Durante los últimos dos años, expertos y empresarios venían
advirtiendo sobre un fenómeno que estaba avanzando sin prisa pero sin
pausa: la concentración de la industria vitivinícola.
Con márgenes cada vez más pequeños, subas de costos de dos dígitos y
un atraso cambiario que comenzaba a socavar los pilares de varios
proyectos exportadores, el sector anticipaba una ola de compras de bodegas por parte de grandes compañías.
De este modo, advertían, la Argentina podía seguir el camino de Australia,
un país productor que incrementó de manera meteórica sus ventas al
mundo pero de la mano de un puñado de conglomerado de grandes compañías,
lo que derivó en un preocupante proceso de "commoditización" de los vinos australianos.
La Argentina parecía mantenerse al margen de esa tendencia y,
especialmente tras la devaluación del 2001, de la mano de un tipo de
cambio competitivo, aparecieron todo tipo de proyectos que prometían altas tasas de retorno y plazos de recupero de la inversión relativamente cortos, a contramano del promedio mundial.
"Durante años, había niveles de rentabilidad que eran impensados en otros países. Estamos hablando de tasas del 24% anual,
cuando en otros países lo lógico era hablar de 4 o 5%. Esto atrajo a
todo tipo de actores: multinacionales, pequeños emprendedores y hasta
bodegas sin un proyecto detrás", destacó Carlos Pujador, gerente general
de la bodega sanjuanina Casa Montes.
Sin embargo, a medida que el atraso cambiario comenzó a meter la cola en los balances, el panorama cambió abruptamente y esa efervescencia se fue perdiendo: la creación de nuevas bodegas se fue desacelerando y pasaron a ser muchas las que colgaron el cartel con la leyenda "Se vende".
"Hace un par de años se popularizó una frase que decía que todas las bodegas de la Argentina estaban en venta y que bastaba recorrer unos kilómetros de Mendoza para encontrar que todos los propietarios se querían desprender de sus empresas. Y había mucha verdad en eso, creo que, si se les ponía una buena cifra sobre la mesa, sin dudas vendían", aseguró el gerente comercial de una de las bodegas top 10 de la Argentina y que pidió estricto off the record.
"Hoy, este panorama no sólo se mantiene, sino que se agravó. El cuadro es mucho peor, con mayor caída de la rentabilidad, subas de costos que no cesan, problemas para cobrar reintegros y devolución de IVA. El panorama se va haciendo cada mes un poco más complejo, especialmente para las bodegas sin grandes espaldas", acotó el directivo.
Sin embargo, más allá de un par de operaciones puntuales de compraventa, todavía no se plasmó en la realidad la ola de adquisiciones que auguraban en la industria.
En diálogo con Vinos & Bodegas, Alejo Berráz
Schang, experto en marketing y comercialización, con una vasta
experiencia en multinacionales y que conoce el paño como pocos, aseguró
que "en los últimos meses hubo una catarata de rumores de compras y ventas, pero mucho de eso quedó en la nada por el cepo al dólar".
Para el experto, se da un doble juego que afecta tanto a los que quieren comprar como a los que quieren vender.
En el caso del primer grupo, recalcó que "acceder a divisas
estadounidenses por la vía legal no es posible, y las grandes empresas
no están dispuestas a ingresar fondos en las condiciones actuales.
Entonces, muchas apostaban a que los fondos salieran de sus operaciones de bodegas propias en la Argentina. El problema es que en estos últimos dos años el negocio siguió en baja y ese flujo de caja no alcanza. Por eso faltan compradores".
Por el lado de los propietarios, destacó que "el que tiene necesidad de vender, sabe que una vez que se desprenda de su bodega, con esa plata que reciba va a poder hacer poco y nada. No tiene alternativas de resguardo, entones la opción que le queda es aguantar el temporal, ir tirando".
Así las cosas, para Berráz Schang, "los controles sobre el dólar frenaron el proceso de concentración de la industria".
Sin embargo, para el especialista, es un fenómeno que, una vez que se vayan normalizando las condiciones para hacer negocios, irremediablemente se terminará dando: "Hay bodegas, especialmente las más chicas, que están muy, muy complicadas. Generaron un negocio enfocadas en la exportación y hoy se encuentran con el peor panorama: el tipo de cambio les juega en contra y afuera no tienen una marca conocida. Por eso hace meses quieren meterse en el mercado local, pero éste no da para tanto volumen".
Para Berráz Schang, "son pocas las bodegas chicas que siguen poniendo
plata para bancar proyectos que no son rentables. Por eso, muchas
marcas, en caso de que no sean adquiridas por otra compañía, no tendrán más remedio que dejar de existir".
De este modo, según el experto, "se está dando lo que ya ocurrió con el negocio de la cerveza.
Es una premonición. Varios años atrás, en la Argentina cada provincia
tenía su propia marca de cerveza, eran compañías chicas o medianas, de
modo que el mercado estaba muy atomizado. Hoy, en cambio, un par de empresas dominan prácticamente".
"Esto que pasó a nivel local y mundial con la cerveza es lo que se viene para el mundo del vino", disparó.
Por su parte, desde Casa Montes, Pujador aseguró que "van a quedar en pie únicamente aquellos proyectos eficientes, los que tengan un plan agrícola por detrás y cuyos costos no estén tan atados a la mano de obra en el futuro".
Sin embargo, y pese al contexto adverso actual, el directivo aseguró
que esta crisis también puede ser sinónimo de oportunidad, dado que el
tipo de cambio real -que cada vez ayuda menos a exportar-, está
permitiendo importar bienes de capital para equiparse y ganar en eficiencia: "Nosotros estamos optando por tecnificarnos más, como automatizar todo el proceso de embotellado o la cosecha mecanizada".
Por Juan Diego Wasilevsky - Editor Vinos & Bodegas iProfesional - vinosybodegas@iprofesional.com
Fuente: iprofesional.com
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