El día a día de las personas con alergias o intolerancias a los
alimentos no es nada fácil porque necesitan mantener lejos de su dieta
la sustancia que su cuerpo no tolera. Por ejemplo, los que tienen
problemas con la lactosa deben tener cuidado con el vino que van a
tomar, ya que algunos son fermentados con esta sustancia. Tampoco es
fácil de imaginar que unas patatas fritas puedan contener huevo, o que
el jamón york 'oculte' harinas.
Marian, ingeniera de caminos, sabe muy bien cuál es el tormento de no
saber cómo quitarse de encima al 'enemigo'. El pasado mes de junio le
diagnosticaron la intolerancia a la lactosa. "Llevaba años con problemas digestivos,
y los médicos lo único que me decían es que eran nervios. Me hicieron
muchas pruebas, ecografías, gastroscopias... Y nada. Incluso me llegaron
a dar pastillas para dormir, aunque yo no tenía problemas con el sueño,
ni tampoco me sentía nerviosa". Pero, tras muchos meses con dolores
abdominales, diarrea y pérdida de peso, su médico le escuchó: "Como le
dije que la leche me sentaba mal, me hizo una prueba del aliento y unos
análisis que me dieron positivo. Y empecé a hacer una dieta sin lactosa.
Sin embargo, seguía igual de mal".
'El médico no pensó en el fármaco como origen de mis males'
Lo que Marian no podía sospechar es que todavía estuviera tomando
cada día lactosa. "Estaba metida en muchos foros, ya que es la mejor
forma de enterarte de muchas cosas, mejor que con los médicos que te
cuentan muy poco, y vi que algunos fármacos podían contener lactosa. Yo
tomaba un medicamento todos los días y leí el prospecto. Allí estaba.
Hablé con mi médico que, aunque sabía que estaba tomando ese fármaco, no
pensó en él como el origen de mis males. Decidió cambiarme el
tratamiento y todo empezó a mejorar".
Con 28 años ya es una experta en alimentación. "En el hospital te dan
una dieta y te dicen que tienes que evitar ciertos alimentos que tienen
lactosa, pero te dan un listado muy pequeño. Tú eres quien tienes que
leer las etiquetas y estar pendiente de todo. Por ejemplo, las patatas fritas de sabores también llevan lactosa".
Alergias e intolerancias
No es lo mismo ser intolerante a un alimento que alérgico. "Las
alergias están mediadas por antígenos, suelen ser alergias a proteínas, y
su presentación es brusca. La reacción puede ser grave, pudiendo
aparecer hinchazón y dificultad para respirar y llevar incluso a la
asfixia. En cambio, en las intolerancias la respuesta es más lenta y los
síntomas más vagos, dolor abdomal, digestiones lentas, diarreas. Esos
casos no se ven en las pruebas de alergia", afirma Rosa Lama More, jefe
de la Unidad de Nutrición Infantil del Hospital de La Paz, en Madrid.
Muchas veces, como el en caso de Marian, se somete a los pacientes a
pruebas invasivas y caras en lugar de empezar por lo más fácil, quitar
de la dieta un alimento. ¿Por qué ocurre esto? "Estas intolerancias
provocan síntomas vagos y pueden deberse a otros
trastornos digestivos como gastritis o colon irritable. A veces el
paciente no cuenta todo lo que le pasa o no sabe identificar la relación
entre lo que come y lo que le ocurre", aclara Susana de la Riva,
especialista en Aparato Digestivo de la Clínica Universitaria de
Navarra.
Las alergias están mediadas por antígenos, las intolerancias no
De la misma opinión se muestra, José Manuel Moreno, pediatra experto
en nutrición del Hospital 12 de Octubre de Madrid, "en la intolerancia estamos en el mundo de la interpretación, ya que el paciente dice lo que interpreta de sus síntomas y el médico decide en función de lo que interpreta del enfermo".
Tanto estos especialistas como otros consultados por ELMUNDO.es están
de acuerdo en señalar que cada vez hay más alergias o intolerancias.
"En ambientes de mucha contaminación las personas enferman de
infecciones, pero en lugares más sanos, se desarrollan enfermedades
autoinmunes", señala Lama.
Sin embargo, la intolerancia a la lactosa está ligada a las diferencias raciales.
