El papel de la alimentación es fundamental y prioritario en el control del riesgo cardiovascular global. Muchos estudios avalan el uso de la dieta como herramienta terapéutica en la prevención y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares.
La dieta cardiosaludable por excelencia es la mediterránea. La dieta es la piedra angular en la que se sustenta la prevención y el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, junto a la práctica de un estilo de vida saludable, que reducirá el coste del tratamiento farmacológico y el número de individuos que lo requieren.
En general, una dieta rica en verduras, legumbres y pescado, cuya fuente principal de grasas sea el aceite de oliva, protege nuestro corazón, tanto si hablamos de personas sanas como si se trata de pacientes que han sufrido algún problema cardiaco. En este último caso, pueden ser necesarias intervenciones algo más concretas, como la reducción o supresión de la sal, la carne roja y los alimentos procesados en el caso de individuos hipertensos.
Otra cuestión importante es la cantidad de colesterol. Cuando su cantidad es excesiva, el colesterol 'malo' (LDL) se deposita en las paredes de las arterias formado las placas de ateroma que pueden llegar a ocluir la luz de los vasos y provocar problemas como un infarto.
Por eso, los expertos recomiendan mantener unos niveles de LDL bajos pero sin descuidar los de HDL (colesterol 'bueno'), que deben mantenerse en una proporción adecuada respecto al colesterol total ya que tienen un efecto protector.
Los alimentos animales que lo contienen son especialmente la yema de los huevos, carnes, pescados, productos lácteos enteros, vísceras, embutidos, etc.
Fuente: elmundo.es
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