miércoles, 14 de agosto de 2013

Llega El Espía: vinos inspirados en el rock y moldeados por el terroir de Tupungato

Eduardo Vidal es un enólogo en pleno ascenso que viene de marcar la agenda vitivinícola con un vino que se convirtió en uno de los hits del año: Nube Negra.

La cosecha 2010 es una partida limitadísima -menos de 800 botellas- y se posicionó rápidamente en un pequeño secreto a voces en la industria.

Claro que Vidal no es ningún improvisado: viene de trabajar con algunos de los pesos pesados con más chapa de la industria, como el flying winemaker Paul Hobbs y hasta con el "hombre de los 100 puntos Parker", Marcelo Pelleriti, nada más y nada menos que en Château Le Gay, en Francia.

Decidido a seguir dándole vida y forma a su proyecto personal, en el cual invirtió todos sus ahorros -una muestra de que hay pasión y fe en su iniciativa-, Vidal ahora irrumpe en el mercado con El Espía, una nueva línea conformada por dos etiquetas que prometen dar de qué hablar en el mercado.

Dicha línea llegará en las próximas semanas a algunas vinotecas del país, pero Vinos & Bodegas pudo conocer de primera mano estos vinos de buena factura y que poco a poco muestran un estilo, una línea de trabajo.

Cabe destacar que Nube Negra, su primer vino, cobró vida allá por 2007, mientras que El Espía comenzó a tomar forma a principios de 2011.

"En cada presentación que hacía me preguntaban ´¿para cuándo la segunda marca?´. Yo ya tenía el vino, pero no daba con el nombre. Así que cuando regresé de trabajar en Francia retomé el proyecto y ahí comenzó la historia", detalló Vidal en diálogo con Vinos & Bodegas.

El enólogo, si tiene una musa inspiradora y ésta claramente se encuentra en la música: el nombre Nube Negra, por ejemplo, le surgió una noche frente a la computadora chequeando datos analíticos de unos vinos, cuando comenzó a sonar una canción de Joaquín Sabina.

En el caso de El Espía, la inspiración también llegó por la música, en este caso a través del rock: "Hacía bastante que estaba buscando un nombre. Y cuando llegué de Francia viajé a Mar del Plata escuchando Persiana americana de Soda Stereo. Cuando oí la frase ´soy un espía, un espectador´dije ´ese es el nombre´".

Con el nombre en mente, Vidal llevó sus ideas a su amigo y diseñador José Bahamonde, quien trabajó en la imagen y el concepto junto a su socia Natalia Arena "y ahí su creatividad fue plasmada en estas etiquetas".

Un aspecto interesante del diseño -minimalista, moderno y muy limpio-, es que entrega muy poca información al consumidor: en la etiqueta no habla de variedades y tampoco hacen referencia a la añada. En la contra etiqueta, en tanto, tampoco hay mayor información.

Únicamente se lee un pequeño texto en el que el enólogo propone que cada consumidor indague, descubra y devele sus vinos.

De algún modo, Vidal aplicó en sus creaciones el concepto "menos es más". Es decir, evitar confundir con una marea de datos que, ciertas veces, pueden volverse prescindibles y hasta condicionar a quien destapa una botella.

Los vinos

La línea El Espía está conformada por dos vinos: "Capítulo Primero", un vino joven, en el que manda la fruta, y "Gran Final", donde se percibe más concentración y hay una crianza en madera.

"Siempre busco hacer vinos con carácter, personalidad y elegancia. Pero sobre todo, que respeten el terroir", aseguró Vidal.

En este sentido, destacó que las uvas utilizadas son del mismo viñedo a partir del cual elabora Nube Negra, una finca equilibrada, con plantas de unos 20 años de edad, ubicada en El Peral, Tupungato, con rendimientos cercanos a los 8.000 kilos por hectárea.

Para esta primera vendimia, Vidal elaboró un total de 6.000 botellas de ambas etiquetas.

Sobre el Espía Capítulo Primero -del cual ya se mencionó que el enólogo prefiere no abundar en detalles sobre variedad y añada, hecho que respetaremos-, basta decir que es un vino que sorprende por su aromática compleja, no muy fácil de encontrar en un vino sin madera.
En su paleta conviven las clásicas notas de frutos rojos, pero también hay trazos especiados, toques florales y, con el tiempo, irá apareciendo una refinada nota de té negro.

En boca es jugoso y su aromática de alto impacto acompaña desde el ataque al regusto. Tiene un tanino un tanto díscolo pero que va encontrando su punto de equilibrio, con una estructura y un músculo que le otorga carácter. El final, como se dijo, está cargado de aromas, en el que las frutas se envuelven con especias. Permanece así largo rato, potenciando la experiencia. Su presente es muy bueno pero su futuro, mejor aun.

A partir de septiembre podrá conseguirse a un precio que se moverá entre los $60 y los $70.

El Espía Gran Final, en tanto, es un vino que, para su elaboración, registra unos 15 días de maceración en frío y un paso por barricas que no supera los 10 meses.
Aquí, Vidal lleva la elegancia a otro nivel, pero manteniendo el espíritu complejo: a los frutos rojos se amalgaman aromas que recuerdan a los frutos negros. Se mantiene su atmósfera especiada y surgen también trazos balsámicos. La madera está lejos de commoditizarlo y realmente le aporta una pátina interesante de la mano de tostados leves y notas de chocolate.

En boca, es un vino que exhibe una fluidez envidiable, con taninos bien perfilados y un medio de boca que se luce con mucha fruta y las notas propias de la crianza. Es moderno y elegante pero por sobre todas las cosas, interesante para descubrir: se abre de a poco y cada minuto muestra una faceta diferente y nuevas capas de aromas.

Más allá de las apreciaciones y de su carácter, este vino de estilo world friendly resultará agradable de beber para los paladares néofitos, a la vez que se convertirá en un ejemplar interesante para aquellos más experimentados.

¿Su precio? Llegará a las góndolas a un valor sugerido de $100.

El hecho de que un vino lleve impresa la frase "Capítulo primero" y el otro "Gran Final" hace pensar que esta línea puede ampliarse en el futuro. Y Vidal no lo niega: "Teniendo en cuenta mi gusto personal, me encantaría vinificar algunos varietales, como Cabernet Franc o Petit Verdot".

Paralelamente, este enólogo en franco ascenso está ideando un blend de zonas, que conjugue, por ejemplo, un Malbec de Vista Flores y El Peral, un Cabernet Sauvignon de El Peral y así con otras cepas. 

Pero para qué adelantarse, si todavía tiene que llegar El Espía, ese que desde la etiqueta clava los ojos por detrás de una persiana americana y busca seducir con un argumento: vinos de buena factura, complejos y que van delineando un estilo propio.

Por Juan Diego Wasilevsky - Editor Vinos & Bodegas - vinosybodegas@iprofesional.com

Fuente: iprofesional.com

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