El estrés ya forma parte de la vida diaria de muchos hombres y mujeres y
no sólo en el trabajo. Muchas veces, se filtra en la familia, el sueño y
hasta la vida sexual. Cuáles son las disfunciones sexuales que pueden
producirse por esta causa y cómo cambiar para que este no sea el protagonista en la cama
La función sexual tiene entre sus componentes algunos
neurológicos que la regulan y que determinan el mayor o menor grado de
sensibilidad que tendrá la respuesta sexual. Por su parte, el
estrés es una respuesta neuroquímica que le permite al ser humano estar
en una posición de alerta ante una situación que registra como peligrosa
para producir una respuesta defensiva.
Cualquier función de nuestro organismo se modifica si existe estrés y la función sexual no es la excepción.
El estrés produce cambios químicos y neurológicos,
como el aumento de la frecuencia cardiorrespiratoria por la brusca
descarga de adrenalina y nor adrenalina. En general, estas
modificaciones duran minutos hasta que la persona resuelva la situación.
Sin embargo, si el estrés se prolonga y la situación persiste, estamos
en presencia de una adaptación del organismo llamada disestrés, que
puede provocar un agotamiento orgánico e intelectual, con pérdida de
energía. Los síntomas: alteraciones digestivas, alteraciones
urinarias, sensación de cansancio, pérdida de memoria, dolor muscular, a
veces dolor en el pecho, lentitud mental y cero interés sexual.
Hoy en día casi todas las personas sufren un mayor o menor grado de
disestrés y no lo saben, por eso, cuando aparecen trastornos sexuales,
buscan solamente solucionar el síntoma sexual.
Obviamente, esa no es la solución sino realizar un tratamiento
psicosexológico y conductual que facilite cambios de actitud para que la
función se restablezca. La gente busca resultados inmediatos y esa
también es una actitud generadora de estrés. Sin embargo, hoy podemos
implementar tratamientos rápidos, aunque no instantáneos.
A veces los cambios de actitud deben ser implementados por uno de los
miembros de la pareja y otras veces ambos. Es necesario evaluar su
entorno o las circunstancias familiares, sociales o laborales, que se
trabajan en el transcurso del tratamiento que puede tener una duración
de uno a tres meses.
Los síntomas pueden ser muy variados
* Ausencia de libido -deseo sexual-
* Falla ocasional de orgasmos
* Falla de erecciones
* Pérdida del control eyaculatorio
* Puede presentarse dispareunia, que es el dolor durante la penetración, tanto del hombre como de la mujer
* Ausencia de lubricación femenina
* Ausencia de respuesta excitatoria femenina
Si bien existen personas que soportan mejor las situaciones
estresantes que otras y que poseen mecanismos internos para regular y
manejar su vida, a la larga éste pasa la factura y la sexualidad puede
claudicar de una u otra forma.. En otras personas, más sensibles o con
menor conocimiento del manejo de situaciones estresantes, los síntomas
se imponen en forma más dramática.
En todos los casos lo principal es pensar en la posibilidad de que la falla sexual se deba a este motivo y realizar una consulta,
individual o en pareja, con el objeto de llegar a un diagnóstico que
permita, sin mayores demoras, instrumentar los recursos que solucionarán
el problema desde las causas. La moderna sexología clínica se
caracteriza por utilizar técnicas muy variadas que permiten el correcto
diagnóstico y un tratamiento seguro, breve y eficaz.
Por: doctora Beatriz Literat (MN 50294), médica sexóloga clínica y ginecóloga de Halitus Instituto Médico
Fuente: saludable.infobae.com
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