En todos los mamíferos, tras el destete desaparece la lactasa, la
enzima que necesita el intestino para digerir la lactosa. En la raza
caucásica, por su contacto con la ganadería y su ingesta constante de
leche, se produjo una mutación que le permitió mantener esa enzima. Esto
no ocurrió en el resto de razas como la asiática o la africana, que son
intolerantes a la lactosa. España es un país con una mezcla de
culturas, tenemos una gran herencia árabe pero también antecedentes
europeos, de ahí que haya personas que han heredado esa mutación y
otras, no.
Problemas en el 'super' y en el restaurante
Lo que trae de cabeza a los pacientes es que la lactosa, por sus
propiedades bioquímicas, se utiliza como emulgente, estabilizante y
conservante en muchos alimentos. Para la doctora Lama, el principal
problema lo tienen los alérgicos a la proteína de la leche (una molécula
distinta a la lactosa que es un azúcar). La lactosa es difícil de aislar de la proteína de la leche,
por lo que muchas de estas personas cuando toman algo que no tiene
leche pero sí lactosa pueden desarrollar una reacción alérgica, ya que
ese producto contiene trazas de la proteína. "Aunque depende de cada
paciente, no creo que haya tantos problemas en los intolerantes, porque
muchos pueden comer alimentos con una mínima cantidad de lactosa",
comenta Lama.
'De los camareros no me fío. Intento hablar siempre con el cocinero'
Sin embargo, personas como Oriol Sans, intolerante a la lactosa, no
soportan niveles muy bajos de esta sustancia. "Yo he llegado a comer un
plato de pasta que, al ser hervida con un poco de mantequilla que tiene
lactosa, me ha sentado mal. O tras tomar bacon, que contenía lactosa,
sufrir grandes retortijones", se queja Sans, presidente de la Asociación
de intolerantes a la lactosa (Adilac), quien reconoce que hace unos
años, se sabía muy poco de esto. "En 2003, cuando empecé con la
asociación, no había ningún tipo de información en internet". Ahora, en
la página de Adilac, puede verse un listado de productos libres de
lactosa, al igual que consejos sobre esta enfermedad.
Para él, que lleva años diagnosticado, la compra en el supermercado
ya no tiene secretos, sobre todo desde el cambio de legislación que
obliga a los fabricantes a incluir en sus etiquetas cualquier
ingrediente alérgeno. Ahora, el principal problema es cuando va a
restaurantes. "De los camareros no me fío. Intento hablar siempre con el
cocinero. Y aún así, algunos no saben que ciertos alimentos contienen
lactosa".
Para paliar este desconocimiento, la Asociación Madrileña de Empresas de Restauración tiene previsto unos cursos para formar a los cocineros,
uno de ellos es 'Cocina para celiacos e intolerantes a alimentos'.
"Formaremos a 450 personas de manera gratuita. Pero tenemos una gran
lista de espera, muchas de las solicitudes son de personas en paro, pero
no creo que podamos asumir la demanda", explica Celia Arguello, técnico
superior en Seguridad Alimentaria y que será quien ofrezca este curso,
el primero de este tipo en la Comunidad de Madrid.
Se trata de un curso presencial de 30 horas donde, entre otras cosas,
se formará sobre las presencia de alérgenos como los frutos o las
trazas de ciertos alimentos, los símbolos identificativos de los
alimentos aptos para celiacos, las alergias al huevo o al látex... "Mi
principal consejo a los empresarios es que si no saben de cómo evitar
problemas con ciertos alimentos, lo mejor es no darlos. Pero vemos que
cada vez hay más personas con estos problemas, es la sociedad la que nos
exige este tipo de cursos", concluye Arguello.
Un futuro más fácil
Junto con la concienciación, la inserción de logos, como el que ha
creado Adilac, en los envases de los productos podrá facilitar el día a
día a los intolerantes a la lactosa. Las personas celiacas ya cuentan
con uno en los alimentos aptos para ellos y cada vez son más las
empresas que se animan a utilizarlo.
Otro avance para los intolerantes a la lactosa ha sido la introducción en España de una pastilla de lactasa,
Nutira, para disminuir los síntomas tras ingerir un alimento con
lactosa. "La tomo cuando salgo a cenar y de repente no que algo tiene
lactosa, para contrarrestar los síntomas. Hace unos meses leí en foros
que la vendían en otros países y por internet, pero no quise comprarla
por esa vía. Ahora ya está aprobada aquí y, tras comentarlo con mi
médico, la compré. Es una ayuda", explica Marian.
Fuente: elmundo.es
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