Cuando uno aborda la obra de Marcelo Miras, plasmada en cada una de las botellas de partida limitada que forman parte de su proyecto personal, se encuentra con un concepto, con un hilo conductor.
En primer lugar, vale destacar que no hay artificios,
no hay maderas que disfracen la fruta o que tapen falencias en los
viñedos o en la vinificación. Tampoco se trasluce en su concepto una tensión entre las escuelas que pugnan por la madurez extrema o los vinos más "verdes" y de acidez mordiente.
En ese sentido se puede asegurar que los vinos que Miras alumbra no tienen mayores pretensiones que avanzar por el camino del equilibrio, sin tensiones, en plena armonía. En sus vinos manda la fruta, hay tipicidad y sin que nada resulte demasiado forzado.
"Mi estilo como enólogo, es de realizar una enología práctica, sensitiva, sencilla, descifrando en cada vendimia, lo que la uva nos da, sin recetas ni protocolos, corriendo riesgos en oportunas tomas de decisiones", se autodefine Miras al enfocarse en su proyecto personal, aquél que viene desarrollando de manera metódica a la par de su trabajo como enólogo jefe de un gigante patagónico como Bodega del Fin del Mundo.
En este punto, Miras asegura que la "libertad creativa"
es igual tanto a la hora de abordar sus vinos propios como los de BDFM.
"De hecho, estoy desde la hora cero en esta bodega, sumando las
sugerencias y experiencias de Michel Rolland para lograr productos de
excepción", sostiene, aunque luego agrega que "por supuesto, las diferencias están en los volúmenes y las presiones comerciales, que son distintas para cada caso".
El inicio
Parte de la génesis del proyecto personal de Marcelo Miras hay que buscarla en Hans Vinding Diers, creador de grandes bodegas en todo el mundo y que en la Argentina dio vida a Noemía.
"Fue él quien allá por el 2000 termina de entusiasmarme con la idea. Al año siguiente hicimos dos barricas para beber con la familia y amigos. Ya para el 2004 contábamos con unas 2.000 botellas de Malbec para beber y vender. Y finalmente, en el 2005 iniciamos nuestra comercialización bajo la marca Ocio", detalla.
A más de una década del inicio de su propia aventura, puede afirmarse que el proyecto de Miras está consolidado: en 2013 produjeron unas 15.000 botellas y para esta vendimia incrementaron un poco el volumen, pero siempre, recalca el enólogo, "bajo el concepto con el que nos iniciamos: primero la calidad, segundo la calidad y tercero la calidad".
Con la Patagonia a flor de piel
Se sabe que Marcelo Miras nació en Mendoza, pero hace 25 años que trabaja en la Patagonia, a punto tal que hoy este enólogo es uno de los hijos pródigos de esta zona y uno de los exponentes fundamentales que ayudaron a pulir y a definir un estilo.
"La Patagonia es una región increíble para producir uvas y vinos. Nuestra filosofía, de hecho, es ´uva-hombre-vino´: las características de las uvas, que crecen en un ambiente semidesértico, con brisas y vientos permanentes, naturalmente orgánico. Allí, el hombre, con su trabajo, genera cambios en el viñedo y en la bodega, para producir -con técnicas adecuadas-, grandes vinos,
reflejando en ellos la frescura de su acidez, sus ricos aromas
frutados, la mineralidad típica de sus suelos y, además, en los vinos
tintos, su intenso color, proveniente de bayas pequeñas y de piel
gruesa", detalla, con palpable emoción.
Su trabajo en BDFM le permitió convertirse en uno de los referentes de los vinos de la región, lo que le permitió conocer a gran parte de los productores de uva, con los que viene trabajando desde hace años para su proyecto personal.
"El hecho de llevar 25 años en el Valle de Río Negro y habiéndolo recorrido a lo largo y ancho me permitió entrar en contacto con muchos viticultores, caminando sus viñedos y elaborando sus uvas. Esto me ha dado una gran experiencia en los distintos terruños", completa.
