lunes, 19 de septiembre de 2011

La seducción del buen gusto francés

Sólo la admiración que suscita el savoir-faire francés, aunada a la más refinada herencia arquitectónica porteña de principios del siglo pasado, explica las dos horas y media de espera a las que ayer se entregaron más de 3500 porteños, ávidos por contemplar la magnificencia de los salones de la sede de diplomática de Francia, en Cerrito y Arroyo.

Los interiores del palacio Ortiz Basualdo -bien lo saben los porteños-, hilvanan uno de los más sugestivos recorridos por la historia de las artes decorativas y son el ejemplo más cabal del gusto y refinamiento europeo impuesto entre la aristocracia de principios del siglo XX.

Por cuarto año consecutivo, esa sede diplomática que funciona allí desde 1939 se abrió al público, en sintonía con las Jornadas Europeas de Patrimonio, en las que los 49 países de la Unión Europea (UE) muestran sus acervos y sitios de valor patrimonial.

Instauradas en 1984 por Jack Lang, por entonces ministro de Cultura de Francia, para difundir el patrimonio europeo, esas jornadas movilizan a unos 12 millones de visitantes que recorren cerca de 15.000 monumentos históricos, castillos y sitios patrimoniales de la UE.

Pero ayer, la iniciativa cultural sumó un imán irresistible para los visitantes vernáculos, en la plaza Pierre de Coubertin, contigua a la embajada: un inusual despliegue gastronómico en Le Marché (El Mercado), con productos y degustaciones de platos típicos franceses, organizado por la Asociación Gastronómica Francesa en la Argentina.

La excusa para la iniciativa gourmet fue la inclusión de la gastronomía francesa como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, que hizo la Unesco el año pasado.

La propuesta entusiasmó a los visitantes, que amenizaron la espera entregados a la degustación, pero también al "acopio" de productos de indiscutible calidad. Entre las opciones para comprar, había un despliegue variopinto de quesos franceses (coeur bleu,camembert, chèvre, etorki, brie, crotin) junto con mermeladas y tres variedades de mostaza de Dijon.

Aunque la presencia de cuatro reconocidos chefs galos -Paul Bondoux, Jérôme Mathe, Sébastien Fouillade y Eric Larve- fue lo que más sedujo al público, a partir de opciones como taboule , crêpes salados y dulces, simples baguettes de salame, jamón crudo y queso, u otras más elaboradas, rellenas con pollo marinado con especies y manzanas. La estrella indiscutida, sin embargo, fue la pastelería francesa: desde macarrons y boudoirs hasta gâteau au chocolat , tarte aux pommes , y los infaltables crêpes au nutella y mermeladas.

"Nos atacaron. En sólo dos horas, debimos salir de urgencia a reponer pastelería, traer más baguettes y otros productos del restaurante para abastecer la demanda", se jactaba Mathe, uno de los factótums de Café des Arts, el restaurante del Malba, mientras fileteaba a la vista de los comensales una pata de jamón. "Con Jean-Paul [Bondoux, su socio] somos un poco gitanos, y esto de atender el mercado tiene, además de mucho de francés, el encanto de la versatilidad del chef ", explicaba.

"El Mercado está bien; es una buena idea. Pero yo me esperaba una atmósfera más parisiense, con flores y madera, y no tanto una estética de stand", objetaba María Ciarliera, quien, como muchos otros, se declaraba enamorada de la cultura francesa.

Más cerca del ingreso a la embajada, el hotelero Fabián Carsana festejaba lo que sus ojos, adentro, acababan de ver: "Los franceses marcaron nuestra historia estética, y eso quedó muy claro en esta visita".

Fuente: lanacion.com

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