lunes, 14 de marzo de 2011

Pais Suiza

Suiza evoca un buen cúmulo de tópicos: chocolates irresistibles, relojes recargados, Heidis y yodle (canto tradicional tirolés), banqueros carentes de sentido del humor, burocracias internacionales y una personalidad nacional ordenada, meticulosa y bastante insulsa.

Pero Harry Lime se equivocaba en más de un aspecto cuando, en El tercer hombre, dijo que quinientos años de democracia y paz en Suiza no habían producido nada excepto el reloj de cuco. Para comenzar, fueron los alemanes quienes inventaron este instrumento. En segundo lugar, los suizos, realmente inteligentes, han ganado más premios Nobel y registrado más patentes per capita que cualquier otra nación de la Tierra. Los muesli, el insecticida DDT y los seguros de vida tal vez no alimentarán la leyenda, pero ¿dónde estaríamos el resto de mortales sin un poco de sentido común suizo a nuestras espaldas?

Suiza puede ser neutral pero, sin duda, no es un país insípido. La fusión de ingredientes alemanes, franceses e italianos ha formado una robusta cultura nacional. Además, los paisajes alpinos poseen suficientes atractivos como para revigorizar al viajero más cansado. Goethe caracterizó Suiza de forma sucinta, como una combinación de «monumentalidad y orden perfecto». La indomable majestuosidad de los Alpes y la pulcra y ordenada precisión de las ciudades helvéticas impiden que Suiza sea tan unidimensional como muchos eruditos pretenden.

Geografia

Suiza es el estado alpino por excelencia, comparte frontera con Italia, Francia, Alemania, Austria y Liechtentein. Los elevados mazizos de los alpes centrales ocupan el 60 % del territorio y junto a los Montes del Jura enmarcan la llanura central, donde se concentran las grandes poblaciones suizas.

Geográficamente puede dividirse en tres grandes áreas: los Alpes; las altiplanicies, que suponen casi un 40% y el Jura. Entre los Alpes y el Jura se extiende un territorio de colinas y altiplanos que concentra la mayoría de los 200 lagos suizos.

En esta zona se encuentra el lago Leman, el de los Cuatro Cantones y el de Zurich. Los restantes lagos se encuentran, por orden de importancia, en la zona italiana, en el Ticino, y lo forman el lago Mayor y el de Lugano. Los valles más importantes están esculpidos por los cursos de los ríos Ródano, Rhin y Aar.

El paisaje suizo es, en líneas generales, realmente espectacular, tanto por sus valles y montañas como por las cascadas que forman las nieves en su deshielo. El color dominante en todo el territorio es el verde de la vegetación y el blanco de la nieve.

Alrededor del 5% de la superficie del país está cubierta de glaciares y las nieves perennes se sitúan en torno a los 3.300 metros. La vegetación del país es tributaria del clima y el suelo, por ello, hasta los 1.500 metros de altitud dominan los bosques de coníferas. A partir de los 2.200 metros los árboles dejan paso a los pastos y, a partir de los 3.000 metros, desaparece la vegetación y surge el reino mineral.

Cultura

Suiza ha dado a Europa grandes pensadores y artistas como el pintor Paul Klee ( del cual existe una expoxición permanente en el Museo de Arte de Berna); el novelista y dramaturgo Max Frisch; Paracelso, fundador de la ciencia médica moderna; el arquitecto Le Corbusier, abanderado de la arquitectura vanguardista; el filósofo Jean Jacques Rousseau o el psiquiatra Carl Gustav Jung.

Sin embargo, tal vez lo más característico del arte suizo sea su arquitectura tradicional y su rico folclore. De su arquitectura tenemos excelentes ejemplos en ciudades como Berna, Friburgo o Lucerna. En poblaciones más pequeñas como Andermatt, Gruyere, Brunnen o Meiringen o, incluso, en las rústicas casas de sus montañas (las schali del Oberland Bernes, que han dado origen al característico chalet suizo)también se puede disfrutar de interesantes muestras del estilo arquitectónico suizo.

