El giraso l crece de cara al sol. Quizás por ello la historia de esta
planta en la Argentina está llena de luces y sombras. Traído en 1900
por los colonos de origen judío, fue durante largo tiempo un cultivo
marginal. Un siglo después, en 2000, el país cosechaba 7 millones de
toneladas y lideraba cómodamente el mercado mundial de aceite de
girasol. Ahora produce solo algo más de la mitad y apenas resiste. Es
por eso que productores se entusiasmaron con una novedad clave para que
el girasol vuelva a levantar cabeza.
En Mar del Plata ayer comenzó
la 18 Conferencia Internacional de Girasol y uno de los platos fuertes
de este encuentro fue la presencia de Loren Rieseberg, un reputado
doctor de la Universidad British Columbia de Canadá. El hombre trabaja
en la secuenciación del genoma del girasol y adelantó que en pocos meses la comunidad científica tendrá a disposición el mapa completo de genes del cultivo.
Carlos
Sala, un ingeniero de Nidera, explicó que conocer la secuencia genómica
del girasol significará una inyección de vida para el cultivo. “Si
hubiéramos continuado sin conocer el genoma del girasol, íbamos a estar
trabajando en un cultivo de poca vida, porque las investigaciones de los
otros cultivos iban a superar con creces cualquier producto que se
pudiera originar en girasol”, explicó.
En otras palabras, como el
girasol no está tan extendido a nivel mundial como la soja, el trigo,
el arroz o el maíz; son muy escasos los esfuerzos de las grandes
empresas multinacionales de semillas y biotecnología por encontrar
nuevas variedades. La Argentina comparte el podio de países productores con Ucrania y Rusia.
Pero con el genoma, Sala dijo que “podremos manipular la información genética en forma mucho más rápida, precisa y eficiente ”. Y estimó: “Es posible que en 10 o 12 años el productor pueda ver algunos híbridos comerciales”.
Para
la agricultura local contar con especies mejoradas sería clave. Desde
hace dos décadas que no se registran mejoras en los rendimientos del
cultivo (que promedian entre 1.700 y 2.000 kilos por hectárea) y recién
están apareciendo variedades de alto contenido de aceite. Peor aún: en
el encuentro se coincidió que el mayor problema que enfrenta el cultivo
hoy en el país son las plagas de palomas.
En 2000 la
Argentina logró 7 millones de toneladas de girasol, más de 10% de su
cosecha. Este año habrá 3,7 millones y una participación menor al 4%.
Lorenzo Basso, el secretario de Agricultura, consideró que la tendencia
podrá revertirse si la Argentina apuesta de lleno a la biotecnología agrícola.
“Esta palabra a muchos los asusta, pero sin duda es la respuesta al hambre en el mundo”, afirmó.
Fuente: ieco.clarin.com
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