lunes, 12 de diciembre de 2011

Una copa para la última cena

La tradición católica usa vino tipo moscatel para la celebración litúrgica moderna


Aunque se dice que el vino que habría tomado Jesús en la última cena fue un syrah (porque en la zona abundaba esa variedad), en la eucaristía moderna se usa un vino tipo moscatel (dulce) para representar la sangre de Cristo.

En realidad, puede ser cualquier vino puro de uva, aseguran los sacerdotes, porque no hay absolutamente nada que indique que deba ser moscatel u otro en particular.

Quizá por ser una cepa más tolerable para beberla a cualquier hora del día es que se eligió esta y no otra. De hecho, su uso sólo está vinculado con las costumbres religiosas.

Algunas famosas marcas como Moscato La Quebrada u Old Style de la Bodegas Segisa, son las identificadas como aptas para la celebración de la misa.

Eso significa que no contienen más agregados que los que permite la Iglesia Católica para esta conmemoración. Lo único que importa es que sea un vino genuino, eso es todo.

Vino dulce

El moscatel es un vino licoroso que se hace con una base de mosto que se fermenta hasta cierto punto y luego se alcoholiza para alcanzar más graduación.

En muchos casos se elabora con base de uvas moscatel y torrontés de La Rioja, en España, tiene aproximadamente 16 grados de alcohol y unos 130 gramos de azúcar por litro.

Más allá de lo litúrgico, es especial para compartir postres o tomar una copita luego de las comidas, sobre todo si está frío.

Incluso se está vendiendo a algunas heladerías que lo utilizan para saborizar algunas de sus especialidades.

Su uso también es muy frecuente en la repostería por la cantidad de azúcar que contiene.

En otros casos se elabora sólo a base de uva moscatel, con 15,5 grados de alcohol y unos 130 gramos de azúcar por litro.

Se diferencia del anterior por tener un leve toque de madera que le da armonía en el paladar.

En ambos casos, se trata de vinos amarillos y de un dorado intenso, muy atractivos.

En la nariz se destacan los aromas florales propios del moscatel (también presentes en el torrontés ), con toques cítricos que los hacen especiales al olfato y muy difíciles de olvidar.

En la boca, el dulzor opaca otras características; son untuosos y a la vez fuertes por la alta graduación alcohólica.

Fuente: elfinancierocr.com

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