En el barrio de Devoto en la esquina de Sanabria y José Pedro Varela tras las puertas en forma de abanico, me esperaba Rubén con su delantal blanco y una sonrisa en su rostro. "Tomate un café", me dice y hace una pausa para darle una receta a un cliente, amigo. Café de García, se hace llamar éste cafetín típico porteño, del cual ya quedan pocos.
Desde la vereda de enfrente se puede experimentar que este lugar tiene algo tan tradicional como especial. Ocupa sólo una planta, sus fachadas son conservadas desde 1900, año de su construcción. Por ambas calles se pueden observar dos galerías que forman el paseo Metodio y Carolina, denominados así por los padres de Rubén y Héctor García, propietarios y administradores del lugar.
"Lo nombraron Café de Interés Cultural y al poco tiempo Café Notable", me relataba Rubén. "Tuvimos un problema, nos querían tirar los canteros de la entrada. Entonces tuve que hacer una movida. ¡Junté 1300 firmas en una semana!" narraba felizmente mientras comenzaba a recordar una anécdota del mundial de 1998: "Se estaba transmitiendo la Copa del Mundo en Francia y Víctor Hugo Morales habló 20 minutos desde allá, sobre la orden de clausura y lo injusto de ella", "Yo lo tengo todo grabado" decía riendo. "Ese momento es uno de esos que uno no puede pagar" manifestaba con la satisfacción personal brotándole por los ojos. "Este lugar sigue en pie gracias a muchas personas" reconocía agradecido.
Una camiseta de la Selección Argentina, dedicada y autografiada por "El Diego", una foto de boca campeón de la década del ´50, el retrato de Carlos Gardel, dos viejos relojes de taxímetros mecánicos y varios banderines, entre muchísimas otras reliquias, tapizan las paredes del lugar. A los habitúes se les llena la boca con palabras para contar del por qué es tan especial. "No te olvides de los azulejos que pertenecían a la casa de Devoto" grita uno desde el fondo mientras enciende un cigarrillo y... "Ésta fue una de las primeras cafeteras" se le suma un amigo disponiéndose a jugar al billar, en una de las tres mesas que ocupan uno de los laterales del salón.
Las picadas son una de las características diferenciales del lugar. Incluyen: buñuelos de pescado, cazuela de calamares, strudel de verdura, tortilla, salchichas acarameladas, entre otras delicias. Todo por un valor de 70 pesos por persona.
Si quieren conocer el lugar, además de visitarlo, no pueden dejar de ver "No te mueras sin decirme a donde vas", película filmada en 1994 por Eliseo Subiela, en la que Rubén debutó como actor y su bar, como escenografía.
"Lo de siempre", sólo un profesional sabe lo que eso significa. Por ello este emblemático espacio entre cultural y barrial ocupa un lugar tan importante en el corazón de los amantes del buen café y del romance perdido de Buenos Aires.
Fuente: viaresto.clarin.com
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