El vino hungaro característico es blanco o, mejor dicho, de un cálido dorado, y huele más bien a pastelería que a frutería, si así cabe distinguir entre un rico y maduro sabor a levadura y el verde de la fruta fresca.
El sabor, si es un buen vino, es claramente dulce, pero lleno de fuego e incluso un tanto fiero. No es, ni mucho menos, un vino de postre; es un vino para comidas preparadas con más especias, pimienta y grasa de lo que puede resistir un vino ligero.
Como Alemania, Hungría cuida sobre todo sus vinos dulces, y el Tokay es su orgullo y satisfacción. Alrededor del lago Balatón se elaboran algunos de los mejores vinos húngaros de mesa. El más conocido de todos los vinos húngaros de mesa es, probablemente el Bikavér, o sangre de toro, de Eger.
Tokay:
Las colinas de Tokay son antiguos volcanes, lava cubierta por una capa arenosa, el suelo perfecto para las vides. Desde la llanura y hacia el sur llegan cálidos vientos de verano, se filtra la humedad del río y las propias colinas sirven de protección.
El Tokay más lujoso se elabora únicamente con el jugo que las uvas Aszu exudan en espera de ser estrujadas. Esta escencia llega a tener hasta un 60% de azúcar y difícilmente fermentará. El moderno Tokay se estabiliza mediante pasteurización, lo que puede explicar en parte su leve olor a Madeira o a tostado. Antiguamente, en cambio se le añadía aguardiente.
Lago Balatón:
Balatón a parte de ser el lago más grande de Europa, tiene para Hungría un significado especial. La orilla norte del lago Balatón tiene todas las ventajas de una buena orientación y protección, y de un clima estable, asegurado por la acción de la gran masa de agua.
En estas condiciones es, pues, inevitable la presencia de viñedos. Se dice que, a finales del verano, el aire húmedo y caliente origina hojas monstruo en las vides, lo que a su vez acelera la maduración de las uvas.
Sus especiales cualidades no proceden sólo del clima, si no también de la combinación de un suelo arenoso y de unos curiosos restos de volcanes extinguidos, de los que el monte Badacsony es el más famoso, ya que sobresale en medio de un territorio que de otro modo sería llano.
Su vino es muy bueno cuando sólo cuenta un año, seco pero fresco y limpio, y no demasiado fuerte. Las verdaderas especialidades, sin embargo, son las cepas que dan un vino poderoso y con aroma a miel. Incluso con un año a cuestas, recién sacado del barril, el Szürkebarát todavía puede ser tan blando como la leche y punzante y tosco por la fermentación.
El sabor, si es un buen vino, es claramente dulce, pero lleno de fuego e incluso un tanto fiero. No es, ni mucho menos, un vino de postre; es un vino para comidas preparadas con más especias, pimienta y grasa de lo que puede resistir un vino ligero.
Como Alemania, Hungría cuida sobre todo sus vinos dulces, y el Tokay es su orgullo y satisfacción. Alrededor del lago Balatón se elaboran algunos de los mejores vinos húngaros de mesa. El más conocido de todos los vinos húngaros de mesa es, probablemente el Bikavér, o sangre de toro, de Eger.
Tokay:
Las colinas de Tokay son antiguos volcanes, lava cubierta por una capa arenosa, el suelo perfecto para las vides. Desde la llanura y hacia el sur llegan cálidos vientos de verano, se filtra la humedad del río y las propias colinas sirven de protección.
El Tokay más lujoso se elabora únicamente con el jugo que las uvas Aszu exudan en espera de ser estrujadas. Esta escencia llega a tener hasta un 60% de azúcar y difícilmente fermentará. El moderno Tokay se estabiliza mediante pasteurización, lo que puede explicar en parte su leve olor a Madeira o a tostado. Antiguamente, en cambio se le añadía aguardiente.
Lago Balatón:
Balatón a parte de ser el lago más grande de Europa, tiene para Hungría un significado especial. La orilla norte del lago Balatón tiene todas las ventajas de una buena orientación y protección, y de un clima estable, asegurado por la acción de la gran masa de agua.
En estas condiciones es, pues, inevitable la presencia de viñedos. Se dice que, a finales del verano, el aire húmedo y caliente origina hojas monstruo en las vides, lo que a su vez acelera la maduración de las uvas.
Sus especiales cualidades no proceden sólo del clima, si no también de la combinación de un suelo arenoso y de unos curiosos restos de volcanes extinguidos, de los que el monte Badacsony es el más famoso, ya que sobresale en medio de un territorio que de otro modo sería llano.
Su vino es muy bueno cuando sólo cuenta un año, seco pero fresco y limpio, y no demasiado fuerte. Las verdaderas especialidades, sin embargo, son las cepas que dan un vino poderoso y con aroma a miel. Incluso con un año a cuestas, recién sacado del barril, el Szürkebarát todavía puede ser tan blando como la leche y punzante y tosco por la fermentación.
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