viernes, 24 de mayo de 2013

“La meditación debería enseñarse desde la niñez”

Después de conocer al líder espiritual Sri Sri Ravi Shankar, Ignacio Escribano dejó la medicina y el periodismo por la música e inició un proceso de búsqueda personal que lo llevó a convertirse en instructor en El Arte de Vivir Argentina y fundar el grupo Indra, que combina mantras con word music y ritmos latinoamericanos. En una charla con Entremujeres, invita a tomar la vida como un juego y a dejar que nuestro corazón le gane a la mente.

“¿De qué sirve la fama, el dinero, una pareja si siquiera somos capaces de reír?”, se pregunta el cantante Ignacio Escribano. Dejó la medicina y el periodismo por la música y pasó de ser estudiante en la Universidad de Cambridge a instructor en El Arte de Vivir Argentina. Hace casi 11 años conoció al líder espiritual Sri Sri Ravi Shankar y desde ese momento su vida cambió. Decidió darle un lugar a lo que le decía su corazón e inició un proceso de conocimiento personal. Viajó por el mundo, estudió budismo, hinduismo y fundó el grupo Indra, “la primera banda en combinar los mantras con sonidos pop, world music y ritmos latinoamericanos”.

Su proyecto es “popularizar los mantras, generar conciencia de los beneficios de cantar mantras y bhajans en grupo, ofrecer una alternativa de entretenimiento libre de humo, drogas y alcohol y elevar los valores humanos en la sociedad”, cuenta Ignacio a Entremujeres.

Un mantra puede ser una sílaba, palabra, frase o texto que, al ser recitado y repetido una y otra vez, tiene un efecto en el cuerpo, las emociones, los pensamientos y la mente. Así, puede conducir a un estado de paz y meditación. El más popular es el “OM”, considerado en las escrituras védicas (religión previa a la hinduista) como la base de cualquier otro mantra, la sílaba sagrada, el sonido primario y universal. Aquellos que se cantan en grupo se llaman bhajans.

¿Por qué decís que “los mantras son cantos de amor”?

Porque son sonidos cuyo propósito es llevarnos de la mente al corazón, del ruido a la paz, del análisis a la síntesis; son sonidos que elevan los valores humanos y sacan lo más lindo de cada uno de nosotros cuando la mente se calla.

El término “mantra” deriva de la raíz sánscrita “man”, “manas”, que significa “pensar”, o “mente”; y “tra”, de “trai”, que significa “proteger” o “liberar de algo que ata”. Así, un mantra es un instrumento que se utiliza para traer sosiego, liberando a la mente del flujo constante de pensamientos. Cuando la mente se apaga, por decirlo de alguna forma, bajamos al corazón, y ahí no hay más que amor. Pero todo esto es un concepto; lo que mejor podría decirte es “vení y experimentalo en persona el 20 de agosto”.

Conociste a Sri Sri Ravi Shankar. ¿Cómo lo describirías?

Lo conocí hace casi 11 años. Me enviaron del diario La Nación para hacerle una entrevista. Hoy puedo decir que es mi maestro, que es un amigo incondicional, y mucho más que eso. Pero no me gusta darle un rótulo, porque encasillarlo bajo un nombre no alcanza para describir lo que siento por él. Lo mismo me ocurre si quisiera describirlo. Haciendo un esfuerzo por definirlo, vanamente, en palabras, podría decir que es el ser más extraordinario que conocí. Es como un chico: lleno de vida, de amor, de inocencia, entusiasmo, liviandad, mente en el momento presente al cien por ciento... Lleno de sabiduría, ecuanimidad, inteligencia. Tiene un sentido del humor de gran refinamiento y agudeza. Es un ser que, por lo liviano, pareciera estar hueco y vacío pero, al mismo tiempo, con una presencia impresionante, es como si estuviera y no al mismo tiempo. Es puro amor. En sus ojos, si lo mirás fijamente, podés ver el infinito.

¿Qué te impactó de él para que decidieras dar un vuelco en tu vida?

Me impactó todo lo recién dicho, toda su obra, lo que hace por la humanidad, el trato que tiene con cada persona. Simplemente tuve la bendición de conocerlo y poder estar cerca física, mental y espiritualmente. Tener un maestro iluminado, que esté vivo, y con el que encima podés tener un trato personal con frecuencia es algo que no tiene precio. Es un regalo de la vida realmente.

¿Dónde empieza el cambio para comenzar a vivir de otra manera?

