viernes, 20 de enero de 2012

Brasil aplica un sello fiscal para los vinos

La medida corre a partir del 1 de enero de este año e implica un costo adicional para las bodegas exportadoras. Los importadores cuestionan la norma.

A partir de este año, las botellas exportadas a Brasil deberán llevar un sello cuyo costo es de US$ 0,01 por unidad. El pasado 1 de enero comenzó a regir la obligatoriedad de que cada botella de vino exportada a Brasil lleve ese sello, y acorde a lo que informó esta semana el diario El Cronista Comercial, las vinícolas brasileñas colocarán un pequeño ejército en las calles para ayudar al Fisco a controlar la aplicación del sello fiscal en todos los vinos y espumantes nacionales e importados vendidos en el sector minorista y mayorista.

Con esta iniciativa, el país vecino busca incentivar el consumo de vinos locales y evitar posibles fraudes. El control es obligatorio desde el 1 de enero, excepto para los productos adquiridos por el comercio hasta el 31 de diciembre de 2010, con la fecha de compra confirmada por nota fiscal. Los productores nacionales ven a esta medida como un fuerte aliado en el combate al contrabando a los productos brasileros ilegales.

"Los fabricantes nacionales aplaudieron la medida, pero importadores cuestionaron la decisión en la justicia. El Tribunal Regional Federal de Brasilia otorgó una medida cautelar a la Asociación Brasileña de Exportadores e Importadores de Alimentos y Bebidas (Abba)", según explicó el director ejecutivo del Instituto Brasileño del Vino (Ibravin), Carlos Paviani, al periódico porteño. La Procuraduría General de Hacienda Nacional recurrió la medida y según el presidente de la Unión Brasileño de Vitivinicultura (Uvibra), Henrique Benedetti, la expectativa del sector es que se revierta en breve.

"Paviani señaló que los equipos comerciales de las 800 vinícolas que producen vino y espumantes embotellados en el país (de las cuales 500 están en Rio Grande do Sul) suman cerca de 3.000 personas, que visitan regularmente los puntos de venta y pueden verificar eventuales irregularidades. "Vamos a prestar informaciones al Fisco, ese es nuestro papel", dijo el ejecutivo.

El impacto en las bodegas exportadoras argentinas 

Un nuevo costo y una nueva barrera para los vinos argentinos en Brasil nunca es buena noticia. El gigante del Cono Sur tiene a nuestro país como segundo proveedor de vinos y 2011, pese a todos los problemas, fue un año de crecimiento para el vino embotellado argentino en ese destino. En dólares FOB, hasta noviembre de 2011, el acumulado mostraba una variación positiva en ventas de 22%, con una buena performance del precio promedio por caja que subió más de 16%.


"Las barreras arancelarias siempre traen complicaciones. Licencias automáticas, documentación, sello fiscal - subrayó Lucas Lowi, Business Development Manager de Moët Hennessy Estates. "Son trabas que la industria en su conjunto tiene que intentar resolver". En cuanto a la apliación del sello fiscal opinó que por una parte es "delicado, no solamente porque agrega complejidad al proceso logístico, sino porque trae riesgos a la calidad en el manipuleo del producto y encarece el costo del mismo. También afecta la imagen del packaging". Por otro lado, indicó que la medida tiene una ventaja y es que debería disminuir el ingreso de producto de manera ilegal de países vecinos, que estaba produciendo mucho daño. "El desafío estará en ser eficientes en la planificación de largo plazo", subrayó.

Desde Brasil, donde se encontraba al momento de la entrevista José Manuel Ortega Fournier, propietario de la bodega que lleva su apellido, indicó que según la opinión de su importador "es una medida muy perjudicial porque representa, además de un costo adicional muy importante, una pérdida de tiempo porque hay que abrir cada caja y poner el sello en cada botella. Prácticamente, ya no hay países en el mundo que utilicen este sistema". 

El "costo Brasil" para los vinos

En la revista Adega, el periodsta Didu Russo publicó un informe donde explica  el elevado precio final del vino extranjero en ese país.

