Capital de la dieta mediterránea
La dieta mediterránea y cultura de la buena mesa se asocian a un estilo de vida del sur de Europa más tranquilo y relajado. Ambos factores son claros exponentes de la cocina catalana, donde dedicarle tiempo y esmero a la comida suponen calidad de vida y bienestar. La actividad, el clima y el alma de la Ciudad Condal aconsejan complementar el típico turismo de museos con otros reclamos, como el patrimonio histórico, las compras, los espectáculos, la vida en la calle y, evidentemente, la gastronomía.
De hecho, la oferta culinaria de Barcelona es una de las actividades económicas que más ha crecido en los últimos años. Los establecimientos no sólo cuidan la calidad y originalidad de los fogones, sino que buscan espacios donde el diseño y la arquitectura hagan de la comida una actividad placentera en todos los sentidos. No en vano, la ciudad ofrece la oportunidad de convivir con los creadores gastronómicos, lo que representa una experiencia estética única.
Actualmente Cataluña goza del privilegio de convivir con algunos de los mejores cocineros creativos del mundo. En este sentido, en los últimos meses han proliferado los reconocimientos mediáticos de los cocineros catalanes. Ferran Adrià, por ejemplo, ha sido elegido una de las cien personas más influyentes del mundo por la revista Time. Los nombres de Santi Santamaria, Fermí Puig, Carles Gaig, Carme Ruscalleda o Sergi Arola, por citar algunos, gozan de una gran proyección mediática y de una excelente aceptación profesional.
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