miércoles, 23 de mayo de 2012

Reducir la cantidad de sal de las comidas no significa sacrificar sabor

Tras considerar que la incorporación de sal a las comidas es cultural y por lo tanto es modificable, especialistas explicaron que “cualquier persona que empieza a consumir menos sodio en forma gradual produce un aumento de las papilas gustativas y los receptores del sodio y la persona empieza a sentir los mismos sabores que cuando consumía más sodio”

Los argentinos estamos acostumbrados a comer con bastante sal, si bien el máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 5 gramos, se estima que en la Argentina cada persona consume alrededor de 12 gramos diarios, y un cuarto de la población tiene la costumbre de agregar sal a las comidas antes de probarlas, hábito que constituye un factor de riesgo muy importante para el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles.

Sebastián Laspiur, director de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud de la Nación explicó que “un concepto muy importante que se debe tener en cuenta es que reducir el sodio no representa necesariamente sacrificar el sabor”. En ese sentido, el especialista aclaró que “cualquier persona que empieza a consumir menos sodio en forma gradual produce un aumento de las papilas gustativas y los receptores del sodio y la persona empieza a sentir los mismos sabores que cuando consumía más sodio“.

A modo de ejemplo, Laspiur indicó que “esto ocurre muy frecuentemente con los hipertensos que cumplen efectivamente una dieta con un muy bajo nivel de sodio. A las cuatro semanas los receptores del gusto cambian, se readecúan y si se le da un plato que antes solía consumir, lo rechazan, lo que demuestra que todos podemos hacerlo sin sacrificar el sabor de siempre”.

“La incorporación de sal a las comidas es cultural, por lo tanto es modificable. De hecho otras culturas, a diferencia de la nuestra, utilizan una gran diversidad de especias para condimentar los alimentos en lugar de la sal”, sostuvo Laspiur.

“Hay que tener en cuenta que por cada gramo de sal que logramos disminuir de la media nacional de consumo, estamos evitando 2000 muertes cada año. La sal no solamente es perjudicial para las personas que tiene hipertensión, sino que también representa algún nivel de perjuicio para la salud de todas las personas”, aseguró el funcionario y agregó que están “tratando de cambiar ese paradigma, porque chicos, jóvenes, adultos, embarazadas, todos tenemos una consecuencia negativa muy importante por el exceso de consumo de sal“.

Según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo elaborada por la cartera sanitaria nacional en 2009, el 34% de las personas mayores de 18 años tiene hipertensión arterial. “Si nos acostumbramos a bajar el nivel del consumo de sal primero vamos a ser mucho menos hipertensos en el futuro y por otro lado vamos a disminuir el riesgo de mortalidad cardio y cerebrovascular, porque hay una relación directa de las poblaciones del consumo medio de sal con la tasa de ataques cerebrovasculares e infartos agudos de miocardio”, explicó Laspiur.

Datos sobre el consumo de sal

Actualmente, en la Argentina se estima que el consumo diario de sal por persona asciende a 12 gramos, constituyéndose este hábito en un factor de riesgo significativo para la salud de la población. La última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (2009) arrojó que el 25,3% de la población agrega siempre sal a la comida después de la cocción de los alimentos.

Según proyecciones de la cartera sanitaria nacional, la reducción de 3 gramos de sal en la dieta de toda la población salvaría unas 6.000 vidas anuales y evitaría aproximadamente 60.000 eventos cardiovasculares y ataques cerebrovasculares (ACV) cada año.

La intervención del Estado, de manera conjunta y coordinada, con todos los sujetos públicos y privados involucrados en la cadena de producción de alimentos apunta a generar un impacto significativo en la reducción del consumo de sodio, ya que está comprobado que más del 60 por ciento de la sal ingerida por las personas proviene de este tipo de alimentos.

Con el objetivo de reducir el contenido de sodio en los grupos de alimentos industrializados, los Ministerios de Salud y de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, en 2010, suscribieron un convenio marco con la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL) con la finalidad de que la población argentina disminuya el consumo de sal y, de esta manera, se logre incidir sobre uno de los principales factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular.

El acuerdo establece que el sector industrial de alimentos reducirá de manera voluntaria y progresiva el contenido de sodio en los cuatro grupos de alimentos procesados prioritarios, integrados por los productos cárnicos y sus derivados -entre los que se encuentran chacinados cocidos y secos, y embutidos y no embutidos-; los farináceos como galletitas, panificados y snacks; los lácteos, incluyendo una gran variedad de tipos de quesos; y las sopas, aderezos y conservas.

Las metas de este acuerdo sin precedentes en la región de las Américas fueron fijadas a dos años, y tienen por objetivo promover la reducción del consumo de sal en la Argentina a partir de un trabajo mancomunado entre el Estado y la Industria Alimentaria para alcanzar, en 2020, la meta de 5 gramos diarios de consumo promedio de sal por persona, según el valor máximo recomendado por la OMS.

Fuente: infobae.com

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