Muy próxima a Bruselas y perfectamente comunicada con ésta, salen trenes para Brujas cada media aproximadamente de la Estación Central, aproximadamente unos 80 kilómetros separan estas dos ciudades de ahí que en una hora uno puede acercarse a Brujas desde Bruselas.
A lo largo de la historia la ciudad de Brujas ha alternado momentos de gran esplendor con otros de declive. El negocio de la ciudad era promovido basicamente por el negocio marítimo. En el siglo XI la desaparición del estuario mermó este comercio hasta que se creo un nuevo paso al mar (Zwin). Los siglos XVI y XV suponen momentos importantes para la historia de este pueblo: comercio, producción propia, mecenazgo cultural... Fué a la muerte de María de Borgoña, cuando su marido Maximiliano de Austria comenzó a deteriorar la relación con el pueblo de Brujas, hasta el extremo de recortar considerablemente el comercio de la ciudad, coincidiendo en el tiempo con la desaparición nuevamente del contacto con el mar. Todo esto llevo que incluso a mediados del siglo XX la ciudad presentaba una capacidad económica muy limitada.
A día de hoy la UNESCO ha declarado Patrimonio de la Humanidad el centro de la ciudad.
Como comento, desde que uno llega a Brujas, se baja en su estación (Stationsplein Station) ya comienza a observar como se abre el libro de cuentos de hadas. Desde la estación al centro de la ciudad no hace falta coger autobus ni taxi, bien por Oostmeerstraat o por Koning Albert i Lan se alcanza el centro en unos diez minutos. Por la primera uno va comprobando como será la arquitectura que después se intensificará en grado superlativo, la segunda supone la Brujas moderna.
Cuando alcanzamos el centro de la ciudad, el Markt y el Burg, hay que tener preparada la cámara pero cuidado, son las típicas plazas donde con tanta foto puedo acabarse la batería de la digital. Preciosas, no hay otra forma de definirlas. En la Plaza Mayor (Markt) se encuentra la torre de 83 metros y gótico puro. Al lado de la Plaza Mayor, en el Burg, encontramos la Basílica de la Santa Sangre, en este lugar se conserva y vebera cada viernes la reliquia de la Santa Sangre que según dicen fue traída por el Conde de Flandes en una de sus cruzadas. A la izquierda de la basílica está el ayuntamiento también de estilo gótico.
Pero Brujas hay que caminarla, sus callejuelas con las tiendas ofreciendo los chocolates, con las telas de encaje y como no sus cervezas, cervezas que hay para dar y tomar, de todas las clases y condiciones, que si rubias que si "brund", que si de cerezas, abadía,... uno no sabe que tomar. Personalmente opté por tomar durante mi estancia en Bélgica una diferente cada vez que el cuerpo pedía cerveza.
Pero continuando con lo atractivo de la ciudad, no puede uno olvidarse de sus canales, QUE ENCANTO QUE TIENEN, las casas a pie de canal, las barquitas recorriéndolos (4,50 euros el viaje), los cisnes (cuenta la leyenda que en tiempos de mala relación entre el Rey Maximiliano y el pueblo - como antes comenté - éste asesinó a un alto cargo real que llevaba en su escudo un cisne, como pena el monarca obligo a la población a alimentar de forma indefinida a los cisnes de los canales).
En fin, una ciudad encantadora, que en una mañana o en una tarde puede conocerse con toda tranquilidad.
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