El chapulín es un insecto conocido en la cocina de los mexicas, zapotecas y mixtecas y en otras culturas mesoamericanas antes de la llegada de los españoles y que a diario se puede ver con su peculiar color rojizo en canastas de carrizo en los mercados y tianguis indígenas de Oaxaca y otras regiones del país. Si bien para la mayoría de los que vivimos en la civilización occidental los insectos no son una opción en la dieta cotidiana, muchos insectos son comestibles y en la actualidad se sirven en los mejores restaurantes del país como una especialidad que alcanza precios muy altos. El chapulín no es la excepción y con él se pueden preparar una diversidad de platillos, desde las sopas, botanas, guisados y ensaladas, hasta postres.
La razón de su éxito en la gastronomía gourmet no se debe a un afán de snobismo, sino a las múltiples propiedades que tienen. Los chapulines aportan cantidades significativas de vitaminas, las cuales son esenciales para transformar los alimentos en energía, para el crecimiento normal, el mantenimiento del cuerpo y la prevención y alivio de enfermedades. Algunas especies tienen mayores proporciones de vitamina A que el hígado y la leche y también nos aportan minerales como el zinc, magnesio o calcio. Los chapulines llegan a alcanzar hasta un 78% de proteínas, debido a que su alimentación proviene de los maizales, frijolares, trigales, alfalfares o pastos silvestres. Otra de las ventajas de los insectos comestibles es su fácil digestión, por lo que lo pueden consumir personas de cualquier edad.
Observando todos estos datos podemos entender por qué muchos sostienen que los insectos son el alimento más completo y, posiblemente, la comida del futuro. Si no ha probado los chapulines aún, experimente su crujiente delicia e con unas buenas tortillas con su salsa, ¡y simplemente disfrute!
Fuente: thegreencorner.org
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