Las posibilidades son infinitas, algunos restaurantes en Francia combinan el foie con pasta de cacao amargo, reducciones de oporto, brandy o puré de ciruelas pasas. Y las opciones no sólo se cierran al hígado de ganso sino que encontramos actualmente el hígado de pato u oca que equiparan al primero aunque a un costo más abordable.
Otra alternativa muy gourmet es maridar este tipo de vinos con queso roquefort o queso azul, algunas nueces tostadas y troceadas, los quesos pueden presentare en rebanadas, mousse o una especie de pasta que pueda untarse sobre panecillos.
Estos vinos se prestan para ser maridados con las entradas o con los postres, su versatilidad es apreciable. Unos biscottis de almendra, polvorones de avellana o mazapanes pueden ocasionar un disfrute extremo para el final de la comida. Una mousse de mamey con polvo de almendras o teja de este mismo fruto seco tiene también un potencial ilimitado para dejarnos atónitos.
El chocolate nunca debe ni siquiera pasarnos por la mente al encontrarnos frente a estos vinos porque su combinación causa una especie de corto circuito en la boca que ni al peor enemigo debe deseársele. Postres con demasiado dulzor, tartas de frutas, flanes y pasteles de crema constituyen también la lista de enemigos irreconciliables de los vinos dulces. Es mejor aprovechar cada gota para deleitar a las papilas y no desperdiciar ni uno de sus dorados mililitros en desafortunadas uniones.
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