Ni el peso, el colesterol o la edad tienen tanto
impacto como la hipertensión en el deterioro de funciones cognitivas
claves en plena etapa productiva de la vida.
En un relevamiento epidemiológico realizado en el
corazón de la provincia de Córdoba, un equipo local determinó con una
batería de tests que hasta el 45,6% de los hipertensos con una edad
promedio de 50 ya tenía algún signo sospechoso de deterioro cognitivo o
demencia. Los principales problemas detectados fueron de memoria o las
fallas en las funciones ejecutivas, que son las que nos permiten
organizar las tareas del día, saber cómo llegar a un lugar, mantener una
conversación o utilizar el dinero, entre tantas otras.
"Tener hipertensión y alguna alteración de esas
funciones quintuplica el riesgo de desarrollar una demencia en el
futuro. Salvo en los mayores de 70, en los que la edad influyó
claramente en el deterioro cognitivo, la hipertensión fue el único
factor de riesgo de los cuatro estudiados [ver infografía] que en los
más jóvenes estuvo asociado con un compromiso cognitivo. Esto quiere
decir que el deterioro comienza tempranamente. De hecho, la literatura
médica habla de los 25 años", indicó a LA NACION el doctor Augusto
Vicario, autor principal del trabajo premiado en el XIX Congreso
Argentino de Hipertensión Arterial, organizado por la Sociedad Argentina
de Hipertensión Arterial (SAHA).
La ciudad cordobesa de Villa María atrajo la atención
del equipo de la Fundación Certus porque allí funciona un programa de
prevención cardiovascular (Corazón Sano) para los 80.000 habitantes de
sus 34 barrios.
El equipo de Vicario, formado también por los doctores
Gustavo Cerezo, Mildren Del Sueldo y Judith Zilberman, convocó a la
población por la radio local, megáfono y panfletos a acercarse a los
centros de atención primaria para hacerse un control cardiovascular y
cognitivo. Finalmente participaron 1365 voluntarios, de entre 18 y 88
años (un promedio de 50), sin enfermedades psiquiátricas, demencias o
depresión ni infartos cerebrales previos.
Además de los análisis de laboratorio y el control
clínico, a todos se les aplicó el Mínimo Examen Cognitivo o MEC, que
incluye una prueba general de evaluación rápida conocida como Miniprueba
del Estado Mental (o Minimental) y otras dos más específicas: una para
evaluar la memoria semántica (Test de Boston) y otra para conocer cómo
los lóbulos frontales del cerebro ejecutan las funciones ejecutivas
(Test del Reloj).
Mientras que el Minimental reveló que un 14,5% tenía
signos de deterioro cognitivo, las otras dos pruebas más especializadas
llevaron esa cifra a un 34,6% con fallas ejecutivas y a un 45,8% con
problemas de memoria. A diferencia de los mayores de 70, en los que la
edad explicaba el déficit cognitivo, en los más jóvenes fue la
hipertensión la causa asociada. Los participantes con resultados
alterados fueron derivados al neuropsicólogo para una evaluación más
profunda.
Basta con que sea leve
Los pocos especialistas que durante el congreso
expusieron a sala llena sobre la relación entre la presión alta y el
deterioro cognitivo coincidieron en que basta con que la hipertensión
sea leve o moderada como para inducir modificaciones silenciosas en el
tiempo en las estructuras vasculares y las funciones cerebrales que
pueden terminar en un accidente cerebrovascular y la demencia.
Las guías de la SAHA definen la hipertensión leve
(grado 1) cuando la presión sistólica (máxima) es de 140-159 mmHg y/o la
presión diastólica (mínima) es de 90-99 mmHg. Para la hipertensión
moderada, los valores son 160 y 100 mmHg, respectivamente.
"La hipertensión daña la estructura de los vasos
cerebrales en la sustancia blanca, ubicada por debajo de la corteza
cerebral -explicó Vicario-. Esta sustancia es un conglomerado de fibras
nerviosas que unen diversas estructuras del cerebro. El flujo de sangre
alterado y la disminución en la oxigenación lesiona la mielina que
recubre las fibras nerviosas, lo que interrumpe los circuitos y
desconecta los lóbulos frontales. Así, se afectan las funciones
ejecutivas, que dependen de la integridad de estos circuitos, y eso
compromete los procesos mentales complejos como la resolución de
problemas y la toma de decisiones."
Por su parte, el doctor Antonio Coca, jefe de la Unidad
de Hipertensión y Riesgo Vascular del Hospital de la Universidad de
Barcelona, España, advirtió que los hipertensos "puros" (sin otras
enfermedades) con más lesiones silentes en la sustancia blanca son
aquellos en los que el tratamiento no logra controlar la presión. "En un
estudio sobre más de mil hipertensos de entre 60 y 90 años, sin
demencia, se detectó a los cinco años en una segunda resonancia que la
incidencia de la demencia de origen vascular era de 8 de cada 1000
pacientes", comentó Coca, reconocido por sus investigaciones. En otro
estudio, los participantes que desarrollaron demencia fueron los que 15
años antes habían tenido la presión sistólica (máxima) y diastólica
(mínima) altas.
"También detectamos en un estudio sobre pacientes de
entre 50 y 60 años con hipertensión leve a moderada, sin otras
enfermedades ni tratamiento antihipertensivo previo, que el 40% tenía
lesiones silentes en la sustancia blanca del cerebro", agregó Coca.
Se estima que si se retrasa cinco años el avance del
deterioro cognitivo, en una década habría 4 millones menos de personas
con demencia.
"El cardiólogo o el médico clínico pueden decir que es
normal perder la memoria... Pero hay que decirlo después de estudiarlo",
insistió Vicario. Y sabe de lo que habla.
En una encuesta vía Internet a cardiólogos y médicos
clínicos, el 100% respondió correctamente que el deterioro cognitivo
está asociado con la hipertensión, pero sólo tres de cada diez lo
evaluaba en la consulta. Al preguntarles si en los pacientes mayores con
ese tipo de problemas habría que tratar agresivamente la presión alta,
el 100% dijo que sí, aunque sólo dos de cada diez lo hacía.
La mejor receta para reducir los riesgos
Los especialistas en hipertensión y demencia
coincidieron en recomendar, aquí, durante el XIX Congreso Argentino de
Hipertensión Arterial que, ante un hipertenso joven, hay que optar por
una evaluación combinada: cognitiva y de las lesiones cerebrales
silentes mediante una resonancia magnética.
Entonces, la pregunta de rigor es si el tratamiento de
la hipertensión y el control rutinario de la presión podrían prevenir el
deterioro cognitivo. No necesariamente, pero sí demorarlo, según
aseguraron los expertos consultados.
"Prevenir y tratar en forma agresiva la hipertensión y
los factores de riesgo [el colesterol, la diabetes y la obesidad], que
dañan las estructuras vasculares, retrasa la progresión del deterioro
cognitivo en quienes tienen predisposición a desarrollarlo. Si cuidamos
la salud general, estaremos previniendo la aparición precoz de las
demencias", indicó el doctor Augusto Vicario, vicepresidente de la
Sociedad de Cardiología de Buenos Aires y médico del Hospital Español.
Fuente: lanacion.com
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