viernes, 20 de abril de 2012

El costo-beneficio de cumplir con normas internacionales

Crece la popularidad de las certificaciones de calidad, seguridad y gestión ambiental. Conozca la visión de las bodegas argentinas sobre las ventajas que traen estos procesos.

Cada vez más bodegas argentinas se adhieren a normas internacionales orientadas a la calidad y la protección del medio ambiente. Si bien requieren inversión, sus costos son relativamente bajos y significan en ocasiones ahorros en los costos de producción. Además, son una llave de ingreso a diferentes mercados del mundo.

Algunas de las normas más frecuentes utilizadas por los empresarios vitivinícolas argentinos son: ISO 22.000 y HACCP (seguridad alimentaria), SA 8000 (mejores condiciones laborales), ISO 9001/08 (gestión de calidad), GMP (buenas prácticas de manufactura), ISO 14.001 (gestión ambiental) y BRC (calidad y seguridad para ingresar a Gran Bretaña).

Para comprender mejor el entorno de las normas internacionales, Día a Día del Vino dialogó con bodegas exportadores que las aplican. Tal es el caso de Bodega Norton, adherida actualmente a ISO 9001/08 y 14.001. Sergio Lucero, jefe de Gestión y Aseguramiento de Calidad de la empresa, explicó que a principios del año 2.000 los mercados comenzaron a ser más competitivos y el hecho de certificar los procesos bajo estándares de calidad otorgó un mejor posicionamiento, además de una mejora interna en los procesos, generando un salto cualitativo en los productos.

También Dominio del Plata cumple con las exigencias ambientales de ISO 14.001. Además, tiene certificación de ISO 22.000 y SA 8.000. Susana Balbo, directora de la bodega, contó que fue en el 2006 cuando el ritmo de crecimiento llevó a la empresa a imponer normas a efectos de obtener una estandarización en los procesos de trabajo. "Es un camino sin retorno; cuando uno comienza a trabajar con Normas, no se vuelve a trabajar sin ellas porque permiten un ordenamiento y control de los procesos que hacen del trabajo una situación mucho más confortable y segura", aseveró.

Por su parte, Finca Las Moras, bodega sanjuanina que pertenece al Grupo Peñaflor, cumple con los requisitos de GMP, BRC y HACCP. Carina Gómez, representante del Departamento de Calidad de la empresa, contó que desde el principio se orientó el negocio con perfil exportador, por lo que fueron prioridad las normas de calidad y buenas prácticas de manufactura.

Una inversión, no un gasto
 
Este es un planteo que toda empresa se hace a la hora de dar el paso hacia una norma internacional. Vale entonces la experiencia de quienes han pasado por todo el proceso. 

Susana Balbo dice que el costo varía dependiendo de cada certificadora, pero van entre los U$S 20.000 y U$S 30.000. Además, hay que contratar asesoría externa a efectos de ayudar a la estipulación de los distintos procedimientos y normativas y hacer la capacitación del personal destinado a esa función. 

"El costo final es variable, pero ronda los U$S 100.000 el primer año, y luego U$S 30.000 de mantenimiento anual", aseguró la directora de Dominio del Plata. El mantenimiento anual incluye el sueldo de una persona que se dedica exclusivamente a normas de calidad dentro de la empresa y un auditor externo, aparte de las auditorias de la certificadora. 

Para Balbo, la influencia del costo de las normas internacionales sobre la producción es mínimo. "Si se mira en un monto de facturación de U$S 8 o 10 millones, es un costo despreciable para la empresa. Ademas, su costo de implementacion esta altamente pagado por los ahorros que se logran inherentes al trabajar con normas de calidad, las cuales permiten ser más asertivos en el trabajo que se realiza", indicó la empresaria. 

Coincidió con esta visión la representante del Departamento de Calidad de Finca Las Moras. La implementación de las normas GMP, BRC y HACCP, le demandó a la empresa una importante inversión en estructuras y equipos, además de un plan de estandarización del proceso productivo y capacitación del personal.  "Todo se traduce en mayor eficiencia en la producción y por tanto ahorro en costos extras". 

Sergio Lucero de Norton también habla de inversión y no de gasto. "Estas herramientas de gestión requieren de un alto grado de creatividad para hacer que los recursos se utilicen de manera eficiente y permitan reinvertirse en los procesos", apuntó. 

Además, agregó que "los consumidores no están del todo dispuestos a pagar un precio extra por tener un vino con certificado de calidad o de ambiente. Por tanto, no se asocia una certificación de normas al costo del producto. La inversión debe tener su retorno en función a las mejoras que se generan en los procesos".

El camino hacia nuevos mercados

Más allá de los beneficios internos que las bodegas logran con las respectivas certificaciones, el principal objetivo radica en el posicionamiento internacional. 

"Hay países que requieren este clase de normas. Tengamos en cuenta que este tipo de certificaciones internacionales con acreditación de entes reconocidos a nivel mundial, posibilitan contar con un respaldo a la operatoria productiva y comercial, dando un marco formal a la operación", mencionó el jefe de Gestión y Aseguramiento de Calidad de Norton.

Sirve de ejemplo el caso de la Unión Europea, que exige varias normas de forma obligatoria. Para ingresar vinos a Gran Bretaña, la bodega debe estar certificadas de las HACCP. Otros países reclaman "buenas prácticas enólogicas". 

"Las Normas ISO se van popularizando. Las normas SA 8000 también son muy promovidas", contó la experiencia de Susana Balbo.

En el caso particular de Fincas Las Moras, se fueron introduciendo gradualmente las tres normas internacionales que maneja en todas las bodegas del Grupo Peñaflor. Es un proceso que comenzó en 1998 y finalizó en 2005. "Desde que establecimos el perfil exportador, decidimos buscar adherirnos a las normas internacionales. Actualmente estamos estudiando certificarnos con la gestión ambiental  ISO 14.001.

Fuente: Area del Vino

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