Por razones de practicidad o falta de imaginación, muchas personas
que intenta mantener una dieta saludable reducen el abanico de alimentos
a un grupo bastante restringido. Así, en tres comidas al día pueden
obtener un menú bastante repetitivo: cereales en el desayuno, un
sándwich para el almuerzo, un salteado de vegetales para la cena, todos
los días. Pero incluso si el menú diario parece nutritivo, las comidas
monótonas podrían tener un efecto negativo sorprendente: en el sueño.
En un fascinante estudio
de la Escuela Perelman de Medicina de la Universidad de Pennsylvania,
EEUU, un grupo de investigadores se propuso investigar si una variedad
de nutrientes podría estar vinculada a la duración del sueño. Para ello,
examinaron los datos de varios miles de estadounidenses, seleccionados
del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades
(CDC). Compararon lo que comían cada día con sus propios patrones de
sueño, y así los investigadores fueron capaces de analizar una relación
específica entre la variedad de alimentos y la calidad del descanso.
“Se habló mucho de la relación entre la alimentación y el sueño
durante mucho tiempo, pero hay muy pocos datos sobre estas conexiones”,
dijo el autor del estudio, Michael Grandner,
PhD, miembro del Centro para la Neurobiología del sueño circadiano y en
la Universidad de Pensilvania. Grandner y sus colegas determinaron que
los individuos que consumían la mayor variedad de nutrientes también
tenían los patrones de sueño más saludables, dormían entre siete y ocho
horas cada noche. Los individuos que dormían menos tendían a ser
deficiencias en proteínas y carbohidratos, junto con nutrientes como
hierro, zinc y selenio. Y en una conclusión que refuerza estudios
previos, el equipo observó que también duermen poco los que tienden a
consumir más calorías (expertos sospechan que, privadas de sueño, las
personas sufren de desequilibrios hormonales que aumentan los antojos).
“El sueño y la dieta son más similares de lo que parece”, explicó
Grandner. “Los dos tocan todos los sistemas del cuerpo, y el cuerpo
depende de ambos para seguir funcionando. Que interactúen no es
sorprendente, sino cómo interactúan podría serlo”. A pesar de los
hallazgos interesantes del estudio publicado recientemente, la
interacción entre el sueño y la dieta sigue siendo algo misterioso:
buenos hábitos de sueño podría incentivar a consumir alimentos más
nutritivos o una dieta más nutritiva y equilibrada podría ser crucial
para ayudarnos a conciliar el sueño y permanecer dormidos.
Una investigación anterior,
después de todo, había sugerido que la falta de hierro, calcio, y
magnesio, entre otros nutrientes, puede afectar la calidad del sueño.
Teniendo en cuenta lo que los expertos saben actualmente –explicó
Grandner–, la mejor apuesta para un sueño sólido es mantener su dieta
relativamente limpia y variada en un grado razonable: reemplazar el
sándwich de jamón y queso por otro menú algunos días a la semana, por
ejemplo. “Una cosa importante que podemos decir es que no tiene que ser
un cambio drástico”, señaló. “Es muy sencillo: una dieta saludable ayuda
a que el cuerpo funcione mejor, y como resultado, dormirá mejor”.
Fuente: cukmi.com
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