La tradición folclórica suiza es muy variada y pintoresca. Desde el Appenzell hasta los Alpes del Valais, la gente aprovecha cualquier ocasión para celebrar una fiesta, así no sólo se celebra el regreso del ganado, sino también su partida hacia los pastos de montaña.

Clima

El clima suizo está dominado por la cadena alpina que cubre gran parte del territorio. Posee las características típicas de las montañas: frío y copiosas nevadas. Sin embargo, en invierno las temperaturas son más benignas en las regiones alejadas de las formaciones montañosas. La zona más atemperada se produce en la región del Ticino, que es un área de transición hacia el Mediterráneo.

Las precipitaciones son abundantes, y en las cotas más altas de las cadenas montañosas se registran las lluvias más copiosas. Las precipitaciones se producen en su mayoría durante la primavera y el otoño.

La mejor época para visitar Suiza es de abril a septiembre porque es cuando el tiempo es más agradable y los puertos de montaña se encuentran abiertos. Sin embargo, Suiza es un destino fantástico en invierno para los amantes del esquí.

Dinero

La moneda es el franco suizo, que se divide en 100 céntimos. No existen problemas en el país para pagar con tarjeta de crédito, la mayoría de los establecimientos aceptan las tarjetas más importantes.

Suiza no es miembro de la Unión Europea, sin embargo sus relaciones comerciales son preferentes, por lo que no hay problemas con los productos que se adquieran.

Gastronomia

Es difícil hablar de una cocina nacional suiza cuando su tradición culinaria se basa, por su geografía, en tres culturas culinarias distintas: la francesa, la alemana y la italiana. Por ello no es de extrañar que siendo un país tan pequeño las costumbres se entremezclen entre sí y se acaben fusionando.

Lo mejor de su cocina son sus excelentes productos, desde la carne a la leche, pasando por las hortalizas. El pescado de Neuchatel, la carpa del Rhin, los quesos, el chocolate(fueron sus inventores) o los vinos del Valois tienen merecida fama.

Aunque cada zona geográfica tiene sus peculiaridades, tal vez los platos más tradicionales para todas ellas sean los que tienen su base en el queso como las fondues y las raclettes. En cualquier caso, tomar en Suiza una raclette o una fondue en un día frío frente a un paisaje de montaña es una experiencia absolutamente recomendable.

Lugares

Berna

Berna es la capital y el centro del poder político. Se encuentra en un meandro del río Aare y posee un centro urbano plagado de abigarradas y pintorescas calles de inconfundible aspecto medieval que han sido declaradas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.

En un recorrido por la ciudad no debemos dejar de visitar la iglesia Heiliggeist, un edificio barroco que data de 1726; la Markgasse, la calle principal del casco histórico; la Käfigturm o Torre de los Prisioneros; la Torre del Reloj (Zytgloggeturm), que constituía la puerta oeste de la antigua villa (su célebre carillon se pone en marcha cuatro minutos antes de cada hora con un desfile de curiosos personajes pintados); el Bundeshaus o Parlamento Federal; la Catedral de San Vicente, de estilo gótico; el puente de la Nydegg, que franquea el Aar y ofrece una magnífica vista sobre las casas construidas sobre el bucle del río; el Museo de Bellas Artes o el Jardín Botánico. Además hay que rendir tributo a la ciudad.

Lucerna

Lucerna se encuentra al borde del lago de los Cuatro Cantones en un paraje realmente precioso. La prosperidad de la ciudad en su época medieval queda perfectamente reflejada en las casas del centro de la ciudad y en los puentes de madera que cruzan el río Reuss. El más característico es el Kapellbrücke, de 200 metros de longitud, que posee una estructura con techo y describe una curva en su trazado hasta alcanzar la orilla opuesta.

El puente original databa del siglo XIV pero fue destruido por un incendio en 1993. El actual es una fidelísima reconstrucción que ha cuidado hasta el más mínimo detalle su reproducción, incluidas las características pinturas que figuran en las vigas de la techumbre.

El Altes Rathaus, el antiguo Ayuntamiento, construido en 1602; la Hirschenplatz, rodeada de mansiones de bella estructura con las fachadas pintadas; el Weinmarkt, una plaza situada en el corazón del casco histórico con casas pintadas; el puente de Spreuer, con sus características pinturas de «la danza macabra»; el Regierungsgebäude, un palacio de estilo florentino o la iglesia de los Franciscanos son algunos de los lugares más interesantes que encontramos en la ciudad.

