ha cambiado mucho. Se consume por placer, no por tradición familiar, lo que en parte demuestra que el volumen de vino consumido en el país haya caído, no así el de su precio a valor constante: el consumidor de vino ha pasado a ser mucho más selectivo. 

El turista

En aquellas épocas el turista era el de la provincia vecina o el que hacía una escapada a Mar del Plata - poca oferta había fuera de Mar del Plata y Miramar en la costa - que mantenía el mismo consumo de vino que hacía en su casa. Nadie se movía en aviones a zonas turísticas y el turista extranjero no existía. Al leer este accionar para reimpulsar el "Vino Turista" se me ocurrió pensar un posible y triste efecto: un turista regresa a su lugar de residencia y comenta que ha comido en un restaurante argentino (en Mendoza, Buenos Aires, Iguazú) similar a los mejores donde él ha estado, con una comida excepcional pero, tentado por una oferta que creyó que era un homenaje a él, tomó el peor vino de su vida. Un defecto que encuentran los especialistas en turismo es el abuso que muchas veces se hace a turistas, especialmente si son extranjeros. Y esto suma, no resta. 

Además de los cambios mencionados, hay otro factor para tener en cuenta. Costos en la elaboración, costos en el transporte y costos en el servicio. 

Costos en la elaboración


 En la actualidad el vino argentino se ofrece sin defectos pero hay una diferencia muy grande entre un vino barato y otro caro, para definirlos sin una mayor sofisticación. Sin embargo, la forma de manejar la uva en el viñedo, la forma de cosecharla y su tratamiento en la bodega implican, desde ese vino barato, una dedicación que no se hacía antes y hoy resulta en costos elevados. Los insumos han pasado a ser una demostración de inflación casi descontrolada que no es posible negociar, y lo mismo sucede con la mano de obra. No hablemos de las últimas exigencias en la contratación de personal temporario de cosecha. Podemos argüir que esos costos pueden reducirse con calidades inferiores, pero tengamos en cuenta que al cambiar un corcho natural por otro de plástico estamos cambiando el producto, no reduciendo sus costos.

Costos en el transporte

Una sola mención para tener esto en cuenta: transportar un "Vino Turista" a una pizzería de Chapanay, en Mendoza, donde hasta en bicicleta se puede llevarlo no cuesta lo mismo que entregarlo en una pizzería similar en Presidencia Roque Saénz Peña en Chaco, o en Alto Rio Senguer, en Chubut, y la ley obliga a esas tres pizzerías a tenerlo.

Costos en el servicio

Tampoco es lo mismo recibir una orden por una botella de "Vino Turista" en la pizzería mendocina que tomamos en cuenta que, por ejemplo en Tomo I o en Oviedo, para mencionar dos restaurantes de Buenos Aires sin considerar hoteles de 5 estrellas, hoy en muchos lugares del país. ¿Qué recomendación hará el Sommelier ante una pregunta del comensal? ¿Será algo aceptado que el restaurant retire sus copas de cristal y las cambie por vasos de plástico? ¿Acompañará el comensal su vino con dos botellas de agua que le saldrán más caras que el vino o se obligará al restaurant a poner una jarra de agua de la canilla ante el pedido de Vino Turista? ¿Qué harán los restaurantes que hoy enorgullecen con su calidad a muchas bodegas donde están? La ley los obligará a tener un vino de otra bodega al que no se cansarán de denigrar delante de sus comensales. 

Quiero aclarar que no pretendo denigrar al "Vino Turista" poniéndole comillas; simplemente creo que el nombre es incorrecto. Podemos llamarlo Vino de Mesa, que no perjudicaría su imagen como si lo llamáramos vino económico. Hoy el turista busca otra cosa; estamos mostrando el Malbec en el mundo con orgullo y recibiremos al turista que se acerca a su lugar de origen con un vino que lo homenajea de la peor forma posible: llamándolo barato. No creo que esta idea traerá un mayor consumo de vino obligando a la casa de comida a subsidiarlo. 

La ley habla de restaurantes como los responsables de que esta medida tenga efecto. Ahora bien, en el tiempo transcurrido las casas de comida han tenido una diversificación que, aunque cuestionable, no se la puede negar. ¿Los servicios de delivery estarán obligados? Tenemos algún kiosco de golosinas que, con tres mesas en la vereda y una adentro ofrece un menú de tres pasos adelantado en un pizarrón, todo obstruyendo el paso de peatones. Supongo que tendrá su vino turista al igual que La Bourgogne, el restaurante del Alvear Palace Hotel ¿Todo esto para que la gente tome más vino?

Perfil

Ricardo Santos lleva a Norton en su sangre: fue propietario e hijo del fundador, Manuel Santos, hasta que vendió la emblemática bodega para abrirse de la industria. Pero no pudo con su naturaleza y plantó una finca de Malbec. Así creó junto a sus hijos la bodega Cuchillas de Lunlunta en Luján de Cuyo y una marca, la única bodega que incluye en su nombre el varietal argentino más reconocido "El Malbec de Ricardo Santos". 

Fuente: Area del Vino

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