martes, 26 de marzo de 2013

Cadenas de abastecimiento en el sector vitivinícola

De acuerdo a estadísticas privadas, las exportaciones de vino cerraron el año 2012 con un crecimiento anual en torno al 7% en valor. Sin embargo, esta cifra disimula varias tendencias. Las exportaciones de vino fraccionado en botella, que representan entre el 65% y el 70% del valor total exportado, han caído en volumen y en valor: los segmentos más bajos (menos de U$s 27 por caja) son los que más pierden, con caídas del 20% en volumen y en valor, pero son compensados por el éxito de los segmentos súper-premium (mayores de U$s 27 por caja) y ultra-premium (mayores a u$s 40 por caja), que crecieron en torno al 10% en volumen y en valor.

En cuanto al vino a granel, que representa entre un 25 a un 30% del valor total exportado, el aumento del volumen permite compensar la baja del vino fraccionado. Estados Unidos sigue siendo el mercado de destino el más importante.

Pérdidas de competitividad y nuevas estrategias comerciales
El sector vitivinícola explica cómo el impacto de la inflación, conjugado con el desfasaje del tipo cambiario y las repercusiones de las trabas a la importación, genera una pérdida de competitividad. En Brasil, las exportaciones de vino argentino bajaron un 13,6% a raíz del cambio del régimen de licencias que alargó los plazos de importación.

El deterioro progresivo de la competitividad argentina, sumado a la política comercial cada vez más agresiva de los países europeos, acarrea una baja del margen promedio, ya que los aumentos de costos no siempre son trasladables debido a la fuerte competencia en los mercados de exportación. Esta baja se hace aún más pronunciada si crecen el precio de la uva, los costos de mano de obra  o de los insumos .

Sin embargo, varias bodegas perciben la oportunidad de seguir creciendo en el segmento de vinos de alta gama, donde las perspectivas internacionales son prometedoras tanto por el éxito de los varietales como por el desarrollo de nuevos mercados. Otras bodegas decidieron poner más foco en el consumidor, colaborando con importadores y distribuidores para optimizar su propuesta de valor y la ecuación precio / calidad (por ejemplo embotellando a destino).

Por último, ciertas bodegas están apostando sobre el mercado interno argentino, que absorbe un 75% del volumen nacional producido, aunque el consumo promedio esté a la baja.

Especificidades de la cadena de suministro vitivinícola

Por ser un producto agrícola, el vino tiene un ciclo de producción anual rígido, aunque se consuma a lo largo del año. Las cadenas de suministro del sector son en general largas y complejas, ya que varían según el segmento y el destino del vino producido. Tradicionalmente, estas cadenas se descomponen en la parte productiva (desde la cosecha hasta la obtención del producto terminado) y la parte de distribución (importador, mayorista, minorista, consumidor), a menudo multicanal (supermercados, tiendas especializadas, almacenes y venta a distancia). Asumiendo que los gustos cambian según el mercado de destino, algunas empresas comercializan productos "market-driven", mientras otras apuestan que la alta calidad de su vino encontrará su propia demanda.

En el caso de las exportaciones, los flujos logísticos a menudo siguen el modo "push", es decir que los productos están empujados en el mercado de destino vía un pronóstico de venta realizado por el importador. Una vez importados, la cadena funciona con un esquema más "pull", donde el abastecimiento es traccionado por la demanda real (caso de los supermercados). Los largos tiempos de importación en los mercados de destino, la incertidumbre sobre la cosecha (vinculada a factores climáticos) y la baja visibilidad sobre la demanda futura complican la óptima planificación del inventario disponible (riesgo de desabastecimiento o, al contrario, de exceso de inventario). Una integración eficiente entre los eslabones de la cadena, facilitada por una comunicación bilateral permanente, son dos factores claves para reducir la incertidumbre que conocen estas cadenas de abastecimiento.

Sin embargo, la realidad muestra que las cadenas vitivinícolas de los mercados de exportación son a menudo desintegradas por el papel predominante que juegan los distribuidores a destino. En cuanto a la parte productiva de la cadena, la planificación óptima del uso de la capacidad logística es un factor clave de éxito para asegurar la calidad y maximizar el "output".

 En el conjunto de la cadena logística, tanto en la parte productiva como la distribución, mantener una temperatura y una higrometría adecuadas permiten que el vino conserve sus calidades. Se estima que entre un 15% y un 20% del vino exportado ve su calidad alterada por no respetarse sus condiciones de conservación durante el transporte. Controlar estos parámetros vía dispositivos que acompañan la mercadería es una solución viable para evitar que la cadena logística falle en su deber de mantener la integridad del producto.

Nuevas estrategias para la cadena de suministro
Con un mercado internacional en crecimiento, pero cada vez más competitivo, donde los vinos argentinos pierden competitividad y rentabilidad, las estrategias logísticas tendrán cada vez más influencia en las estrategias comerciales. Sumado a esto, el diseño de cadenas de suministro novedosas permite crear valor agregado y fortalecer la posición de la empresa sobre el mercado.

En ese sentido, por ejemplo la oportunidad de embotellar en el mercado de destino, en el caso de las exportaciones en particular, ofrece ventajas y limitaciones. Por supuesto, el hecho de embotellar a destino implica transportar a granel el vino desde Argentina hasta el mercado de exportación. No todos los vinos se pueden transportar de esta manera, ya que los segmentos más altos requieren varios años de guarda en botella y, en general, un vino necesita varias semanas para estabilizarse después del embotellamiento. Además, a partir de una cierta franja de precios en adelante, el consumidor espera que el embotellamiento se haga en origen.

Sin embargo, el hecho de transportar a granel, en vez de fraccionado en botella, permite casi triplicar la eficiencia de carga teórica de un contenedor, lo que genera un importante ahorro de costos. En adición, los costos de los insumos no serán sensibles a los niveles de inflación que conocemos localmente.

Finalmente, y pensando que los vinos se distribuyen en varios canales en el país de destino, los esquemas de diferenciación tardía  constituyen una herramienta de gestión multicanal de la incertidumbre. De hecho, la práctica de "label-to-order" consiste en etiquetar el vino una vez recibida la orden de compra del cliente, lo que permite adaptar el producto a una eventual promoción o cualquier pedido de personalización, gestionar varias marcas sin manejar stocks de producto terminado, y facilita entrar al mercado de venta directa (el e-commerce representa un 10% de las ventas en los Estados Unidos).

Dependiendo de los volúmenes, no siempre hace falta invertir en una línea de llenaje "off-shore", visto que se puede aprovechar capacidad ociosa de líneas ya existentes en el mercado de destino. Por otra parte, y sin pensar tan lejos, se podría estudiar la posibilidad de embotellar y añejar en otras geografías. Por último, y pensando en el segmento de los vinos de más alta gama, se destaca la posibilidad de colocar un dispositivo RFID ("Radio Frequency Identification") sobre cada unidad de venta para dar información valorada por el consumidor de este segmento.

En conclusión, varias bodegas están reconfigurando sus cadenas de suministro para seguir competitivas en el exterior. Asegurar la calidad del producto final no más una condición suficiente para mantener su posición en los mercados. Para las bodegas que eligieron enfocarse sobre el mercado interno, repensar la cadena de valor colaborando con sus clientes es una necesidad. En todos casos, estas cambiantes condiciones de negocio van a llevar el sector vitivinícola a explorar e interesarse a las prácticas más recientes en cuanto a gestión de la cadena de suministro.

Fuente: Area del Vino

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