Actualmente Miras compra uvas de distintos viñedos situados en el Alto Valle, más precisamente en zonas como Fernández Oro, Guérrico, General Roca, Mainqué, Ingeniero Huergo y Valle Azul.
El punto a destacar es que 2014 viene con una novedad: será la primera vendimia en la cual incorpore uvas de un viñedo de 20 años de antigüedad de la micro-región de Cervantes, que es propiedad de su hijo Pablo. Es decir, la primera cosecha con viñedo familiar propio. Así, el círculo se va cerrando.
Sus vinos
Como se señaló en un comienzo, su estilo -que conjuga mucha fruta, uso racional de la madera, acidez en su punto justo, un período más que suficiente de crianza-, permite alumbrar vinos sin urgencias, francos y expresivos, sin excesos.
Bajo esta metodología de enología, que denomina como "práctica y sensitiva", Miras alumbra varios ejemplares que vale la pena conocer.
Uno de ellos es su Malbec, cuya cosecha 2011 actualmente se comercializa a un precio sugerido de $140.
A partir de viñedos ubicados en Mainque y General, Miras alumbra un
vino con abundante fruta roja, tipo confituras, sumado a tenues ahumados
y notas de caramelo, propias de su paso a lo largo de 15 meses en
barricas de roble francés y americano de distintos niveles de uso. En
boca es un vino de paladar pleno, con buena untuosidad y concentración.
Sus taninos, bien trabajados, le confieren un andar amable.
Su medio de boca es un espectáculo: más fruta roja y notas propias de
la crianza, bien integradas, que perduran largo rato en boca.
"En la región patagónica, el Malbec se adaptó muy bien al clima y al suelo y se caracteriza por su maduración media, que se da hacia fines de marzo y primeras semanas de abril, lo que permite lograr un buen equilibrio entre azúcares y ácidos", explica el enólogo.
A la hora de resaltar sus características primordiales, destaca que "de este cepaje, en esta región, se obtienen vinos de excelente calidad,
tanto para beber jóvenes como para vinos de crianza y guarda, los
cuales se destacan por un color muy intenso y oscuro, con reflejos
violáceos y aromas florales y frutados. En boca son amables, de buen cuerpo y de taninos suaves, de equilibrada acidez y mineralidad típica de la Patagonia".
Miras también es uno de los grandes precursores del Cabernet Franc en esta región, variedad de la que destaca "su gran poder de adaptación al terroir desde el punto de vista agronómico y por los increíbles vinos obtenidos en sus distintos estilos".
Mircas Cabernet Franc 2011($175, precio sugerido) es un gran ejemplar, que ofrece una paleta que conjuga la madurez de la fruta roja, especias, una pirazina suave y toques de vainilla. En tanto, su excelente acidez, sus taninos con buen agarre que suman una cuota de nervio, le dan gran presencia en el paladar, sin dejar a ser un vino amable y de larga persistencia, que deja un rico recuerdo a fruta y ahumados.
Paralelamente, de su línea entry level, un buen hallazgo es el Chardonnay Miras Joven 2013, que se consigue en el mercado a un precio sugerido de $60.
Se trata de un blanco fresco en nariz, con leves notas tropicales, apuntaladas por notas de frutas de pepita, como manzana y pera. En boca es de esos Chardo de gran balance: algo de untuosidad, pero con una acidez fragante, que le otorga una fluidez envidiable. En el paladar, la fruta, fresca y prolija, contribuye al equilibrio general de este ejemplar joven y fresco.
De cara al futuro, Miras asegura que la única manera de seguir creciendo es mantener un ojo puesto, de manera casi obsesiva, en la calidad:
"El proyecto familiar va consolidándose año tras año, con el firme
propósito de elaborar vinos de características particulares, con un
crecimiento en la cantidad, respetando nuestro propósito inicial: el de
mantener siempre la calidad por respeto a los consumidores".
© Por Juan Diego Wasilevsky - Editor Vinos & Bodegas iProfesional - vinosybodegas@iprofesional.com
Fuente: iprofesional.com
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