Tras considerar que la incorporación de sal a las comidas es cultural
y por lo tanto es modificable, especialistas explicaron que “cualquier
persona que empieza a consumir menos sodio en forma gradual produce un aumento de las papilas gustativas y los receptores del sodio y la persona empieza a sentir los mismos sabores que cuando consumía más sodio”
Los
argentinos estamos acostumbrados a comer con bastante sal, si bien el
máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 5
gramos, se estima que en la Argentina cada persona consume alrededor de 12 gramos diarios,
y un cuarto de la población tiene la costumbre de agregar sal a las
comidas antes de probarlas, hábito que constituye un factor de riesgo
muy importante para el desarrollo de enfermedades crónicas no
transmisibles.
Sebastián Laspiur, director de Promoción de la Salud y Control de
Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud de la Nación
explicó que “un concepto muy importante que se debe tener en cuenta es
que reducir el sodio no representa necesariamente sacrificar el sabor”.
En ese sentido, el especialista aclaró que “cualquier persona que
empieza a consumir menos sodio en forma gradual produce un aumento de
las papilas gustativas y los receptores del sodio y la persona empieza a
sentir los mismos sabores que cuando consumía más sodio“.
A modo de ejemplo, Laspiur indicó que “esto ocurre muy frecuentemente
con los hipertensos que cumplen efectivamente una dieta con un muy bajo
nivel de sodio. A las cuatro semanas los receptores del gusto cambian,
se readecúan y si se le da un plato que antes solía consumir, lo
rechazan, lo que demuestra que todos podemos hacerlo sin sacrificar el
sabor de siempre”.
“La incorporación de sal a las comidas es cultural, por lo tanto es
modificable. De hecho otras culturas, a diferencia de la nuestra,
utilizan una gran diversidad de especias para condimentar los alimentos en lugar de la sal”, sostuvo Laspiur.
“Hay que tener en cuenta que por cada gramo de sal que logramos
disminuir de la media nacional de consumo, estamos evitando 2000 muertes
cada año. La sal no solamente es perjudicial para las personas que
tiene hipertensión, sino que también representa algún nivel de perjuicio
para la salud de todas las personas”, aseguró el funcionario y agregó
que están “tratando de cambiar ese paradigma, porque chicos, jóvenes,
adultos, embarazadas, todos tenemos una consecuencia negativa muy importante por el exceso de consumo de sal“.
Según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo elaborada por
la cartera sanitaria nacional en 2009, el 34% de las personas mayores
de 18 años tiene hipertensión arterial. “Si nos acostumbramos a bajar el
nivel del consumo de sal primero vamos a ser mucho menos hipertensos en
el futuro y por otro lado vamos a disminuir el riesgo de mortalidad
cardio y cerebrovascular, porque hay una relación directa de las
poblaciones del consumo medio de sal con la tasa de ataques
cerebrovasculares e infartos agudos de miocardio”, explicó Laspiur.
Datos sobre el consumo de sal
Actualmente, en la Argentina se estima que el consumo diario de sal por persona asciende a 12 gramos,
constituyéndose este hábito en un factor de riesgo significativo para
la salud de la población. La última Encuesta Nacional de Factores de
Riesgo (2009) arrojó que el 25,3% de la población agrega siempre sal a
la comida después de la cocción de los alimentos.
Según proyecciones de la cartera sanitaria nacional, la reducción de 3
gramos de sal en la dieta de toda la población salvaría unas 6.000
vidas anuales y evitaría aproximadamente 60.000 eventos cardiovasculares
y ataques cerebrovasculares (ACV) cada año.
La intervención del Estado, de manera conjunta y coordinada, con
todos los sujetos públicos y privados involucrados en la cadena de
producción de alimentos apunta a generar un impacto significativo en la
reducción del consumo de sodio, ya que está comprobado que más del 60
por ciento de la sal ingerida por las personas proviene de este tipo de
alimentos.
Con el objetivo de reducir el contenido de sodio en los grupos de
alimentos industrializados, los Ministerios de Salud y de Agricultura,
Ganadería y Pesca de la Nación, en 2010, suscribieron un convenio marco
con la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL)
con la finalidad de que la población argentina disminuya el consumo de
sal y, de esta manera, se logre incidir sobre uno de los principales
factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular.
El acuerdo establece que el sector industrial de alimentos reducirá
de manera voluntaria y progresiva el contenido de sodio en los cuatro
grupos de alimentos procesados prioritarios, integrados por los
productos cárnicos y sus derivados -entre los que se encuentran
chacinados cocidos y secos, y embutidos y no embutidos-; los farináceos
como galletitas, panificados y snacks; los lácteos, incluyendo una gran
variedad de tipos de quesos; y las sopas, aderezos y conservas.
Las metas de este acuerdo sin precedentes en la región de las Américas fueron fijadas a dos años, y tienen por objetivo promover la reducción del consumo de sal en la Argentina a
partir de un trabajo mancomunado entre el Estado y la Industria
Alimentaria para alcanzar, en 2020, la meta de 5 gramos diarios de
consumo promedio de sal por persona, según el valor máximo recomendado
por la OMS.
Fuente: infobae.com
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