Por Nora Bär | LA NACION
La
obesidad parece ser la quinta esencia de los enemigos de la salud: no
sólo está en el origen de un sin número de enfermedades orgánicas, sino
que además daña el cerebro.
Y
no porque genere conflictos psicológicos. Estudios realizados en
personas de 70 años o más mostraron que los que tenían sobrepeso (índice
de masa corporal entre 25 y 30), mostraban una disminución del 4% de su
tejido cerebral comparados con sus pares de peso normal. Y en los que
tenían obesidad (IMC=30 o más), la disminución era de un 8%. Es más,
esta pérdida de materia gris y blanca se localiza en regiones cruciales
para las tareas cognitivas, lo que aumentaría la vulnerabilidad al mal
de Alzheimer.
Estos
desconcertantes resultados fueron obtenidos por el equipo de
investigación del doctor Oscar López, neurólogo mendocino que, después
de finalizar su residencia en neurología en el Hospital Rivadavia, se
fue a trabajar a la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, donde
dirige la División de Neurología del Comportamiento.
López,
actualmente uno de los nombres más destacados en el tema, investigador y
consultor de grandes estudios epidemiológicos internacionales, acaba de
pasar por Buenos Aires y se refirió al flagelo de esta enfermedad que
ya afecta a más de 35 millones de personas durante un encuentro en el
Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco).
-Doctor López, ¿cuál es la relación entre volumen cerebral y Alzheimer? ¿Y entre edad y volumen cerebral?
-El
volumen cerebral por sí mismo no es un indicador de riesgo. Las mujeres
normalmente tienen el cerebro un poco más chico que el hombre y eso no
tiene nada que ver con la cognición (hay quienes dicen que los hombres
lo usan mal y las mujeres, bien). Lo que aumenta la vulnerabilidad es la
pérdida de sustancia gris y blanca. Y en ese sentido la edad es
devastadora: no tiene misericordia con el cerebro. Sin embargo, hay
personas con una atrofia importante que no desarrollan los síntomas
clínicos de la enfermedad.
-¿También hay quienes tienen placas amiloides [la marca característica del Alzheimer] y están cognitivamente normales?
-Alrededor del 30% de la población sin problemas cognitivos tiene amiloide en el cerebro. Es algo que nos deconcierta.
-¿Esto
significa que, por ahora, los estudios de biomarcadores (como las
placas amiloides o la proteína Tau o el gen ApoE-4) no son concluyentes?
-
Así es, se puede tener el marcador sin desarrollar clínicamente la
enfermedad. Por ahora, la recomendación en los Estados Unidos es que se
usen solamente en investigación. El gen ApoE-4 explica muy poco. Por
ejemplo, en Finlandia, el 20% de la población tiene el ApoE-4, y en
España, el 10%. Sin embargo, la incidencia de Alzheimer en el Norte y en
el Sur es la misma.
-¿Cómo se distingue entre el envejecimiento cerebral normal y el patológico?
-El
criterio es el siguiente: mi memoria es peor que la de los muchachos
jóvenes, pero está a la par de la gente de mi misma edad y educación.
Soy diferente de los individuos jóvenes, pero igual a mis pares. Eso es
envejecimiento normal. El patológico es cuando soy diferente de los
chicos, y también de mis pares.
-¿Los olvidos son siempre el primer síntoma de la enfermedad?
-También
puede suceder que debute con problemas visuales. Los pacientes van al
oculista, les dicen que tienen cataratas o glaucoma... Esto ocurre
porque la enfermedad comienza afectando partes del cerebro que se
relacionan con la visión. Es lo que los médicos llamamos "Alzheimer
posterior". También puede presentarse con trastornos del lenguaje,
confusión... Por otro lado, hay dos formas de Alzheimer: el que comienza
antes de los 85 es como un huracán, y el que aparece después, como una
tormenta de verano.
-¿La progresión es distinta en uno y en otro?
-Es muy similar. Una vez que empezaron los síntomas, se manifiesta abiertamente en dos o tres años.
-¿Los efectos de la edad no podrían deberse en realidad a otros trastornos vinculados?
-Es
un fenómeno extremadamente complejo, porque con la edad llegan
enfermedades que afectan al cerebro. La hipertensión, que es muy común,
lesiona regiones que normalmente son dañadas también por la enfermedad
de Alzheimer. Ambas tienen un efecto sinérgico. Si analizamos la
perfusión de los vasos cerebrales, vemos algo similar. Y lo mismo ocurre
con la insulinemia y el estado prediabético. Todos estos fenómenos van
creando una vulnerabilidad. Cuando viene el Alzheimer y golpea, si
existen estos factores, la enfermedad empieza antes. Esto no quiere
decir que si tengo hipertensión voy a tener necesariamente Alzheimer,
pero si no la trato, crece el riesgo de que los síntomas aparezcan antes
que en una persona que tiene presión normal.
-Además de una dieta sana, se aconseja hacer actividad física para proteger el cerebro. ¿Cuánto se necesita?
-El
ejercicio juega un rol preponderante en la protección. Se calcula que
si una persona camina 72 cuadras por semana o más, tiene un mayor
volumen cerebral. Nosotros vimos que personas que habían hecho actividad
física en 1990/91, tenían mayor volumen en 1998/99 y menor incidencia
de Alzheimer en 2004, 2005. ¿Y tiene alguna importancia si, además de
mantenerme activo, hago un poquito más de ejercicio? Sí. A mayor gasto
calórico por semana, mayor volumen cerebral. A propósito: también parece
ser protector el consumo de pescado, pero sólo hervido o al horno.
-¿Cuándo empieza la atrofia cerebral normal?
-Algunos
dicen que empieza entre los 50 y los 60, pero los estudios no son
conclusivos, porque son transversales [toman "la foto" de un momento] y
se necesitarían análisis longitudinales, que siguieran a grupos de
personas a lo largo del tiempo.
-Usted
explica que el mayor factor de riesgo para desarrollar la enfermedad es
la edad. ¿Cómo se traduce eso en términos epidemiológicos?
-Nosotros
hicimos un estudio en cuatro ciudades de los Estados Unidos y vimos
cómo la enfermedad va aumentando hasta llegar a los 85 años, donde
prácticamente la mitad de la población tenía la enfermedad. Se calcula
que después de los 95 años, sólo el 4% de las personas mantiene sus
capacidades cognitivas normales. O sea, estar cognitivamente normal es
anormal. Todo indica que no se puede pasar la barrera de los cien años.
-¿Es optimista sobre la posibilidad de encontrar formas de evitarlo?
-Sí,
cautamente optimista. Creo que algo se va a descubrir. Lo que estamos
haciendo ahora se llama "compresión de la morbilidad": se trata de
llegar sanos, y en buenas condiciones cognitivas a edades avanzadas.
Estamos viviendo una etapa única en la humanidad. Millones y millones de
personas van a llegar a los 85 o 90 años. Nosotros somos la generación
intermedia, que probablemente tenga que pagar el precio para que las
siguientes entiendan este proceso. Sólo ahora comprendemos que podemos
protegernos cambiando el estilo de vida. No es necesario recurrir a
cosas mágicas o caras. Ese concepto que parece tan simple, de sentido
común, hace diez años no lo teníamos.
No necesariamente hay que ser obeso....
ResponderEliminarMi madre, que desarrollo la enfermedad es delgada y realizó actividad fisica hasta los 80 años...
Un caso como este, basta para tirar abajo esta "teoria"...