Un joven bodeguero ha sido el artífice de este proyecto. Ha elegido la Bahía de San Carlos de la Rápita, Tarragona, para la crianza de estas botellas de vino riojano. La idea surgió de la iniciativa del bodeguero de utilizar al mar como una gran bodega, con beneficios múltiples que ninguna convencional puede ofrecer.
En el mar a las botellas no les llega prácticamente luz y por lo tanto se evitan oxidaciones, la humedad es constante y el aumento de la temperatura es muy lento y progresivo. Además el hecho de que las botellas se encuentren en suspensión y expuestas a corrientes marinas que hace que se balanceen lentamente en el medio acuático puede aportar resultados diferentes a los de la crianza en bodega.
A modo de experimentación, se colgaron diez botellas en cinco redes con dos botellas en cada una. Tras la prueba inicial de este año, el objetivo es repetirla con las próximas añadas para sacar al mercado un reducido número de botellas.
Fuente: Vinos de España
No hay comentarios:
Publicar un comentario