Nueve de la mañana, recreo en el colegio. Como Tomás se levantó a las
apuradas y no llegó a desayunar en casa, ahora se empuja con los
compañeros para que el quiosquero escuche su pedido antes de que suene
el timbre. Después de un buen rato, Tomás sale despeinado pero triunfante, pancho con mayonesa en mano.
Esta
escena se multiplica por miles de chicos diariamente. Y no sólo en el
colegio: la oferta de lo que se denomina comida chatarra o basura está
al alcance de la mano y se promociona a través de publicidades dirigidas
a los niños. Hay chicos que ya son adictos. Lo malo es que este tipo de
comida contiene altos niveles de grasas, sal, condimentos, harinas
blancas y azúcares (estimulan el apetito y la sed) y pocas fibras,
proteínas y vitaminas.
Así, los chicos se llenan pero no se
nutren. Y ante la ingesta desmedida llegan a enfermarse: obesidad,
dislipidemia (aumento de grasas en sangre, colesterol y/o
triglicéridos), diabetes e hipertensión. Según la OMS, “la obesidad
infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo.
Hay 42 millones de niños con sobrepeso. De ellos, 35 millones viven en
países en desarrollo”.
¿Cómo llegamos a esta invasión de alimentos de baja calidad nutritiva?
Por
un afán de comercialización, hubo avances en la capacidad de elaborar y
conservar mayor cantidad de productos a menores costos. Consecuencia:
la pérdida a gran escala de los nutrientes naturales.
El doctor
Claudio Esteve, presidente honorario de la Asociación Naturista de
Buenos Aires (ANBA), considera que “los chicos están a merced, como
nunca antes, de productos alimenticios muy industrializados, altamente
calóricos, ricos en azúcares refinados, cloruro de sodio y grasas
saturadas, tan adictivos como las drogas. Es nuestra responsabilidad
como padres exigir que no se ofrezcan más en escuelas, jardines de
infantes y centros comerciales y de recreación. Y estimular la demanda
de alimentos orgánicos para toda la población y a precios accesibles”.
Jimena
Loprete (31) tiene tres hijos y aunque intenta que coman sano en su
casa no puede controlarlos en otros ámbitos. “En la escuela y en los
cumpleaños se come comida chatarra, y ellos quieren repetir en el hogar
lo mismo que afuera.”
Laura Gutman, psicoterapeuta familiar,
asegura en su libro La revolución de las madres que “asistir a un
cumpleaños se interpreta como ir al lugar donde uno se llena de lo peor
de la oferta gastronómica”.
¿Por qué elegimos comida chatarra para los más chicos?
Según
Esteve, se debe “a un acostumbramiento a conductas erróneas, a la
rutina y sobre todo al desconocimiento respecto a estos temas. Como
consecuencia de ello, la Argentina es el país con mayor obesidad
infantil de América latina”.
Natalia Niello (35) es la dueña de
un almacén naturista. Propone comer con más conciencia y tiene sus
seguidores. “Hay chicas que vienen por su propia cuenta al local para
averiguar sobre productos con altas propiedades nutritivas que
conocieron a través de internet”.
Para la psicóloga Susana Beltrame, coautora junto a la nutricionista Raquel Jona del libro Alimentos y afectos,
“alimentarse mejor tiene que ser una estrategia que involucre a todos
los actores de este proceso, desde la compra de los alimentos, la
elaboración de platos y el conocimiento sobre la importancia de
alimentarse sanamente”.
Ahora, ¿cuáles son los requerimientos
indispensables para una buena alimentación infantil? Debe ser balanceada
y variada –lácteos, carnes, huevos, frutas, verduras–, con importantes
aportes de fibras, proteínas, carbohidratos, vitaminas y minerales. La
bebida ideal es el agua, y hay que reemplazar las gaseosas por limonada,
jugos de frutas frescas o gaseosas con edulcorante natural.
Según
Esteve, “es fundamental que coman frutas y verduras crudas (alimentos
vivos), ricos en vitaminas activas y en minerales, así como también
cereales integrales, oleaginosas, porotos en general, brotes, algas y
hongos. Y reemplazar harinas y azúcares refinados por orgánicos o
integrales”.
¿Qué estrategias implementar para que los chicos coman mejor?
