La comida rápida y la bollería industrial no solo son los peores enemigos de la salud cardiaca, sino que al parecer también son contrincantes de la salud mental.
Científicos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y de la
Universidad de Navarra son los autores de una nueva investigación que
constata que los consumidores de hamburguesas, pizzas, magdalenas,
donuts... tienen más riesgo de desarrollar depresión.
Almudena Sánchez-Villegas, autora principal de un estudio epidemiológico que ha visto la luz en el último 'Public Health Nutrition' , reconoce a ELMUNDO.es:
"En este estudio hemos constatado que aquellos participantes con mayor
consumo de comida rápida, presentaban un mayor riesgo de depresión que
los participantes que no consumían este tipo de alimentos. Este
incremento del riesgo se sitúa en torno al 40%".
"La depresión afecta a 121 millones de personas en todo el mundo, lo
que la convierte en una de las principales causas globales de
discapacidad ajustada por años de vida y la principal causa en países
con ingresos altos y medios. Sin embargo, poco se conoce sobre el papel de la dieta en el desarrollo de los trastornos depresivos.
Anteriores estudios sugieren un papel preventivo de ciertos nutrientes y
alimentos, como las vitaminas del grupo B, los ácidos grasos omega-3 y
el aceite de oliva. Asimismo, un patrón dietético saludable, como la
dieta mediterránea, se ha relacionado con un menor riesgo de depresión",
introducen los investigadores en su estudio.
A pesar de todo, los "efectos sobre el trastorno mental de otros
componentes de la dieta no han sido tan ampliamente estudiados. Varios
estudios epidemiológicos transversales (es decir, sin seguimiento de los
participantes a lo largo del tiempo) han analizado la asociación entre
el consumo de estos productos y la presencia de síntomas depresivos o de
estrés percibido", insisten los investigadores que afirman que también
se ha encontrado "una asociación positiva entre, comida rápida,
aperitivos y dulces y la presencia de síntomas depresivos".
Seis años de seguimiento
Este nuevo análisis se ha llevado a cabo con 8.964 participantes del 'Seguimiento Universidad de Navarra (SUN)',
un proyecto que se inició en 1999, y en estos momentos cuenta con más
de 20.000 participantes. "Los participantes, ninguno con diagnóstico de
depresión y sin consumo de antidepresivos al inicio de la investigación,
recibieron un seguimiento medio de seis años. Todos rellenaron
cuestionarios cada dos años sobre sus hábitos de vida y consumo de
alimentos", reconocen los científicos. Durante el periodo de
seguimiento, 493 de ellos fueron diagnosticados de depresión o
comenzaron a tomar antidepresivos.
El estudio confirma una relación positiva entre el consumo de comida
rápida y bollería y el trastorno depresivo. Además, y según la doctora
Sánchez-Villegas "se observa que, cuanta más comida rápida se ingiere,
mayor es el riesgo de depresión. Esta relación, llamada dosis-respuesta,
se puso de manifiesto sobre todo para la comida basura. No se observó
esta tendencia con la bollería industrial. En este caso, el incremento
del riesgo de padecer la enfermedad se mantenía constante ya con
relativamente bajos consumos".
Otros datos que apunta el estudio son que los participantes con mayor
ingesta de hamburguesas, pizzas, salchichas, donuts... son más
propensos "a estar solteros, ser menos activos y tener un patrón
dietético peor, con un consumo menor de fruta, frutos secos, pescado,
verduras y aceite de oliva". Además, tendían a fumar más y a trabajar
más de 45 horas semanales.
José Luis Carrasco, jefe de la Unidad de Trastorno Límite de la
Personalidad, del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid,
reconoce que "los datos de este trabajo son razonables y es algo que
nosotros vemos en la clínica diaria. Otra cosa es que se deba ser
precavido con los datos que inferir una causalidad".
Posibles causas
Según la primera firmante del trabajo, "una posible explicación es la
alta presencia de grasas tipo trans en este tipo de alimentos. Estas
grasas pueden tener efectos negativos sobre diferentes sistemas
biológicos incrementando, entre otros efectos, el riesgo de enfermedad
cardiovascular. También la ingesta de este tipo de grasas se ha asociado
con un mayor riesgo de depresión. Su mecanismo de acción está
relacionado con un incremento en la producción de citoquinas y con un
empeoramiento en el funcionamiento del endotelio (tejido que recubre los
vasos sanguíneos)".
"Las citoquinas pro-inflamatorias "son sustancias con capacidad inflamatoria que se relacionan con una disminución en la síntesis de neurotransmisores
(necesarios para la transmisión nerviosa y que se encuentran
disminuidos cuando se da la enfermedad mental) y de factores
relacionados con el adecuado funcionamiento neuronal y que se
denominan neurotrofinas", apunta la investigadora.
El endotelio "es capaz de sintetizar y secretar algunas de estas
neurotrofinas, por lo que un funcionamiento inadecuado de éste podría
conducir a un inadecuado funcionamiento cerebral", puntualiza.
Aunque pudiera ser que las personas con depresión sean las que más
alimentos basura consumen, la experta argumenta por qué ésta no es una
explicación a los resultados de su investigación. "El estudio está
basado en participantes que cuando iniciaron el estudio no tenían la
enfermedad. Para evitar que, a pesar de todo, hubiera un número de
sujetos que ya estuvieran deprimidos pero todavía no diagnosticados, se
repitió el análisis eliminando a todos aquellos participantes que
recibieron el diagnóstico a los dos años de haber accedido a participar
en el estudio y cuyos datos sobre la dieta pudieran estar influidos por
la presencia de un trastorno depresivo no diagnosticado. Los resultados
no cambiaron".
Hábitos y predisposición
En este sentido, el doctor Carrasco reconoce que "las personas
deprimidas tienden a comer más rápido y peor. No mantienen hábitos de
vida saludables y el estrés les impide sentarse a comer tranquilamente.
No obstante, en este estudio los participantes no padecían en un inicio
la enfermedad mental por lo que puede haber dos explicaciones en la
relación comida basura y más riesgo de depresión. Una de ellas es
biológica y otra de carácter temperamental".
La comida rápida "produce una gratificación inmediata y sensación de
saciedad. Es como los dulces, los donuts o las magdalenas, que también
son alimentos más adictivos y que van 'a atraer' a personas con un tipo
de temperamento. Si una persona con vulnerabilidad o predisposición a la
depresión, insegura, inestable emocionalmente, tiene unos hábitos de
alimentación que se basan en tomar hamburguesas, pizzas, en definitiva,
en comer en cinco minutos, esto significa que está desestabilizando su
equilibrio emocional. A estas personas les sucede también que se
enamoran muy rápidamente y de forma muy intensa o, como ha destacado el
estudio, trabajan más, fuman más...", agrega el experto del Hospital
Clínico.
Protegerse de la depresión con la dieta sí es
posible. "En otras investigaciones llevadas a cabo por el proyecto SUN,
se ha puesto de manifiesto el efecto protector del seguimiento de dieta
mediterránea, rica en frutas, verduras, aceite de oliva, frutos secos y
legumbres, sobre la depresión, tal y como recogió el 'Archives of General Psychiatry".
Fuente. elmundo.es
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