viernes, 27 de enero de 2012

Sólo el 8% de los viñedos cuenta con malla antigranizo

Es un porcentaje escaso y toma trascendencia a raíz de los destrozos que produjeron las recientes tormentas.

En los últimos diez años, los viñedos mendocinos incorporaron unas 13 mil hectáreas y ya superan las 154 mil productivas, de las cuales 141 mil corresponden a variedades de uva vinificable. Pero minimizar riesgos de tormentas y llegar en condiciones a la vendimia depende demasiado de los aviones y la siembra de nubes: de hecho, poco más de 8% de la superficie tiene malla antigranizo. 

Un porcentaje escaso y, dado el impacto de las contingencias climáticas de los últimos días, todavía más. Equivale a 12.694 hectáreas en la provincia sobre casi 13.100 en toda la región vitivinícola del país, según los datos definitivos del último Censo Vitícola realizado por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). 

De ese total, 6 de cada 10 se distribuyen entre la zona Este, con San Martín y Rivadavia a la cabeza (unas 2.200 hectáreas en conjunto), y el oasis Centro, donde la mayor proporción está en Luján (posee 16% de sus viñedos protegidos), seguido un poco más atrás por Maipú.

Sin embargo, es en el oasis Sur donde el método antigranizo es más relevante después del Este, y San Rafael aparece como el departamento con el área de mayor cobertura: son más de 3.112 hectáreas, es decir, 2 de cada 10 en producción. Si bien La Paz le pisa los talones en relación porcentual, su incidencia es menor en cuanto a superficie y queda desplazada por la Primera Zona Vitivinícola. 

A nivel nacional, la brecha entre Mendoza y el resto de las provincias es notable. San Juan, por ejemplo, posee menos de 0,5% de sus 47.227 hectáreas de viñedos preservados con tela.

En otro orden, el Censo Vitícola aporta fotos de la década que refuerzan la importancia de esos datos. Por un lado, el efecto de la reconversión varietal impuesta durante los últimos 11 años, lapso durante el cual se implantaron 1/3 de los viñedos actuales. Y por otro, el arraigo de los sistemas de conducción tradicionales.

Al mismo tiempo, entre las cepas de uva de alta gama se observa un crecimiento diverso, que arranca en 8% en el caso del merlot, atraviesa un 37% en tempranillo y cabernet, trepa al 85% en Malbec y alcanza picos como el de Sauvignon Blanc, que en la última década se triplicó. En lo que respecta a métodos de conducción, el relevamiento confirma la paternidad del parral: casi la mitad del área vitícola provincial sigue el clásico sistema de conducción, en tanto que unas 60 mil hectáreas están bajo espaldero bajo. A nivel nacional, de las 217.750 hectáreas registradas hasta la última cosecha, un 56% son parrales. 

Basta la comparación frente al resto de las provincias vitivinícolas, que con un área más reducida han logrado un avance mayor: mientras La Rioja tiene la mitad de sus casi 7 mil hectáreas bajo riego por goteo, en Salta unas 6 de cada 10 de 2.552 hectáreas cuentan con esa tecnología. No obstante, y paradójicamente por su corta historia en la industria, la provincia líder en la materia es Neuquén. Allí, toda la superficie está asistida por el sistema.

En el final de la tabla aparece San Juan (19,2%) y, por último, Mendoza, con 15,4% de sus viñedos bajo riego. A la postre, la única donde la técnica de aspersión es relevante (1.260 hectáreas), aunque el grueso se inclina por la eficiencia en el uso del agua que asegura el goteo (22.514).

Fuente: Diario Los Andes

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