El fin del verano y la llegada del otoño coinciden con la época de uno de los
postres mediterráneos por excelencia: los higos. Su temporada es tan
breve, que hay que darse prisa para disfrutarlos; aunque pueden
consumirse secos durante todo el año. Los higos han sido considerados desde
tiempos remotos un alimento exquisito y sagrado, propio de divinidades. Su
origen hace miles de años, lo encontramos en toda la vertiente
mediterránea, donde el clima siempre ha sido propicio para su desarrollo.
Características
Bajo la piel verde y fina encontramos una pulpa blanca y
marrón llena de pepitas que posee un intenso sabor dulce.
Es fruto de la higuera y se puede encontrar fácilmente en el
mercado cuando va terminando el verano.
En los países de la cuenca Mediterránea, es muy habitual cogerlos de las higueras silvestres o cultivadas que predominan en el campo y los huertos.
Tradicionalmente, cuando el higo rezuma una gota de jugo de la pulpa por su parte inferior, se sabe que ya está maduro. Es lo que se conoce como la 'miel del higo'.
Propiedades nutricionales
Su alto contenido en agua hace que su valor energético no
sea muy elevado: 80 calorías por cada 100 gramos.
Su alto aporte de fibra
convierte al higo en el mejor regulador del tránsito intestinal.
Como todas las frutas, son ricos en vitaminas y minerales.
El calcio y el potasio predominan en su composición, así como la provitamina A,
vitamina C y
vitaminas del grupo B, como la B1 y B2.
Los diabéticos tendrán que tener cuidado al consumirla, porque tiene importantes cantidades de glucosa y fructosa.
Variedades/Tipos
Se suelen diferenciar en dos tipos: los higos blancos, que
engloban a los de este color y a los verdes o amarillentos (los que están en su
punto exacto de madurez); y los coloreados, que pueden ser
morados o azulados y negros.
Consejos de uso en la cocina
Esta fruta ofrece muchas posibilidades en la cocina, ya que
con la pulpa se pueden elaborar jaleas, helados, compotas y mermeladas, así como
rellenos de tartas, bizcochos y bollería. Muy conocido es el famoso pan de higo, así como las
tortas; asimismo, los higos son
deliciosos acompañados con almíbar o chocolate.
Tampoco debemos descartar la idea de mezclarlos con platos
salados. Una salsa de higos puede ser el complemento perfecto para
darle un buen contraste de sabores a una ensalada con frutos secos, una buena carne roja o de caza, así como la mejor forma de
acompañar el foie, el jamón o el magré de pato.
Los higos desecados, conocidos como ‘secos’, están
tradicionalmente ligados a la Navidad de los países mediterráneos. Para muchos son todo un manjar. Aunque son mucho
más energéticos (250 calorías por 100 gramos) que los higos frescos, su
composición incluye gran cantidad de elementos muy saludables para el
organismo.
Curiosidades
En Grecia era una fruta muy consumida. Se dice que era la preferida
de Platón.
Los romanos lo incluían como uno de los mejores postres para coronar un buen
banquete y muchas civilizaciones pensaban que era un potente
afrodisíaco.
Con esta fruta, se elaboran en España ciertas bebidas
alcohólicas, así como algunas variedades de aguardiente.
Fuente: cocina.facilisimo.com
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