jueves, 10 de marzo de 2011

El vino, contra el sida


"Salud" es un brindis habitual, un deseo a menudo expresado al tiempo que se hacen chocar dos vasos de vino.

Se trata, por lo general, de una convención social, de un gesto metafórico que no está supuesto a ser interpretado literalmente.

Pero en Italia las cosas están cambiando, y no tanto por el contenido de la copa, sino por lo que algunos viñedos están haciendo con las botellas.

Algunos productores italianos están vendiendo algunos de sus mejores caldos con etiquetas especiales que ayudan a combatir el VHI/Sida en África.

La iniciativa partió de la comunidad Sant'Egidio.

Son alrededor de dos millones de pequeñas pegatinas rojas, todas estampadas con la frase "Vino para la vida".

Por cada unidad vendida, se destinan US$0,70 para comprar antirretrovirales para los enfermos de sida en el continente africano.

"Es algo que tiene que ver con la vida, no con los negocios", asegura Luca Sanjust, dueño de los viñedos Petrolo, uno de los productores que se ha apuntado a la iniciativa.

El vino es sagrado, la vida también

Las uvas de Petrolo crecen en un entorno de colinas idílicas en Toscana. Allí, los trabajadores colocan las etiquetas rojas en su excelente Galatrona.

"El vino para nosotros es sagrado. La vida es sagrada", afirma Sanjust.

"Esto consiste en tomar el amor que recibimos de la naturaleza en forma de vino y devolvérselo a la tierra ayudando a nuestros hermanos y hermanas necesitados en África".

Este razonamiento casi espiritual lo comparten muchos de los 120 empresarios del sector vinícola integrados en "Vino para la vida".

Sucede que Sanjust es un buen amigo del conocido chef británico Jamie Oliver, quien regularmente lo visita en su villa para experimentar con nuevas recetas y comprarle sus aceitunas.

El suyo es un viñedo de tamaño medio, donde se producen unas 70.000 botellas al año. Y si con cada botella aporta US$0,70, su contribución total al programa sumará poco menos de US$49.000 anuales.

Sueño africano

La idea de "Vino para la vida" no partió de los viticultores, sino de la Comunidad Sant'Egidio de Roma.

Fundada en 1968 por un grupo de estudiantes, la comunidad creció con una mezcla única de caridad cristiana, comunicación social y mediador diplomático.

Luca Sanjust

En su largo historial, ha hecho casi de todo, desde ofrecer comidas de Navidad para los sin techo, hasta actuar como mediadores en la guerra civil de Mozambique y llegar a los acuerdos de paz de Roma de 1992.

Mario Marrazitti, su líder, fue parte del proceso de paz y ahora está detrás de la iniciativa contra el sida.

"Trabajamos en diez países de África en un proyecto que llamamos nuestro 'Sueño' y necesitamos financiarlo", comenta Marrazitti en los jardines de la sede de su institución en Roma.

"Pensamos que los productores de vino eran un aliado natural en este acuerdo público-privado, tanto como representantes de una conexión con la naturaleza, como por su potencial para recaudar dinero".

Sobre si funciona la idea, Marrazitti es contundente: "Ha sido increíble".

"Calculamos que unos 20.000 niños y 2.000 adultos han sido salvados gracias a los medicamentos pagados por el vino".

Tesoros naturales

Marrazitti ahora quiere ampliar el programa con la colaboración de cadenas de supermercados. Lo que pretende es usar esquinas especiales, en sus establecimientos, para que los clientes puedan comprar muchos más productos con esa etiqueta roja.

"Todo el mundo gana", asegura. "Los supermercados atraerán un selecta y socialmente comprometida clientela, los costes están cubiertos y los enfermos de sida en África consiguen medicinas que no tienen porque no se las proveen ni gobiernos ni organizaciones humanitarias".

En la Toscana y otras regiones italianas, la tierra, el clima y el cuidado de los productores permiten obtener algunos de los mejores vinos del planeta.

Y, ahora, esos tesoros naturales están beneficiando a los habitantes de un lejano continente.

Para Luca Sanjust, el vínculo entre su tierra y la vida se ha convertido en algo sacrosanto, una misión que va más allá de la comercialización.

Él sabe que sus clientes en Italia están ayudando en la lucha contra el sida. Y así, uno de los placeres de la vida también ayuda a salvarla.

Fuente: bbc.co.uk

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