Tours es una ciudad de unos 300.000 habitantes en el oeste de Francia, y ha sido declarada Ciudad de Arte e Historia y también Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. Es la ciudad desde la que normalmente se inicia el recorrido por la famosa región de los Castillos del Loira, construidos a partir del siglo X, cuando los reyes franceses eligieron este valle como su residencia de verano.
Tours se encuentra en el corazón de Francia, y
permite desplazamientos rápidos a las principales ciudades francesas (el
tren de alta velocidad la une a París en menos de una hora). El origen
de la ciudad se remonta a los romanos, cuando Turones era la
ciudad principal de los galos; hoy se pueden ver los restos del antiguo
pueblo romano cerca de la catedral (restos de las murallas cerca de la Rue du Cupidon),
bajo el suelo del castillo, donde han sido encontrados restos de
termas, y una torre en el jardín del Museo de Bellas Artes. La ciudad
adquirió importancia con las peregrinaciones a la iglesia erigida cerca
de la tumba de San Martín, y luego entre los siglos XV y
XVI, cuando se convirtió en refugio para los monarcas y también centro
de producción de la seda, vendida durante las dos ferias que se
celebraban todos los años en la Place Foire le Roi.
Hoy Tours es famosa por ser la ciudad de los treinta mercados: además
de una serie de mercadillos que tienen lugar todos los días (por la
mañana o por la tarde), en Tours se organizan también ferias, como la Foire à l’ail et au basilic, a finales de julio, y la Foire de Tours, en mayo. La ciudad es de hecho un importante centro gastronómico que ofrece lo mejor de la cocina francesa: las rillettes (paté de cerdo), las andouillettes (especie de salchichas), el coq-au-vin (gallo al vino), o también el rico queso de cabra St Maure, todos platos acompañados de los excelentes vinos de la región, como el Vouvray, el Montlouis, el Saint Nicolas o el Chinon.
Tours es una ciudad con un rico patrimonio artístico,
desde los romanos hasta el arte moderno, que cuenta con unos
maravillosos edificios, como el museo sobre la historia de la ciudad
situado en el Castillo Real, antigua morada de los reyes franceses; o el Hotel Grouin, del siglo XVI, en el que se encuentra el museo arqueológico.
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