miércoles, 28 de octubre de 2009

Un brindis con tinto por la salud

Nuevas conclusiones obtenidas de un estudio llevado a cabo en conjunto por las universidades de Sevilla y Pablo de Olavide, de España, revelan nuevamente que el consumo de vino tinto es beneficioso para la preservación de la salud.

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo desarrollado. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las causas más importantes de estas dolencias están relacionadas con los llamados “factores de riesgo modificables”, es decir, dieta malsana, inactividad física y consumo de tabaco.

Un análisis más profundo de estos factores reveló hace unos años la importancia de los compuestos antioxidantes de la dieta, presentes en frutas y verduras, a la hora de frenar la degeneración celular derivada de una descompensación entre la exposición a los radicales libres y la defensa antioxidante propia del organismo.

La relación entre antioxidantes y enfermedades cardiovasculares se hizo más patente a raíz de la “paradoja francesa”, revelada a principios de los 90 por los doctores Curtis Ellison y Serge Renaud, que pone de manifiesto cómo el vino tinto es la pieza diferencial de una sociedad, en la que la incidencia de estas enfermedades es menor con respecto al resto de países.

La clave por la que destaca el tinto del resto de vinos es, esencialmente, por su origen: la uva roja. Ésta posee una pulpa mucho más rica en compuestos antioxidantes que otras variedades.

Ingesta crónica de vino

La científica Soledad Fernández Pachón, de la Universidad Pablo de Olavide, en colaboración con los doctores Berná, Troncoso, Martín y García-Parrilla, ha dado un nuevo paso en esta materia, a través de un artículo publicado el pasado agosto en la revista Journal of Agricultural and Food Chemistry. En él los investigadores concluyen que el consumo regular y moderado de vino tinto tiene un efecto saludable en el organismo, reforzando las defensas antioxidantes propias del cuerpo humano.

Para la investigación, los científicos extrajeron de los sujetos una muestra de sangre antes de la ingesta, al día siguiente y al séptimo día. Éstas fueron comparadas con muestras de otra semana control en la que los participantes siguieron la misma dieta baja en compuestos antioxidantes, pero sin ingesta de vino. Los resultados obtenidos muestran un aumento considerable de la capacidad antioxidante del plasma.

Fuente: Andalucía Investiga

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