En
televisión, en prensa, en el supermercado, en la farmacia… los
probióticos y sus potenciales utilidades para la salud están por todas
partes. La posibilidad de mejorar nuestro organismo a través de la dieta
es uno de los temas del momento. Sin embargo, todavía es mucho lo que
se desconoce sobre los llamados 'alimentos funcionales'.
Un trabajo publicado en la revista 'Science Traslational Medicine'
arroja un poco de luz sobre el tema aclarando cómo se comportan los
probióticos –al menos los productos de leche fermentada- cuando entran
en contacto con la flora intestinal.
Según
sus datos, obtenidos a partir de estudios en humanos sanos y ratones,
consumir un yogur con probióticos no provoca cambios en las especies o
el tipo de microorganismos que colonizan el intestino. Sin embargo,
estas bacterias 'añadidas' sí pueden de modificar el 'comportamiento'
de la flora existente; es decir son capaces de provocar cambios
metabólicos que influyen, por ejemplo, en cómo nuestro organismo
metaboliza los carbohidratos.
"A primera vista puede parecer decepcionante
que las bacterias de los probióticos no sean capaces de colonizar el
intestino, pero lo que este estudio demuestra es que, aunque la flora no
cambie, sí adquiere propiedades y características bioquímicas de los
microorganismos que se han ingerido", explica a ELMUNDO.es Francisco
Pérez Jiménez, especialista del Hospital Universitario Reina Sofía de
Córdoba e investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de
la Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn).
"Hasta
ahora sabíamos que en personas con patología intestinal, los
probióticos podían mejorar los síntomas, pero no conocíamos cuál era el
efecto en las personas sanas", señala Pérez Jiménez. "Este estudio
señala que generan modulaciones, aunque no se pueden sacar conclusiones
precipitadas. Aún no sabemos si esos cambios son beneficiosos por lo que
la realidad es que hay que seguir investigando", añade.
Para este especialista, más que por sus conclusiones, este estudio resulta clave por su exhaustiva metodología de investigación.
Los
autores del trabajo, dirigidos por Nathan McNulty, de la Universidad de
Washington (EEUU), realizaron una investigación paralela en humanos y
animales que, según Pérez Jiménez, podría marcar un antes y un después
en este campo de investigación.
Esto
se debe a que el estudio ha analizado la flora intestinal de siete
pares de gemelas antes, durante y después de consumir un determinado
yogur y, además, ha estudiado el efecto del mismo probiótico en una
muestra animal preparada para imitar el 'ambiente' del intestino humano.
Así, los investigadores utilizaron ratones modificados para que las
únicas bacterias que portaran sus intestinos fueran 15 especies que
habitualmente componen nuestra flora intestinal.
"Su
abordaje metodológico para estudiar los cambios en la flora intestinal
es muy completo y yo creo que es el que se va a exigir a partir de ahora
en este tipo de estudios", apunta Pérez Jiménez.
La
manera de conseguir evidencias científicas de peso que respalden la
utilidad de un alimento funcional ha centrado, desde hace un tiempo, un
importante debate en la industria y la comunidad científica ya que la
Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha señalado que en
ningún caso podrán publicitarse productos que utilicen como reclamo
efectos para la salud que no hayan sido demostrados de manera
fehaciente.
"Este trabajo marca el camino sobre cómo hay que investigar en estos temas para obtener resultados válidos", concluye Pérez Jiménez.
Fuente: elmundo.es
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