jueves, 29 de septiembre de 2011

EL AMBAY

El ambay es una planta como tantas otras de nuestra naturaleza, pero si traemos a la memoria las “pastillas del ambay”, ya su nombre nos deja de resultar extraño. A quién, alguna vez, no le recomendaron o le sugirieron este medicamento para los bronquios o la tos o el catarro?

Es una de las plantas curativas más tradicionales: ya don Domingo Saggese. en un artículo publicado en este mismo diario en 1928 daba cuenta, sucintamente, de la historia de la planta y remarca que "desde antes del descubrimiento de América" los aborígenes la usaban como un curativo eficaz. Luego Saggese cita a Oviedo que, en su "Historia natural y general de las Indias” (1535) la nombra, como también al padre Bernabé en su trabajo y a Pison y Maregray, naturalistas que ya desde los albores habían descubierto el uso que de la planta hacían los indios y sus particularidades en la aplicación de la farmacopea popular más sencilla.

El ambay es un árbol que puede alcanzar hasta los 10 metros de altura y se desarrolla naturalmente en Misiones, Chaco, Formosa, Corrientes, Paraguay y Brasil. Su nombre científico es Cecropia Adenopus y Cecropia Palmata Mart; pero entre sus nombres vulgares se encuentra ambay, el más conocido, y después en orden decreciente figuran ambahú, palo de lija, umbaúba, inbauva o embauba.

La parte empleada de esta planta, que pertenece a las familias de las moráceas, es la hoja. Desde tiempos inmemoriales se la emplea con fines curativos en las regiones del norte argentino y ella ha pasado a ser uno de los medicamentos populares más requeridos.

Entre las bondades de la hoja de ambay se encuentra muy especialmente la indicada para las afecciones catarrales de las vías respiratorias, pero no sólo hasta allí es efectiva esta hoja sino que su espectro cubre también resfríos, catarros comunes, bronquitis asmática, fatiga y hasta debilidades del corazón, puesto que tiene propiedades cardiológicas. Se ha comprobado, además, y en este mismo sentido, que cumple funciones regularizadoras en el corazón, pues con el uso cotidiano de la infusión de ambay los latidos se vuelven más lentos y regulares.

Su preparación, según Saggese, quien actuó mucho en el ámbito farmacéutico rosarino, es “en forma de cocimiento a la dosis de 20 gramos en un litro de agua, o sean cuatro o cinco tazas endulzadas con miel”.

En un curioso libro, “El médico botánico criollo”, de Grosourdy, se hace mención sobre las bondades del ambay, y también concuerda con ello el médico venezolano Michelena, quien ya había verificado que el medicamento producía la regularización de los latidos.

Pero Domingo Saggese no se queda solamente con sus investigaciones (que publica en su libro –“Yerbas medicinales argentinas”, en 1928) y recuerda que las observaciones hechas por Michelena, que pasaron inadvertidas en su momento, fueron comprobadas por Gilbert y Carnol tiempo más tarde.

Si bien el ambay no es la única planta que tiene esos atributos en curaciones broncopulmonares, es al menos una de las más conocidas y este conocimiento, como ya lo dijimos más arriba, viene directamente de la observación que los naturalistas hicieron de los indígenas cuyos medios precarios los obligaron a buscar en la naturaleza sus propios remedios y experimentarlos.

Cabe quizás una pequeña reflexión: si con el descubrimiento del Nuevo Mundo se conocieron innumerables elementos que los europeos no conocían o carecían de ellos, cantidad de metales como el oro y la plata; el maíz, el cacao, productos que ya los indígenas le daban su uso, entre esas luchas de las conquistas, cuántos elementos que hoy, quizás todavía no conocemos quedaron sepultados por la codicia, la rapiña desmesurada, la extrañeza propia de esos hombres que no siempre estuvieron seguros que la Tierra era redonda? Un tiempo quizás más propicio y, por lo tanto, beneficioso para la humanidad, tan necesitada de la paz para la investigación científica y el desarrollo espiritual del hombre, permitirá develar esa incógnita que alienta las banderas de la esperanza que no se deponen.
 
Fuente: bibliotecaria-detodocomoenbotica.blogspot.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario


Cascada Inacayal - Villa La Angostura - Patagonia Argentina