domingo, 12 de septiembre de 2010

Cada gota de agua, cuenta

El agua dulce es un recurso escaso a nivel global. A su vez, la demanda de alimentos continuará creciendo. El desafío consiste y consistirá en producir más alimentos con los recursos disponibles, y hacerlo de manera sustentable; esquema al que obviamente no escapa el agua dulce. En este sentido, conocer la demanda de agua y su impacto sobre el ambiente pasa a ser un factor clave en la gestión ambiental. A otra escala, y complementario con el concepto anterior, un uso eficiente del agua a nivel empresa de producción agropecuaria implicará un mejor gestión ambiental, estabilidad productiva y resultados económicos más estables y sostenibles. En el marco del XVIII Congreso de Aapresid, destacados profesionales y productores abordaron la temática con un mensaje claro y contundente: Hay que maximizar la producción de granos y alimentos por cada milímetro de agua ofrecido por el ambiente; minimizando las pérdidas no productivas y no contaminando o degradando un recurso vital.

En la región, aledaña a Anguil (La Pampa), Alberto Quiroga (INTA) se esfuerza desde la investigación en encontrar diseños y esquemas productivos que permitan un uso eficiente del agua, apuntando a lograr la estabilidad de la empresa productiva. “Cuando se analiza la gestión del agua en un sistema de producción es conveniente considerar a la rotación de cultivos como una secuencia de usos y consumos de agua que se suceden en el tiempo en un mismo potrero”, disparó Quiroga. Además, resulta necesario considerar “cual es la probabilidad de que las precipitaciones cubran los requerimientos hídricos de cada cultivo integrante de la rotación”. En tercera instancia es necesario evaluar “si la diferencia entre las precipitaciones (oferta) y los requerimientos del cultivo (demanda) puede ser cubierta con el agua almacenada en el suelo en periodos previos a la siembra (barbecho)”. Para ello, un factor a no descuidar es el conocimiento del propio suelo, atendiendo a su capacidad de almacenamiento y a la facilidad o no a ceder el agua a los cultivos. Por ejemplo, en Anguil, y para el cultivo de trigo “los rendimientos correlacionan con el agua almacenada a la siembra y esta con la cantidad de residuos en superficie durante el barbecho”, enfatizó.

Desde el punto de vista práctico, Quiroga remarcó la importancia de lograr con las rotaciones de cultivos altos niveles de cobertura. Específicamente, “la contribución de la cobertura del suelo resulta clave, dado que tiende a optimizar la relación transpiración/evaporación incrementando la eficiencia de uso del agua”, agregó. Según el especialista del INTA “este efecto se lograría con coberturas superiores al 60%”.

En buena parte del norte del país, específicamente en Gancedo y La Paloma, las condiciones ambientales son muy distintas a las de La Pampa; sin embargo, la gestión del agua se torna igualmente un factor clave. “Desde el punto de vista productivo hay que recordar que la transpiración es la única vía de salida del agua del suelo hacia la atmósfera que está directamente ligado con la fotosíntesis y por consiguiente al crecimiento y rendimiento del cultivo”, enfatizó Rodolfo Gil, especialista de INTA Castelar. Por lo tanto, gran parte de la sustentabilidad del sistema de producción está relacionada “al efecto directo que el agua tiene sobre los rendimientos de los cultivos, y también a la producción de materiales orgánicos (rastrojos) que finalmente mejoran las características estructurales del suelo y su calidad de funcionamiento”, agregó.

Al respecto, “el uso eficiente del agua de los sistemas agrícolas en los ambientes del NEA debería contemplar la mejora en el almacenaje de agua, el uso por parte de la planta y la transformación en biomasa vegetal; procurando que la mayor parte de las precipitaciones sea incorporada y almacenada en el suelo, que la mayor parte de esa cantidad de agua que se logró almacenar sea utilizada en el proceso de transpiración del cultivo y finalmente, que la mayor parte de la transpiración del cultivo sea proporcionalmente convertida en biomasa vegetal y rendimiento”, enfatizó Gil.

En la práctica una de las estrategias tecnológicas “está orientada hacia el manejo del agua durante los períodos de barbecho, y hacia el control de pérdidas por escurrimiento y evaporación durante los meses estivales, de modo tal de incrementar la disponibilidad de agua para los cultivos de verano, a la vez de sostener el balance de carbono del suelo”, precisó. La experiencia acumulada por Gil en años de trabajo con productores muestra que “en los barbechos limpios el aprovechamiento de las lluvias ocurridas dentro de ese período (eficiencia de barbecho) no superan en promedio el 17%”. Además, en ninguno de los 4 años en estudio se consiguió almacenar más de un 40% de las lluvias totales y, en algunos años y condiciones, las pérdidas por evaporación y escurrimiento superaron a los ingresos del período, observándose eficiencias de almacenaje negativas hasta los 2 metros de profundidad.

Una de las alternativas tecnológicas para aumentar la eficiencia de uso del agua consiste en la implantación de cultivo de cobertura (CC), “a fin de aprovechar esa cantidad de agua que con el manejo habitual se perdería, y al mismo tiempo generar abundante cobertura para el cultivo siguiente a la vez de aumentar los aportes de biomasa al sistema”, aclaró. Específicamente, en Gancedo y La Paloma (Chaco) “en años de buenas precipitaciones, las lluvias alcanzan a recargar los perfiles y las diferencias respecto de los barbechos sin coberturas no son significativas. Sin embrago, en años de menores aportes de lluvia, los CC, sobre todo en aquellos que se demora la secada, los niveles de humedad final pueden resultar considerablemente menores, de hasta 100 mm de agua útil menos en el perfil”. En cambio, cuando los CC “son secados al 10% de floración los consumos resultan significativamente menores (20%), llegando con niveles de humedad final similares a los tratamientos de barbecho limpio”, enfatizó entusiasmado. Más hacia el este chaqueño el panorama es diferente, y la estrategia pasa por “implementar doble cultivos anuales, con predominancia de las opciones estivales”, aclaró (Ver Doble cultivo estival ).

En el sur bonaerense, y con otra realidad ambiental, los CC o los verdeos (en planteos mixtos) son una estrategia elegida por los productores de la Regional Tres Arroyos. “ El promedio de las lluvias zonales de los alrededores de partido de Tres Arroyos oscila los 7.000 a 900 milímetros por año”, describió Guillermo Paihle. Tradicionalmente, en la región la rotación predominante incluía un cultivo de fina, un largo barbecho y al año siguiente un cultivo de grueso (soja o sorgo). “En el grupo regional de Aapresid vimos como en esa secuencia queda agua que no se capta, ni aprovecha. En consecuencia, se han incorporado diferentes tecnologías para captar lluvias que no se pueden almacenar”, destacó Paihle.

Fuente: clarin.com

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