Para entenderlo fácilmente, pensemos que todo lo que comemos debe ser convertido en la energía que el organismo necesita para funcionar adecuadamente. En este proceso participa el hígado, que además se encarga de degradar lo que ya no resulta útil o es tóxico, para eliminarlo del cuerpo. Cuando este órgano se ve afectado por hepatitis (inflamación provocada generalmente por la acción de un virus) no tiene un desempeño óptimo.
“Es importante que una persona con hepatitis no deje pasar más de cinco horas sin tener alimento en el estómago”, indica en entrevista exclusiva para Salud y Medicinas la nutrióloga Mayté Muñoz Jove, médico adscrito a la Clínica Médica Sur, de la Ciudad de México. “Lo mejor es no comer demasiado y aumentar la frecuencia de las comidas a lo largo del día. De esta forma se logra que el hígado trabaje constantemente sin exceso de carga. Tampoco es recomendable dejar que transcurran largos periodos de ayuno, pues las reservas de energía del hígado (en forma de grasas), se agotan y sobreviene desnutrición”.
Un paciente con esta afección debe controlar el consumo de algunos alimentos y llevar una dieta balanceada. “Los productos de origen natural que contienen proteínas deben consumirse de manera moderada, como es el caso de las carnes de res, cerdo, pescado y pollo. Las proteínas contienen nitrógeno, que al acumularse en el hígado se convierten en amoniaco, compuesto tóxico para el organismo. Cuando el hígado funciona en forma adecuada, el amoniaco es degradado y eliminado por la orina. Pero al verse afectado, este órgano propicia que aumente la cantidad de dicha sustancia, la cual puede perjudicar incluso al cerebro”, refiere la nutrióloga.
El cuerpo no puede prescindir de las proteínas de origen natural, pues incurriría en otro tipo de problemas, como anemia. De manera que sí deben consumirse, pero en forma moderada para no saturar al hígado de trabajo.
La especialista señala que al haber hepatitis, el enfermo deberá contemplar las carnes como complemento de vegetales, frutas, legumbres, pastas y otros productos que también contienen proteínas. “Un platillo muy recomendable es espagueti con carne, en vez de un filete de 300 gramos”.
Una consecuencia más de la disfunción de este órgano es la retención de líquidos, muy dañina para el organismo. Es por ello que debe cuidarse mucho el consumo de sal, ya que sus compuestos colaboran a que los líquidos se acumulen y no encuentren una vía efectiva de desalojo. La especialista aconseja emplear los sustitutos de sal que se encuentran en el mercado, y limitar los productos envasados o que contienen conservadores en cuya fórmula se utilice la sal.
La oportunidad de mejorar la calidad de vida de un paciente con hepatitis está en sus propias manos, de manera que tener un poco de cuidado en los alimentos que se consumen puede ayudar a que el hígado mantenga una vida sana, dentro de sus propias limitantes.
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