La llamada enfermedad celíaca es considerada, en muchos lugares del mundo, como una epidemia silenciosa.
Los enfermos celíacos se caracterizan por una intolerancia al gluten, que está presente en las harinas de trigo, avena, cebada y centeno. No solamente sus síntomas son múltiples y con frecuencia engañosos, sino también sucede que el diagnóstico resulta largo y difícil.
La enfermedad celíaca se presenta frecuentemente en personas con predisposición hereditaria a ésta y se hace presente bajo la forma del rechazo hacia el gluten, una proteína que se encuentra en los cereales.
Quienes la padecen tienen afectado el normal funcionamiento del intestino delgado, lo que provoca trastornos variados: diarreas, vómitos, pérdida de peso, retardos en el crecimiento, dolores abdominales, retrasos en el ciclo menstrual, fracturas y abortos espontáneos.
El esfuerzo de los médicos está dirigido, en la actualidad, al diagnóstico preciso del mal, lo que impone la necesidad de contar con personal especializado de laboratorio, con conocimientos profesionales muy certeros. Debe entenderse que el enfermo celíaco puede encontrarse con una manifestación violenta de su mal al ingerir una mínima porción de lo que es capaz de disparar su sistema inmunológico alterado.
Uno de los problemas que los celíacos señalan consiste en que no siempre encuentran funcionarios dispuestos a colaborar con ellos y a exigir que se den indicaciones, en los alimentos que se venden, acerca de su contenido en gluten. Es más fácil, sin duda, encontrar productos en los que se afirma la existencia de gluten (usados generalmente por quienes siguen dietas de otro tipo) que su ausencia.
El celíaco está obligado a realizar una dieta bastante más costosa que las corrientes, porque debe evitar, justamente, aquellos productos que son más económicos. Debe tenerse en cuenta que no forman grupos muy reducidos los que padecen este mal: la población celíaca de la Argentina es de 400.000 personas.
Una organización no gubernamental impulsó un proyecto destinado a garantizar la calidad de vida de esta población con problemas. Entre los recursos posibles figura el alerta acerca de la existencia de elementos farináceos en distintos productos. Puede considerarse el hecho de que incluso los excipientes de los medicamentos suelen contener elementos de este tipo, cosa que el enfermo puede ignorar.
Del mismo modo que se suele prestar especial atención a otras poblaciones enfermas que necesitan ayuda, algo similar debería hacerse por los celíacos, cuyos padecimientos son graves, aunque no siempre estén a la vista.
Fuente: lanacion.com
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