lunes, 18 de julio de 2011

Fiesta del Chocolate en Bélgica

El Museo del Chocolate y del Cacao de Bruselas, que cada año recibe más de 36 mil visitantes, quienes pueden degustar más de 200 variedades de chocolates.

Quienes han probado el chocolate belga aseguran que es uno de los más ricos del mundo y que su secreto deriva del elevado porcentaje de cacao puro en su preparación, lo que ha convertido a Bélgica en uno de los primeros exportadores del mundo.

El chocolate colocó a Bélgica en el noveno exportador europeo de productos y servicios, lo que representó 75% del Producto Interno Bruto (PIB) el año pasado, revelaron cifras oficiales.

El secreto del chocolate belga está en su forma de preparación con recetas tradicionales y la utilización de una elevada cantidad de cacao puro, afirmó la portavoz de la Oficina de Turismo de Bruselas, An Depraetere.

Además de las más de mil variedades de chocolate en este país, los belgas fueron los creadores del Praliné, una mezcla de este producto con avellanas y caramelo.

En el Museo del Chocolate y del Cacao de Bruselas, que cada año recibe más de 36 mil visitantes, se puede degustar más de 200 variedades de este producto desde su apertura en 1998.

Este recinto, dirigido por la familia Draps, la tercera generación de artesanos de chocolate, deleita al público con una amplia variedad de dulces a base de chocolate, con historias y anécdotas sobre el cacao.

La directora del museo, Madame J. Draps, comentó que "es difícil saber lo que más le gusta a los visitantes cuando conocen el museo porque se quedan sorprendidos con todo, tenemos más de mil variedades de chocolate, con degustaciones de muchas de ellas".

En Bruselas existe una extensa cultura gastronómica chocolatera, prueba de ello es que "tenemos el mismo número de visitantes belgas que extranjeros", comentó.

El chocolate puro se cocina a 35 grados de temperatura, el Praliné con almendras o leche a 32 grados, mientras que el chocolate a 28 grados, explicó el artesano Henri Snackers, al referirse a las diferentes formas de preparación.

"Es un producto que llevo haciendo más de 33 años y que como todos los días para que me dé energía; con 68 años que tengo me mantiene en forma", aseguró este empleado del museo, tras destacar que es "muy fácil hacerlo en casa".

Es uno de los mejores regalos, porque le gusta a mucha gente, hasta ahora "no conozco a nadie que no le guste, además hay mucho arte en él, en la elaboración y en las diversas figuras de chocolate, que son verdaderas esculturas", manifestó.

El museo, además de ser una fundación, vende su propia producción, ideal para los amantes del chocolate, y colabora con varias organizaciones no gubernamentales latinoamericanas exportadoras de cacao para ayudar a los campesinos que lo cultivan.

Una de estas asociaciones es la Organización Internacional del Cacao, que tiene como objetivo ayudar a todos los países miembros productores que recogen a mano el cacao y el proceso no está industrializado, subrayó Draps.

Aunque el primer Museo del Chocolate europeo se creó en la ciudad española de Barcelona en 1780, el belga -ubicado en la Grand Place- es uno de los más conocidos del mundo, que también vende parte de su producción al extranjero.

Se cree que el chocolate, originario del continente americano, fue traído a Europa en el siglo XVI por el español Hernán Cortés, quien lo probó por primera vez en Tenochtitlán, la capital del imperio Azteca.

Las primeras especies de cacao crecieron en Sudamérica, pero fueron las antiguas culturas mesoamericanas las que domesticaron la planta.

Los aztecas utilizaban el cacao como moneda de cambio, pero también con fines medicinales, para curar enfermedades como el catarro, la anemia o las heridas, y como bebida estimulante o calmante.

"El chocolate es reconstituyente y tiene muchas proteínas y vitaminas", comentó Vincent Auquier, estudiante de medicina y conocedor de los orígenes de este producto considerado, por algunos, como afrodisiaco.

Los aztecas elaboraban una poción a base de cacao mezclado con el polvo de los huesos machacados de sus antepasados para curar la diarrea.

Los mayas llamaban al árbol del cacao "cacahuaqucht" porque creían que pertenecía a los dioses y que las vainas que crecían en su tronco eran un regalo que los dioses hacían a los hombres", recordó Auquier.

"Ellos fueron los creadores de una especie de brebaje amargo hecho de semillas de cacao que consumían exclusivamente los reyes y los miembros de la nobleza y que era usado para dar solemnidad a determinados rituales sagrados", subrayó.

Un estudio de la Universidad de California mostró que el chocolate amargo es beneficioso para el corazón porque contiene flavonoides, una sustancia que ayuda a evitar la excesiva coagulación sanguínea.

Fuente: El Universal, Mexico

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