Adentro de uno, sin dudas. El mundo y la relación con los demás no es más que un espejo, un reflejo de nuestra propia mente. Ese es el gran enemigo por vencer, la propia mente que no para de hablar y que no nos da un segundo de paz. Si ganamos esa victoria, ganamos todas las batallas del mundo. Y recordar que un viaje, por más largo que sea, comienza con un primer paso. Ese cambio es un camino, paso a paso. Poder abrazar cada paso, cada momento, estar en cada momento, y aceptarse y aceptar a los otros y las situaciones tal cual son, bueno, eso es un aprendizaje ni siquiera diario, diría minuto a minuto, es más, de segundo en segundo...

¿Qué aspecto de la filosofía que nucléa El Arte de Vivir es lo que más te cuesta poner en práctica en tu vida cotidiana?

Los cinco puntos básicos que se enseñan en el curso de El Arte de Vivir y que, como instructor, tengo que repetir cada vez que doy un curso. Si podemos ser “masters” de esos puntos de conocimiento, te puedo asegurar que estamos de vuelta en la vida. Hay algo que dice: “Sabé que sos hermoso, que sos algo bueno”. No siempre me siento así. A veces yo sólo rompo el formulario de inscripción a la felicidad tirándome abajo. Esto tal vez es lo que más me cuesta poner en práctica. Más que una filosofía, diría que lo que se enseña en El Arte de Vivir es una forma de vida, es decir, no algo teórico, sino completamente práctico, aplicable al día a día del ser humano contemporáneo.

Trabajás tu costado espiritual a través de la puesta en práctica de esta forma de vida, pero no sos una persona que vive “fuera” del mundo. Te interesa Internet, las redes sociales. ¿Cómo se combina la serenidad espiritual con la lógica moderna del apuro y el estrés?

El Arte de Vivir no es para aislarte sino para que puedas estar en este mundo, cien por ciento vivo. Como dice un sutra del Ishavasya Upanishad: “Disfruta de las cosas de este mundo, renunciando a ellas”. El desapego, el arte del desapego. De vivir con plenitud, pero sin febrilidad. La espiritualidad es fundamental para vivir en este mundo con plenitud. La meditación debería enseñarse desde la edad escolar, ya que las mentes modernas no dan abasto para absorber tanto estímulo.

Como instructor de El Arte de Vivir Argentina, ¿qué valores, creencias, actitudes creés que “faltan” en nuestra sociedad? 

Lo que falta en la sociedad, básicamente, es espiritualidad, valores humanos. ¿Qué me refiero con todo eso? A nada esotérico, basta recordar cómo éramos de chicos: llenos de vida, entusiasmo, liviandad, inocencia, frescura, vida, compañerismo, solidaridad, empatía, sentido de pertenencia con los demás y lo demás... Tomar más la vida como un juego. ¿De qué sirve la fama, el dinero, una pareja, las propiedades, o lo que fuere si siquiera somos capaces de reír, de sonreír? Hemos perdido la capacidad de sonreír.

¿Cómo ves a los argentinos?

A los argentinos los veo como a un pueblo con un potencial humano excepcional, te diría que casi único en el mundo por lo siguiente: calor humano, creatividad y amor. Es un pueblo que está lleno de amor. ¿Dónde está eso? Un poco, durmiendo bajo las capas de estrés. Es como un diamante: unas pocas pulidas y ves el brillo. Acá igual: en cuanto sacás un poco de estrés y de cansancio de la gente, ves un amor y una onda impresionante. No me canso de verlo cada semana cuando doy cursos, recitales o talleres de mantras. Tenemos una materia prima única: la gente. Y eso es lo que más tenemos que cuidar, al igual que cualquier empresario que sabe que su verdadero valor está en su gente, en quienes hacen la empresa. Lo mismo como país. 

Hay muchos hábitos que podrían ir cambiando (actitudes, falsas creencias, etc.), pero nadie nos puede dar cucharadas de tiempo. Hay procesos que requieren de tiempo y la paciencia es una virtud. La tarea que está haciendo Sri Sri Ravi Shankar con El Arte de Vivir, y todos los que damos una mano como voluntarios, estamos formando parte de este cambio. A mí me cambió la vida, es muy probable que esa sea su respuesta. Me siento orgulloso, honrado y feliz de formar parte de este cambio. Es más, esto es lo le dio un sentido a mi vida y lo que me dio, junto con la música, una razón para vivir.

Fuente: entremujeres.com

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