A sólo 15 kilómetros de la ciudad se encuentra el monte Pilatus, al que se accede en un tren a cremallera, que ofrece unas extraordinarias panorámicas de todo el entorno. Algo más lejos se encuentra el Rigi, a 24 kilómetros, pero no menos interesante de visitar.

Lausana

Laussane fue en el medievo una ciudad episcopal que conserva gran parte de su atractivo pese a haberse convertido en centro económico y financiero de grandes multinacionales. Está enclavada en un terreno bastante escarpado con calles empinadas y escaleras.

En su casco antiguo cabe destacar la plaza Palud, flanqueada por las arcadas del Ayuntamiento renacentista y con una fuente en su centro; la catedral gótica reconvertida en iglesia protestante; la torre que ofrece una excelente panorámica de toda la ciudad y del lago; el palacio de Rumine o la zona de Ouchy, que corresponde a todo el frontal del lago que se ha convertido en un reputado centro hotelero.

Lago Leman

Las dos principales ciudades del lago Leman son Ginebra y Lausanne. Sin embargo, existen muchas otras pequeñas poblaciones e incluso enclaves que merecen una detenida visita.

Recorrer el lago ya es en sí mismo un auténtico placer, tanto por las carreteras que lo bordean como si se navega en alguna de las muchas embarcaciones que la surcan. Poblaciones como Vevey, desde donde se puede hacer una agradable extensión al monte Pèlerin, que permite una excelente panorámica del lago; Montreux, una ciudad encantadora, desde donde se puede acceder al Rochers de Naye de 2.042 metros de altitud mediante un tren de cremallera o a la cima de les Pleiades, de 1.360 metros; o el cercano castillo de Chillon, enclavado en el mismo lago cuya esbelta figura se refleja en las aguas, son algunos de los lugares más interesantes que encontramos en las orillas de esta gran superficie de agua.

El Oberland Bernes

Esta es, seguramente, la región alpina más espectacular de toda Suiza. La mítica montaña del Eiger, desafío de alpinistas, el Mönch o la Jüngfrau, se encuentran en este territorio. El valle de Lauterbrunnen es uno de los más fascinantes de los Alpes con paredes que casi alcanzan los 300 metros y desde cuyas alturas se precipitan cascadas de agua. Grindelwald, Wengen, Interlaken o Thun son encantadoras poblaciones que encontramos en esta región.

El viajero no debe perderse, si tiene oportunidad, el recorrido en tren hasta la Jungfraujoch; las Trümmelbachfalle, una serie de atronadoras cascadas que discurren por el interior de la montaña; la subida al Schilthorn, con sus 2970, o recorrer los pasos del Furka, con su glaciar, el Oberal, el Grimsel y el Susten ya que tendrán ocasión de contemplar panorámicas y paisajes que cortan la respiración.

Resto de Suiza

Los lugares interesantes y las poblaciones que merecen una detenida visita no se agotan en la descripción efectuada de los lugares más relevantes pero no los únicos que tienen un evidente interés turístico. La zona alpina de Vaudois, Brienz, el Val de Conches, el valle de Sion con las estaciones de Crans, Sierre y Montana, Friburgo, la ruta del Forclaz, el encantador valle de Gruyère; la zona suiza del Jura; Locarno, Lugano y Ascona en el Ticino; el macizo del San Gotardo; el San Bernardino; les Diablerets o Zermatt, una población que duermea los pies del monte Cervino y en la que no pueden entrar los coches son lugares y poblaciones que merecen una detenida vista.

Suiza tiene una extensión territorial reducida, por ello, parece que es un territorio que requiere poco tiempo de viaje para su contemplación, sin embargo, el viajero siempre necesitará más tiempo del que le ha dedicado para poder disfrutar con plenitud de los múltiples encantos que esta tierra posee.

Fuente: suizactiva.ch

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Cascada Inacayal - Villa La Angostura - Patagonia Argentina