"Cuando vi una publicidaad sobre Nueva York me acordé de los buenos precios de los vinos en aquella ciudad. Es que ahí suceden dos cosas fundamentales: los impuestos son sensatos y retornan a los ciudadanos en vez de financiar sueldazos y además hay una competencia seria y madura, por lo que los márgenes de los intermediarios son bajos. Ganamos nosotros, los consumidores.

Aquí, en Brasil, no ocurre esto. Por lo general, nos sentamos en un restaurante a beber una botella de vino y terminamos pagando 16 botellas... y, al final, ¿dónde están las otras 15?

Partamos de la base de una botella de un vino del Viejo Mundo a un precio de 3,60 reales. Vamos a agregar toda la cadena de impuestos, costos, tasas y márgenes hasta que dicha botella llegue a su mesa. Unos 0,30 reales de pick up significa retirar la botella de la bodega y dejarla en algún lugar hasta que sea embarcada a destino; 0,05 reales de consolidación, es decir, juntarla con otras cajas de otros productores para formar un contenedor; 0,35 reales de flete "reefer", que es el contenedor refrigerado; 0,42 reales en gastos de puerto; 0,07 reales de seguro y 0,15 reales de despachante, con lo que llegamos al "subtotal 1″ de 4,94 reales. Después, entramos en los impuestos a la importación, que son 1,33 reales y el IPI (Impuesto sobre Productos Industrializados), que es de 1,08 reales. Llegamos así al "subtotal 2″ de 7,35 reales. A partir de ahí inciden el Plan Social de Integración, con 0,14 reales y el Confins (Contribución para el Financiamiento de la Seguridad Social), de 0,68 reales. Llegamos al "subtotal 3″ de 8,17 reales.

Seguimos con el ICMS (Impuesto a la Circulación de Mercaderías y Servicios) "Normal" en la entrada, de 2,72 reales y esa botella de 3,60 reales ya está en 10,90 reales.

Entramos entonces en el margen del importador, que varía mucho de un importador a otro. Aquí se calculó un modesto 45% sobre la venta, en este caso 8,92 reales. Es importante destacar que en este valor se incluyó el 7% del impuesto sobre las ventas (PIS y Confins nuevamente más CSLL e IRPJ) más la diferencia de ICMS normal entre entrada y salidas, más costos de administración, más muestras para el ministerio, depósito refrigerado, divulgación, entrega, comisión de ventas, catálogos, costo financiero de mantenimiento de stocks y pérdidas por productos en mal estado. A esta altura, nuestro vino, que era de 3,60 reales para el productor, sale del importador a un precio de venta para los mayoristas de 19,82 reales. Entonces son aumentados ahí el ICMS Normal de salida con 2,23 reales y la ST (Sustitución Tributaria que obliga al vendedor a recoger en nombre del comprador el 25% sobre un margen de ganancia que el mismo gobierno estimó; en este caso, 67,82%). Eso da más de 3,36 reales, lo que lleva a nuestro vino de 3,60 reales a 23,17. Pero los distribuidores, minoristas y restaurantes necesitan ganar también, y para que ellos puedan vender el vino a un precio próximo al que el importador indica para el consumidor final, el importador le coloca un margen del 40% para ellos, por lo que el vino de 3,60 reales se fue a 38,62.

El restaurante que pagó 23,17 reales por ese vino lo incorpora en su carta a 60 reales (para redondear, ¡al final, si el vino cuesta barato nadie piensa que es bueno!).

Resumiendo, usted pagó 60 más 6 reales de propina para tomar una botella de vino que espero le haya gustado. El restaurante se quedó con 36,83 reales por guardar la botella en un lugar adecuado y servirlo en una copa correcta. El gobierno se quedó con 10,65 reales por no hacer nada, sólo generar burocracia que sólo alimenta la corrupción. El importador se quedó con 8,92 reales para sostener esa operación y traer el vino a su mesa.

El productor rezó para que el tiempo fuese bueno y no lloviese en la época equivocada, cuidó durante un año las vides, cosechó, vinificó, embotelló, etiquetó y embaló y de aquellos 60 reales sólo recibió 3,60, ¿qué tal?

(*) Publicado en la revista "Adega" de Brasil y reproducida por el diario de Río Negro 
Fuente: Area del Vino

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