En momentos en que crece la pelea a nivel internacional por ganar una
porción del mercado del vino, la Argentina debe enfrentar un doble problema:
mientras que bodegas del Viejo Mundo salen a dar batalla con precios
bajos a raíz de la crisis que afecta al continente europeo, en el plano
local, la suba de costos complica la ecuación de la competitividad.
En este contexto, Wines of Argentina, el organismo
de promoción de exportaciones del sector vitivinícola, días atrás
realizó en Mendoza una nueva edición del ya clásico Argentina Wine Awards, un certamen donde se premia a las mejores etiquetas nacionales y durante el cual, además, se realiza un intenso seminario para analizar las diferentes tendencias del mercado mundial.
Este año, bajo el slogan "Next generation", el leit motiv fueron esos nuevos consumidores de entre 25 y 35 años que se vienen sumando al consumo y que, en parte, pueden tener la llave para que la Argentina se mantenga en la senda del crecimiento.
Vinos & Bodegas estuvo en Mendoza y dialogó con José "Pepe" Zuccardi,
CEO de la bodega que lleva su nombre y un referente indiscutido de la
actividad, quien analizó el complejo presente que enfrenta el sector y
los desafíos de seguir posicionando al vino argentino en las góndolas
del mundo.
"En la actividad vitivinícola, la competitividad está conformada por un sinnúmero de variables y está ligada a muchísimos eslabones,
por eso es clave trabajar en todos los frentes. Lo que estamos haciendo
ahora, trayendo comunicadores, periodistas y expertos del exterior,
para que prueben y hablen de nuestros productos y les cuenten lo que
sucede con el vino argentino a las nuevas generaciones, también es parte de esa competitividad, porque de alguna manera ayuda a conocer y hacernos conocer en otros mercados", disparó Zuccardi.
-Respecto al tema de la
competitividad, un punto que preocupa en la industria es el crecimiento
de las exportaciones de vino a granel y la desaceleración del
embotellado...
-La Argentina tiene que exportar una proporción de sus vinos a granel, no es malo, pero hay algo cierto y es que la imagen de marca país se construye a partir de los vinos embotellados,
que es el producto a través del cual la vitivinicultura vende
identidad, valor agregado y todos los elementos que se necesitan para
comunicar una imagen, porque el vino se expresa a sí mismo, pero también
a la Argentina. Esto es lo que venimos predicando. El problema es que,
en el mundo, cada país pelea por tratar de agregar valor y bajar costos.
Y esto se nota mucho en los Estados Unidos, donde las empresas buscan
que todos los trabajos de valor agregado queden dentro de las fronteras
de su mercado. Y esto favorece a este fenómeno que determina que a los
importadores les resulte más ventajoso comprar el vino a granel que adquirirlo ya embotellado.
-¿Cuál es tu visión respecto al
terreno que están perdiendo en el exterior las bodegas nacionales
enfocadas en los segmentos más económicos?
-Hay una realidad: la Argentina no puede participar agresivamente en los niveles más competitivos de precios.
Y esto tiene un aspecto negativo pero uno positivo. Respecto al primer
punto, hay segmentos y espacios en las góndolas del mundo que se
pierden, eso no es bueno. Pero, por otro lado, hay algo interesante y es
que estamos saliendo a competir en segmentos de calidad más altos,
donde los márgenes nos permiten seguir trabajando. Entonces, es un
hecho con dos caras. Hay que tener en cuenta además que países como
Chile, por ejemplo, están enfocados en los niveles de entrada y esto
implica un problema para ellos: el consumidor los pasa a identificar
solamente con esos segmentos. Por eso no hay que dejar de ver que las
bodegas nacionales estamos saliendo a competir en segmentos de mayor calidad.
-¿Cuáles son los costos que más negativamente están impactando en el negocio?
-Los aspectos de competitividad que rodean al vino no están vinculados únicamente con los insumos, sino que también impacta mucho el tema de los servicios, como el logístico.
De hecho, poner una caja en el puerto nos cuesta mucho más que a los
competidores de otros países. Esto lleva a situaciones como que el
transporte interno termine resultando más caro que el flete marítimo.
Todo esto nos está poniendo en una posición desventajosa respecto a otros jugadores.
-Justamente un sector cuya función es ser una suerte de "embajador" en el mundo...
-Exacto. Para nosotros, cuidar la competitividad del sector vitivinícola no sólo es un deber de la industria, sino que es un deber de toda la sociedad.
Porque cuando ponemos un vino argentino en el exterior estamos abriendo
la puerta para la exportación de otros productos nacionales. Estamos construyendo marca argentina. Este es un punto que no hay que descuidar.
Por Juan Diego Wasilevsky - Editor Vinos & Bodegas - vinosybodegas@iprofesional.com
Fuente: iprofesional.com
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