Hay
que poner la imaginación al servicio de la cocina para incorporar
nuevos alimentos sin que protesten. Se aconseja hacer los cambios de forma
paulatina. Una fórmula es tener tentempiés saludables preparados,
despertar su interés por las comidas y dejar que se diviertan
preparándolas. Un dato: servir platos con alimentos de diferentes
colores y sabores. Jimena sabe del tema. Después de tomar cursos de
comida naturista cambió todo lo refinado por integral.
El
problema se presentó con los chicos: “Al principio protestaban...‘¿Por
qué todo es oscuro?’, decían de una masa para tarta marrón”. De a poco
fueron aceptando los cambios. Jimena llegó hasta el soborno: “Comete la
hamburguesita de lentejas y después te hago algo que te guste”,
negociaba.
Para vencer las resistencias de los chicos en libro citado ofrecen un decálogo:
•
Hablarles –sin importar la edad de los niños– sobre la importancia de
incluir distintos alimentos para estar sanos, ser buenos deportistas y
tener mayor facilidad para aprender.
• Detallar los alimentos que presentan difi cultad, que a veces suelen ser las verduras.
• Incluir un alimento nuevo por vez y en una pequeña cantidad.
•
No usar aderezos (salsa golf, mostaza, ketchup, mayonesa) añadidos al
alimento nuevo, porque de esa manera el niño no siente el verdadero
gusto de lo añadido.
• Variar las formas de presentación del alimento a incorporar, empezando por las mejor aceptadas.
• Llevar a los niños de compras y que ellos mismos elijan qué verduras se comprometen a comer ese día.
• Que los más chicos ayuden en la cocina a preparar la comida.
• No ensayar todos los días; dejar pasar dos o tres entre una prueba y otra.
•
Predisponerse con buen humor y gestos agradables, dado que si usted le
da hígado pisado con cara de asco, sus posibilidades de éxito serán
escasas.
• Toda la familia deberá participar de este proceso, colaborando en cada etapa.
Yamila
Cabaleiro (27) es vegetariana, da cursos de comida natural y prepara
viandas vegan. La principal queja de su hijo de cinco años es: “¿Por qué
todo es sano?”. Cuenta que para amigarlo con sus comidas lo hace
participar en la cocina. Otra estrategia anti chatarra es lograr que
puedan comer alimentos sanos con autonomía.
“La comida sencilla
en forma de croquetas, bollos y formitas es ideal. Se puede comer fría o
caliente y puede estar preparada con anterioridad. La forma en que el
alimento es presentado tiene su importancia. De hecho, ése es uno de los
motivos por los cuales la comida chatarra tiene tanto éxito entre los pequeños: porque pueden comerla con autonomía y como parte del juego”, explica Gutman.
El
camuflaje también es aceptado; se puede triturar verduras y legumbres e
incluirlas en otras preparaciones. Natalia cuenta que en su local
“tienen mucha salida las hamburguesas de garbanzos y, en especial, las
de lentejas, porque son de un color similar al de una hamburguesa
convencional”.
¿Y qué elegir como viandas?
“Los panes integrales rellenos son ideales para que los chicos se
lleven al cole o para viajes largos. Los panes chiquititos con mucha
muzzarela, tomate y albahaca –o con otros rellenos– son súper prácticos y
nutritivos”, aconseja Natalia.
En la merienda se pueden ofrecer
galletas integrales, cereales, galletas de arroz, frutas frescas,
helados de agua, ensalada de frutas, gelatinas, yogur, quesos, frutos
secos, licuados y jugos naturales.
Para reemplazar las golosinas
es ideal acostumbrarlos a comer frutas frescas o secas. Existen
golosinas elaboradas con productos no refinados y sin conservantes; se
hacen a base de algarroba (en vez de chocolate), maní, miel, pasas de
uva... También se puede probar con las galletitas y los productos de
repostería a base de cereales integrales.
Yamila asegura que
“cuando los chicos comen mejor, bajan la ansiedad y ven el mundo de otra
forma”. De los adultos depende el cambio, en especial de las madres:
“Es sencillo reconocer –asegura Gutman– que las madres tenemos en
nuestras manos la posibilidad de nutrir amorosamente, permaneciendo
corporal y afectivamente disponibles para los niños”. Quizás ésa sea la
mejor estrategia saludable.
Fuente: entremujeres.com
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