Aromático, ligero, fresco y con poco alcohol, el "vinho verde" que se
produce en el noroeste luso, y que no es verde pero sí único por el
equilibrio de sus características, ha conquistado los paladares más
exigentes de todo el mundo.
"La región donde se produce tiene una gran influencia costera y eso
determinó sus características únicas", relata a EFE Manuel Pinheiro,
presidente de la Comisión de Viticultura de la Región de los Vinos
Verdes (CVRVV).
Cada año, los valles de la ribera sur del Miño, al noroeste de Portugal, acogen unos 85 millones de litros de vino verde producidos por cerca de 22.000 vinicultores.
Al contrario de lo que parece obvio, no es de color verde y ni siquiera se produce con uvas verdes. El nombre alude a los verdosos campos de su origen y también a la juventud, ligereza y frescura que le caracteriza.
Protegida por las montañas y bañada por el mar, la Región de los Vinos Verdes alberga unas 21.000 hectáreas de viña y está bendecida por un clima ideal para la producción de vino verde de excelencia en sus tres variedades: blanco, rosado y tinto.
"El clima del Miño es bastante lluvioso pero, a partir de la primavera, comienza a ser cálido", explica Pinheiro antes de precisar que "el equilibrio entre humedad y calor permite que los propios vinos tengan también un buen equilibrio".
Mientras los blancos se caracterizan por su paladar único y aromático, los tintos son más vivos y refrescantes, y los rosados tienden a aromas intensos a frutos.
Los primeros vinos de la temporada aparecen en el mes de enero, tres meses después de la vendimia realizada entre la segunda semana de septiembre y el inicio de octubre, en función del perfil del caldo que se pretende producir.
Las características únicas del vino verde, tan conocidas por los portugueses, no han pasado desapercibidas en el resto del mundo ya que se ha convertido en el segundo más exportado, después del famoso vino de Oporto.
Estados Unidos, Alemania, Francia, Canadá, Reino Unido, Brasil y Suiza son los clientes más fieles y que más contribuyen a su exportación que, en 2013, creció cerca del 10 %, hasta alcanzar un total de 40 millones de euros.
"Hoy en día, el cliente no quiere vinos con mucho alcohol ni demasiado caros", subraya el presiente de la CVRVV, quien considera que esto contribuye al crecimiento del vino verde en el mercado extranjero y, de hecho, ya está presente en unos 100 países.
"El año pasado fue nuestro mejor año de exportación", destaca con satisfacción Pinheiro, convencido de que el vino verde "tiene mucho éxito internacional porque se ve diferente a todos los demás".
Elegido el vino del verano por los portugueses, ningún otro ha conseguido arrebatarle la categoría de rey del mercado en esa época del año, en la que combina a la perfección con las comidas más ligeras y refrescantes.
Pescado, marisco, carnes blancas, ensaladas, sushi o platos vegetarianos son los que mejor le van.
Jóvenes como él, los principales consumidores del vino verde son aquellos que aún están dando los primeros pasos en el intrincado mundo de la enología.
"Los consumidores normalmente empiezan por apreciar vinos más frescos y jóvenes. Luego, van bebiendo más los tintos, con más cuerpo y complejidad", constata Pinheiro.
Existen referencias a la existencia de este vino en la región norteña del Miño desde los años 95-51 a.C. y fue precisamente en esa zona, densamente poblada en la Edad Media, en la que la cultura de la viña se instauró a iniciativa de corporaciones religiosas, con el apoyo de la Corona portuguesa.
El vino se convirtió en una importante fuente de rendimiento para las poblaciones del noroeste de Portugal en los siglos XII y XIII, cuando el primer rey de Portugal, D. Afonso, eximió de pagar impuestos a los productores de vinos en los primeros cinco años de cosecha.
Los primeros vinos portugueses conocidos en los mercados europeos fueron los vinos verdes, que actualmente se conocen en todo el mundo y siguen conquistando nuevos adeptos día a día.
Fuente: http://www.finanzas.com/noticias/empresas/20140411/portugal-conquista-mundo-vino-2648896.html
Cada año, los valles de la ribera sur del Miño, al noroeste de Portugal, acogen unos 85 millones de litros de vino verde producidos por cerca de 22.000 vinicultores.
Al contrario de lo que parece obvio, no es de color verde y ni siquiera se produce con uvas verdes. El nombre alude a los verdosos campos de su origen y también a la juventud, ligereza y frescura que le caracteriza.
Protegida por las montañas y bañada por el mar, la Región de los Vinos Verdes alberga unas 21.000 hectáreas de viña y está bendecida por un clima ideal para la producción de vino verde de excelencia en sus tres variedades: blanco, rosado y tinto.
"El clima del Miño es bastante lluvioso pero, a partir de la primavera, comienza a ser cálido", explica Pinheiro antes de precisar que "el equilibrio entre humedad y calor permite que los propios vinos tengan también un buen equilibrio".
Mientras los blancos se caracterizan por su paladar único y aromático, los tintos son más vivos y refrescantes, y los rosados tienden a aromas intensos a frutos.
Los primeros vinos de la temporada aparecen en el mes de enero, tres meses después de la vendimia realizada entre la segunda semana de septiembre y el inicio de octubre, en función del perfil del caldo que se pretende producir.
Las características únicas del vino verde, tan conocidas por los portugueses, no han pasado desapercibidas en el resto del mundo ya que se ha convertido en el segundo más exportado, después del famoso vino de Oporto.
Estados Unidos, Alemania, Francia, Canadá, Reino Unido, Brasil y Suiza son los clientes más fieles y que más contribuyen a su exportación que, en 2013, creció cerca del 10 %, hasta alcanzar un total de 40 millones de euros.
"Hoy en día, el cliente no quiere vinos con mucho alcohol ni demasiado caros", subraya el presiente de la CVRVV, quien considera que esto contribuye al crecimiento del vino verde en el mercado extranjero y, de hecho, ya está presente en unos 100 países.
"El año pasado fue nuestro mejor año de exportación", destaca con satisfacción Pinheiro, convencido de que el vino verde "tiene mucho éxito internacional porque se ve diferente a todos los demás".
Elegido el vino del verano por los portugueses, ningún otro ha conseguido arrebatarle la categoría de rey del mercado en esa época del año, en la que combina a la perfección con las comidas más ligeras y refrescantes.
Pescado, marisco, carnes blancas, ensaladas, sushi o platos vegetarianos son los que mejor le van.
Jóvenes como él, los principales consumidores del vino verde son aquellos que aún están dando los primeros pasos en el intrincado mundo de la enología.
"Los consumidores normalmente empiezan por apreciar vinos más frescos y jóvenes. Luego, van bebiendo más los tintos, con más cuerpo y complejidad", constata Pinheiro.
Existen referencias a la existencia de este vino en la región norteña del Miño desde los años 95-51 a.C. y fue precisamente en esa zona, densamente poblada en la Edad Media, en la que la cultura de la viña se instauró a iniciativa de corporaciones religiosas, con el apoyo de la Corona portuguesa.
El vino se convirtió en una importante fuente de rendimiento para las poblaciones del noroeste de Portugal en los siglos XII y XIII, cuando el primer rey de Portugal, D. Afonso, eximió de pagar impuestos a los productores de vinos en los primeros cinco años de cosecha.
Los primeros vinos portugueses conocidos en los mercados europeos fueron los vinos verdes, que actualmente se conocen en todo el mundo y siguen conquistando nuevos adeptos día a día.
Fuente: http://www.finanzas.com/noticias/empresas/20140411/portugal-conquista-mundo-vino-2648896.html
Fuente: Area del Vino
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