Por el cierre de las importaciones, se redujo notablemente la
disponibilidad de containers para Argentina y cada vez es más difícil
encontrar contenedores aptos para el transporte de alimentos.
"¿Quién cuida nuestros vinos durante el transporte?, pregunta
de mucho interés para exportadores como Argentina que tienen a 9 de
sus 10 mercados principales en el Hemisferio Norte. La empresa J.F. Hillebrand a través de expertos internacionales en logística portuaria y de contenedores respondió algunos de los interrogantes sobre cómo resguardar al vino de los muchos peligros que lo acosan en sus largos viajes a través del Océano.
Los vinos y destilados son productos frágiles, perecederos y sensibles a los cambios de temperatura. Por tanto, calor, frío, humedad, contaminación y roturas son los principales enemigos de estos productos, y puede que si no se toman precauciones la carga llegue muy mal a los puertos de destino.
A estos temas se le añade una preocupación extra a Argentina; hoy
debido a la restricción a las importaciones, el puerto de Buenos Aires
recibe cada vez menos contenedores y los que dejan las navieras, no
están muchas veces en el mejor estado de conservación.
Cambios a nivel mundial
Los problemas con los contenedores se han originado en varios cambios coyunturales de la economía mundial. La crisis económica mundial de 2009 hizo que las navieras invirtieran poco y nada en contenedores.
Según explicó Pierre Corvisier el experto en cargas marítimas de J.F. Hillebrand "las navieras alquilan la mitad de sus contenedores, a corto plazo, 1 año, o 2 o 3 años: la consecuencia para el vino es que la trazabilidad se hace imposible,
ya que no se puede saber qué tipo de carga ha llevado ese contenedor 1
año antes. Muchos exportadores, además, no hacen declaración precisa del
tipo de mercancía que va en el contenedor y no se puede saber si allí
hubo perfume, harina de pescado o cualquier otra mercadería no
compatible con el vino".
En un momento en que según datos de la compañía, el 90% de la carga marítima va en containers15 millones de contenedores en el mundo, 10% de los cuales son "reefer", que quiere decir "refrigerados". Estos son los que se consideran más aptos para el traslado de alimentos, y en nuestro caso, para carga de vino por su temperatura constante. (transferencia de la carga a granel que antiguamente se hacía en los buques-tanque) indican que hay
Durante la charla, la gerente de J.F. Hillebrand en Mendoza Laura Montilla aclaró que aún siendo un servicio bastante más caro, "hoy no se consiguen contenedores reefer de 20 pies en Argentina, las
navieras los dejan en los países asiáticos que es donde mueven más
carga. Por tanto hoy los únicos que se pueden encontrar son los de 40
pies".
Otra amenaza que enfrenta el vino en cuanto a la trazabilidad en el transporte es que "cada naviera usa su propio criterio para definir la calidad de un contenedor apto para alimentos;
en Argentina no hay clasificación clara y por las restricciones a las
importaciones están dejando pocos contenedores en Argentina, y por lo
tanto hay menos aptos para alimentos", dio el especialista francés.
Cuidar el vino, puerta a puerta
Contra la contaminación
y los cambios de temperatura en contenedores secos, J.F. Hillebrand
-especialista en logística de bebidas en todo el mundo - desarrolló
un protector térmico de aluminio que reduce el impacto térmico entre
el día y la noche, protege de la radiación y de la condensación de
humedad. Su nombre es VinLiner, es una lámina de aluminio cuya
producción se hace en Sudáfrica. "Fue preocupante la medida de
limitación a las importaciones porque no podíamos remplazar el VinLiner
con nada de lo que se produce en Argentina - comentó Laura Montilla -
por eso presentamos el pedido de autorización a la secretaría de
Comercio Interior y nos lo aprobaron. Por suerte seguimos trayendo VinLiner de Sudáfrica pese a las restricciones, porque no es fácilmente reemplazable por los sistemas insulados que se fabrican en Argentina".
Los expertos han comprobado que este sistema también una barrera contra los olores. Pierre Corvisier explicó que en pruebas realizadas con el Australian Wine Research Institute con los anisoles que generan TBA, TCA comprobaron que los componentes químicos no pasan la barrera. Los ingenieros de la compañía han medido también la transmisión de agua por la lámina de aluminio, comprobando que los niveles "son muy bajos, en un tiempo de viaje de 30 días, 20 gramos de agua, muy poco, nunca dañará las cajas, siempre y cuando los pallets y las cajas estén secas", dijo el especialista.
Fuente: Area del Vino
Los expertos han comprobado que este sistema también una barrera contra los olores. Pierre Corvisier explicó que en pruebas realizadas con el Australian Wine Research Institute con los anisoles que generan TBA, TCA comprobaron que los componentes químicos no pasan la barrera. Los ingenieros de la compañía han medido también la transmisión de agua por la lámina de aluminio, comprobando que los niveles "son muy bajos, en un tiempo de viaje de 30 días, 20 gramos de agua, muy poco, nunca dañará las cajas, siempre y cuando los pallets y las cajas estén secas", dijo el especialista.
Fuente: Area del Vino
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