El protocolo surge en las cercanías del año 4000 a.C., donde Dios padre otorgó al profeta Moisés la Tabla de la Ley, conocida como Los 10 Mandamientos. A través del tiempo, el protocolo fue adquiriendo su forma primero por el Judaísmo con su pueblo, los hebreos, de quienes heredamos la educación y sus reglas. Luego, con el tiempo, surgieron las monarquías y ello trajo consigo el protocolo diplomático con sus diversos requisitos. El más conocido fue Luis XVI, el Rey Sol, quien nos otorgó la etiqueta o el ceremonial.
Actualmente, existen una gran variedad de comportamientos que son imprescindibles conocer para transitar sin dificultad una velada. Para cada situación existe una forma correcta de actuar. Solo que muchas veces no nos la han enseñado. En la cultura occidental moderna no prevalecen los buenos modales o el protocolo. Por lo cual existe una serie de consejos básicos que toda persona debe saber para no pasar como un maleducado.
Para comenzar, antes de asistir a una cena, se le debe preguntar a la anfitriona, en el caso que no se la conozca, si le gustaría que llevemos algo. Si es un amigo, no se debe llevar nada.
Se dice que la puntualidad es un privilegio. No se debe llegar ni antes, ni después. Puntual.
Al ingresar a la casa o restaurante es aconsejable preguntar dónde se encuentra el baño (sólo para saber la ubicación) no corresponde decirlo a la mesa. Las manos siempre deben estar limpias antes de tomar los cubiertos o las copas.
Si sos la dueña o el dueño de casa es necesario saber a priori cómo vas a organizar la mesa. Para lograr una comida amena, primero se deben sentar las señoras de mayor edad continuando con las de menor edad. Y luego los caballeros, de la misma forma (se pueden intercalar). Es importante resaltar que los anfitriones son los primeros en desdoblar la servilleta, los primeros en probar la comida y los últimos en terminar. Deben marcar el ritmo.
El uso de la servilleta es sencillo, sólo se la debe desdoblar hasta transformarla en rectángulo y luego colocarla en el regazo. Únicamente podés secarte los labios con la parte inferior, jamás con la superior, debe permanecer impecable.
Poco se nos ha hablado sobre el lenguaje de los cubiertos. Pero lo más importante es que ellos nunca se apoyan sobre el mantel, ni tampoco en forma de remos en el plato. Evitá hablar con los cubiertos en la mano. Recordá que "la comida va a la boca y no la boca a la comida". Al finalizar se los debe colocar a las 6 horas con la empuñadura hacia afuera.
Si precisás tomar algo de la mesa, no deberías cruzar el brazo ante otro comensal, sólo pedírselo amablemente.
Un detalle que no está demás es en el caso que ocurra un imprevisto en cuanto a huesos o espinas, se recomienda: retirar de la boca de una forma natural y dejarlo sobre el plato que corresponde a la manteca o al pan. También es importante tener en cuenta que si te urge ir al baño, con la mano derecha levanta la servilleta, colocala a la derecha del cuchillo, move la silla y sin decir nada dirigite hacia él, evitá correr.
Se sugiere que a la mesa nunca hables de política, sexo, divorcios, enfermedades o fútbol. Se debe llevar una conversación positiva. Al conversar siempre usar el registro de nuestra voz, nunca gritar o gesticular. Ser conscientes que las risas fuertes son vulgares (evitar las carcajadas). No hay necesidad de hacer escándalos.
Recordá:
Es primordial ante la vida sonreír, saludar, cuidar el tono de las palabras y los modales. El éxito no es algo que cae del cielo sino que es un duro trabajo que se logra a cada paso.
fuente: viaresto.clarin.com
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