Es lo que mucha gente desea, perder mucho peso en poco tiempo,
pero esto es algo poco saludable. El cuerpo tiene que adaptarse poco a
poco a la pérdida de peso, solo así después logrará mantener el peso
alcanzado. Perder mucho en poco tiempo es síntoma de una dieta muy
severa o un exceso de gasto de energía en relación a la ingesta, algo
que a la larga pasa factura.
Los principales problemas de perder mucho peso en poco tiempo
son la deshidratación, la sensación de fatiga crónica y la mayor
probabilidad de sufrir una lesión y un trastorno de la alimentación como
la anorexia. Como ves, son problemas nada agradables, sobre todo si te
gusta el deporte y la vida sana, por eso mejor adelgazar poco a poco y
no poner en riesgo la salud.
La deshidratación en la pérdida de peso
Muchas dietas milagro se basan en la pérdida de líquidos o deshidratación
para crear una falsa sensación de pérdida de peso, ya que tarde o
temprano ese agua se recuperará cuando volvamos a una normalidad
dietética.
Son sobre todo la práctica del ayuno, las dietas hiperproteicas y
las dietas muy bajas en calorías las que provocan esta deshidratación.
Estas pérdidas notables de agua en el organismos tienen consecuencias a nivel cardiovascular y renal
pues la sangre es en su mayor parte agua y si hay deshidrtación la
sangre se espesa y hay problemas en su circulación: la tensión arterial
se desploma y comienzan los problemas para regular la temperatura
corporal.
Una pérdida del 2-4% del peso por deshidratación,
hablamos de unos 2-3 kilos en una persona media de 70 kilos, supone una
bajada de rendimiento importante en las funciones básicas, lo que nos
lleva al siguiente apartado: la fatiga crónica o esa senación de que el
cuerpo pesa y estamos constantemente cansados.
Fatiga crónica en grandes pérdidas de peso
Este es uno de los primeros síntomas de que estamos haciendo mal una dieta para perder peso. Si el organismo se siente fatigado de manera constante
quiere decir que estamos restringiendo demasiado los nutrientes y las
actividades normales del organismo se resienten y trabajan bajo mínimos.
También se ve afectado el sistema nervioso. Las grandes pérdidas de peso
activan el sistema nervioso parasimpático, es decir, el cuerpo se
vuelve ahorrador de energía y no hay mejor forma de ahorrar energía que
hacerle sentir cansado.
El hipotálamo, centro regulador de funciónes como
el apetito, el sueño o las emociones también se verá alterado. Es por
esto que cuando hacemos una dieta drástica el sueño se ve afectado,
descansamos mal y estamos muy irascibles, todo nos molesta.
Aparición de lesiones en la pérdida de peso
Un factor muy importante en la gente que hace deporte, ya que una pérdida drástica de peso conllevará también una pérdida de músculo,
que en gran parte es el protector de huesos y articulaciones. Si
nuestros músculos están más débiles y seguimos haciendo deporte con
igual intensidad las lesiones no tardarán en aparecer.
Los huesos también pueden volverse más débiles
debido a la falta de nutrientes, aumentando las probabilidades de sufrir
una fractura cuando hacemos deporte. Si además unimos el hecho de que
hay pocas reservas energéticas de glucógeno, habrá fatiga desde el
momento en que comenzamos a hacer deporte, influyendo en la técnica y
por tanto aumentando riesgo de lesión sobre todo en deportes más
técnicos.
Obsesión por perder peso: trastornos de la alimentación
Cuando se entra en la dinámica de perder mucho peso, llegará un
momento en que pueda convertirse en una obesión y aparezcan los temidos
trastornos de la alimentación como son la anorexia o bulimia.
Situaciones en las que por muy bien que esté nuestro cuerpo, seguiremos
percibiéndolo con exceso de grasa y la necesidad imperiosa (sea como
sea), de perder peso.
No hay que pesarse todos los días, ni tan siquiera
mirarse al espejo a diario para comprobar qué tal está nuestra figura
porque se va a crear esa obsesión por el cuerpo, cuando lo que de verdad
nos debe de importar es que mejore nuestra salud.
No existen los milagros, solo la constancia
Cuando se trata de perder peso no hay milagros que hagan que los kilos se esfumen, al menos de manera saludable. Perder más de 10 kilos en un mes
es algo que hace sufrir al cuerpo porque no es de manera progresiva, el
cuerpo se ve sobrepasado por la situación y es cuando las cosas
comienzan a fallar.
Se recomienda perder entre 1-2 kilos por semana máximo,
que es como se produce una bajada gradual de peso que no requiere de
una restricción tan brutal de calorías y al organismo le da tiempo a ir
adaptándose al nuevo peso sin sufrir en exceso.
Esto solo se consigue con la mejora de hábitos dietéticos y por supuesto la complementación con ejercicio diario. Esta constancia entre dieta y ejercicio
es la que hace que cuando pasen 2-3 meses, digamos adios para siempre a
los kilos que hemos perdido, sin mermar nuestra salud y sin poner al
límite nuestro cuerpo.
Fuente: vitonica.com
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