domingo, 18 de octubre de 2009

¿En la isla de la fantasía?

Excedentes, cambio climático, dificultades en las ventas y un consumo en descenso son denominadores comunes de un panorama vitivinícola mundial, a excepción de Argentina. ¿Por qué sucede esto? Aquí, algunas de las razones del éxito nacional fronteras afuera.

Que el mercado mundial de vinos está en constante evolución no es una novedad. Tampoco lo es el escenario tambaleante que pone en jaque a algunos de los principales países productores del mundo, como Australia, Francia o España. Consumos que caen y cuantiosas producciones que no pueden ser absorbidas por el mercado interno y cuando saltan sus propias fronteras, se encuentran con una competencia tal que hace casi imposible la diferenciación.

Pero más allá de esto, la realidad Argentina es sensiblemente distinta. Los números aún nos juegan a favor, la prensa habla positivamente del vino argentino y mercados como el norteamericano se cansan de repetir una y otra vez las bondades del Malbec. Entonces... ¿cómo es posible que países como Australia tengan dificultades al momento de vender sus etiquetas y Argentina, bastante más novata en la disputa global, parezca recorrer serena la isla de la fantasía?

Atribuirle esta situación a un único factor sería un tremendo error, por lo que les propongo observar algunas de las (muchas) razones por las que el vino argentino conquista cada día con más fuerza el competitivo mercado mundial:

Malbec, Malbec y, quizás, un poco más de Malbec. La diferenciación (cuestión de la que me han escuchado hablar más de una vez aquí) es una de las claves: ofrecer algo novedoso a un consumidor que busca nuevas alternativas. Por estos días está circulando una noticia que atemoriza a más de un productor: Chile, Estados Unidos y Francia amenazan con "robarnos" la originalidad del Malbec. Sólo hay una respuesta para esto y me permito tomar las sabias palabras de Eduardo Pulenta: "Debemos trabajar mucho en seguir buscando la excelencia, porque la competencia se viene". Si simplemente entendemos esto, no tendríamos que llegar a tener mayores inconvenientes.

Sé que las comparaciones son odiosas, pero Australia seguirá siendo Shiraz, Rioja seguirá siendo Tempranillo y Borgoña continuará elaborando alguno de los mejores Pinot Noir del mundo. Repito, no es mi intención compararnos (de hecho, sería realmente un atrevido en hacerlo), pero sí soy un convencido de que cuando las cosas están bien hechas, el camino resulta mucho más sencillo. Además, estaríamos aprovechando algo que, desde el punto de vista del marketing, es esencial: el que pega primero, pega 2 veces. Nosotros pegamos primeros con el Malbec y eso cuenta.

La prensa internacional es un factor que creo decisivo. Casi diría que me canso de leer a diario elogios para vinos argentinos en Decanter, Wine Spectator, The Wine Advocate o en boca de críticos especializados (olvidemos un poco los "puntajes en baja" de Jay Miller). Esto suma en mercados muy competitivos como el norteamericano o el británico, que marcan tendencia.

La famosa relación precio-calidad es importante, pero en un contexto de vaivén de los mercados, este ítem es fundamental. Hace tan sólo algunas semanas salió una nota en Wine Spectator en donde se monitoreaban los cambios en las pautas de consumo del bebedor de vinos norteamericano frente a la crisis mundial: "El gran ganador fue Argentina, la única región cuyos vinos fueron más consumidos por un amplio número de consumidores (38%) en comparación con la cantidad que bebían un año atrás. [...] En tintos, la asombrosa respuesta mayoritaria fue Malbec, como la nueva uva que han incorporado estos consumidores."

Y claro, no podemos olvidar el excelente trabajo de las bodegas y de Wines Of Argentina, quienes hacen grandes esfuerzos para que los resultados se vean. El trabajo que han desarrollado en los últimos tiempos es fenomenal y cualquier que haya tenido la posibilidad de recorrer vinotecas y bodegas de algún otro punto del planeta, seguramente esté de acuerdo conmigo en decir que, cada día más, se escucha hablar de este buen trabajo. Como lo tituló algunos días atrás el Diario La Nación: "El vino argentino es un caso de estudio".

En definitiva, vivir esta especie de panacea vitivinícola no es algo ocasional, es fruto del esfuerzo conjunto y bien hecho de miles de personas que, día a día, trabajan para permanecer en la codiciada isla de la fantasía.

Fuente: Area del Vino

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