A la preocupación de los especialistas por la futura madre que padece
anorexia se suma, lógicamente, la posible afectación de la enfermedad
en el desarrollo del feto y el futuro bebé.
Pese a que la evidencia científica a este respecto es limitada, un
gran estudio llevado a cabo con mujeres bulímicas, anoréxicas, con ambas
patologías y con gestantes sanas, que ha visto la luz en el 'British Journal of Psychiatric' constata que las mujeres con bulimia tenían más posibilidad de tener antecedes de abortos y las que padecían anorexia, niños con bajo peso.
"El riesgo de aborto, de parto prematuro y de bebés con bajo peso al
nacer sí que lo hemos visto en las embarazadas anoréxicas más graves",
certifica el psiquiatra Ignacio Basurte, de la Unidad de Trastornos de
la Alimentación del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid.
Begoña Olartecoechea, del departamento de Ginecología y Obstetricia
de la Clínica Universidad de Navarra, destaca que para el correcto
"desarrollo del embrión y el feto es imprescindible un aporte suficiente de nutrientes
en la dieta de la madre, entre los que se incluye el yodo, calcio,
hierro y ciertas vitaminas: B6 y DHA (ácido docosahexaemoico, un ácido
grado Omega-3. Es bien conocido que el ácido fólico es necesario en las
primeras etapas del embarazo, un aporte insuficiente se relaciona con
defectos en el tubo neural del bebé, labio leporino y desprendimiento de
placenta".
Problemas a los que hay que sumar el mayor riesgo de depresión posparto.
"Es un momento realmente delicado. Basta con saber que el riesgo por
ejemplo de depresión tras el alumbramiento en las mujeres con bulimia es
del 65% frente al 15% del que poseen las sanas. Por eso es
imprescindible el apoyo a las afectadas durante el posparto y la crianza.
De hecho, hemos comprobado que en un alto número de pacientes los
síntomas se reactivan al año de ser madres", agrega María Carrera.
En cuanto a la salud de los hijos, la doctora María Carrera,
coordinadora y psicóloga de la Unidad de Trastornos de la Alimentación
del Hospital Universitario Son Espases de Palma de Mallorca destaca:
"Nos hemos encontrado con pocas complicaciones en general, tenemos las
mismas estadísticas que en otros países".
Lo que sí parece ser algo más común "es que una vez que nace el bebé, muchas de ellas muestran un miedo absoluto
a hacerle 'daño' o a que él continúe con dietas restrictivas como las
que han seguido ellas y desarrolle la enfermedad. Es frecuente, por
tanto, que les den más alimentos que los que le daría a su hijo una
madre sana. También hay casos extremos como el de una madre que no
sacaba a su hijo a la calle porque le daba vergüenza que estuviera tan
gordo", apostilla el doctor Basurte.
Por todos estos motivos, se recomienda "realizar un seguimiento
preventivo durante la crianza, al menos los tres primeros meses de vida,
conjuntamente con el pediatra", apostilla la experta de Palma de
Mallorca.
Fuente. elmundo.es
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