Todas las falencias que perjudican la disponibilidad de agua quedan
firmemente expuestas en las palabras de Armando Llop, un experto en
economía hídrica.
La escasez de agua es
un problema común a toda la vitivinicultura mendocina. La situación es
crítica y eso nadie lo discute, pero existe un trasfondo que va mucho
más allá de temporadas de bajas precipitaciones.
Malas
gestiones de administración e ineficiencias en la toma de decisiones,
perjudican considerablemente la disponibilidad de un recurso que, en
teoría, debería ser más que suficiente. Así lo asegura el ingeniero
Armando Llop, director del Centro de Economía, Legislación y
Administración del Agua del INA.
¿Qué evaluación puede hacer sobre la actual situación hídrica de la provincia de Mendoza?
Desde
un punto de vista hidrológico, de acuerdo a las estimaciones del DGI,
este año presentaría un derrame anual del orden del 60% del valor anual
medio, muy parecido al del año pasado. Esta secuencia es por demás
crítica y lleva a recordar la gran sequía del siglo pasado, que se
extendió por 5 años, de 1968 al 1972. En ese período, la provincia
mitigó el problema gracias a la explotación del agua subterránea, lo que
demandó la instalación del 50% de los pozos hoy existentes, y en solo 5
años.
La situación hoy ha cambiado
en varios aspectos. El primero es que en vastas áreas, el agua
subterránea se encuentra salinizada y en franco proceso de expansión
territorial, por lo que una mayor presión sobre el recurso acelerará la
tasa de salinización. Esto significa, el avance del desierto
Otro
factor es que la construcción del dique Porterillos ha generado una
multitud de impactos en el sistema, generalmente asociados al conocido
(y previsible) fenómeno de las aguas claras, que todavía no han sido
entendidos por la administración del agua. Para dar casos concretos:
mayor recarga; mayores pérdidas por infiltración en canales y área
cultivada; mayor efluencia; revenimiento y salinización en las zonas
socialmente más vulnerables, como Lavalle; pérdidas de fertilidad en los
suelos y demás.
Sólo una gestión
miope puede ignorar los impactos mencionados y una gestión perversa
puede aprovecharlos para justificar indebidas concesiones. Una gestión
integral del agua, que complemente el recurso superficial con el
subterráneo, es la gran deuda de la gestión del agua mendocina.
Claramente,
el grueso de los problemas asociados a períodos secos (o abundantes)
ocurre como consecuencia de la falta de una adecuada gestión del agua.
¿La disponibilidad de recurso hídrico representa actualmente una amenaza para la vitivinicultura de la provincia?
No
en el corto plazo, ya que la pródiga naturaleza nos ha regalado diques
subterráneos de tremenda capacidad, que a pesar del mencionado deterioro
que presentan (particularmente en el Este de la Cuenca Norte), han sido
capaces de asimilar la mala gestión realizada al presente. Sin embargo,
esta capacidad de asimilación ha llegado a su límite y en tanto no se
asuma una razonable gestión del agua, la vitivinicultura verá una
creciente mutilación en su área cultivada. Esto, como de costumbre,
tendrá un impacto regresivo, ya que quienes más lo sufrirán serán los
productores con menor capacidad de inversión.
¿Qué controles se hacen para la asignación del agua?
Para
el agua superficial, tanto la gestión como los controles están en gran
medida descentralizados en las Inspecciones de Cauce (IC). La naturaleza
de la distribución de este recurso, depende del desarrollo
institucional de cada IC en particular, y con ello, el grado de
participación de los regantes en el manejo del agua. Hay casos realmente
ejemplares en lo que hace a la eficiencia, transparencia y equidad.
También hay casos en los que abunda la discrecionalidad y que resultan
decididamente perfectibles.
Para el
agua subterránea, no existe control alguno. Y cabe recordar que el
grueso del uso industrial del agua es de origen subterráneo. En este
sentido, todo está por hacerse.
¿Qué perspectivas hay a largo plazo en cuanto a disponibilidad de agua?
No
son buenas. Por un lado, se han otorgado una gran cantidad de
concesiones para el desarrollo de perforaciones de agua subterránea, sin
prever su impacto en los balances hídricos ni la naturaleza de las
externalidades producidas.
Por otro
lado, un importante grupo de científicos alerta acerca de la secular
reducción de los caudales como producto del cambio climático. No solo
esto, sino que se prevé el aumento en la variabilidad climática (sequías
más secas, y aluviones más agresivos).
¿Detecta deficiencias estructurales para el manejo del agua en Mendoza?
Muchas
deficiencias. La mayoría asociadas a problemas de gestión. Basta con
mencionar que no existe ni una política hídrica, ni esfuerzos por
formular planes, sean estratégicos u operativos. No ha habido previsión
alguna en las dos últimas gestiones del DGI. Pareciera que lo único
importante han sido las grandes obras, lo que claramente es erróneo.
¿Cuántas malas temporadas de nevadas podrían corregirse con la disponibilidad de agua subterránea con que hoy cuenta Mendoza?
Los
acuíferos tienen una gran capacidad de recuperación en años buenos Para
el caso de la cuenca del Mendoza-Tunuyán, la historia demuestra que a
los 5 años, ya se dan graves problemas. Por ejemplo, pozos de las zonas
altas (Luján, Maipú) pueden “quedar colgados” (el nivel piezométrico
caer por debajo de la bomba de profundidad).
¿Qué consejos puede dar a los productores para que puedan ahorrar y eficientizar el uso del agua que disponen?
Que
apliquen sólo el agua necesaria para satisfacer la demanda del cultivo,
más un pequeño excedente para lixiviar o lavar las sales del perfil
radícular. Con el riego por surcos puede alcanzarse buenas eficiencias,
pero el sistema debe estar muy bien sistematizado y manejado. Todo
exceso de agua, o se pierde, o colabora en el revenimiento y
salinización.
Otro consejo útil, es
que revisen bien el turnado y cómo se determina la cantidad de agua que
se deriva para cada hijuela. También deben establecer la forma de medir
el agua que reciben.
Finalmente,
es necesario entender cómo se maneja la asignación de agua entre los
distintos canales del sistema en que están comprendidos.
Sobre Armando Llop
Armando Llop se desempeña
actualmente como director del Centro de Economía, Legislación y
Administración del Agua del Instituto Nacional del Agua (INA). Es
ingeniero agrónomo recibido en la Facultad de Ciencias Agrarias de la
Universidad Nacional de Cuyo y realizó un Master en economía agraria en
la Universidad de California, Davis, Estados Unidos.
Completa su formación académica un postgrado en economía agraria realizado también en la Universidad de California.
Entre numerosos premios y distinciones recibidas, se destaca una beca de capacitación otorgada por el Instituto Nacional de Ciencia y Técnica Hídricas de Mendoza, que desarrolló entre julio de 1978 y diciembre 1979.
Fuente. Area del Vino
Completa su formación académica un postgrado en economía agraria realizado también en la Universidad de California.
Entre numerosos premios y distinciones recibidas, se destaca una beca de capacitación otorgada por el Instituto Nacional de Ciencia y Técnica Hídricas de Mendoza, que desarrolló entre julio de 1978 y diciembre 1979.
Fuente. Area del Vino
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