Según un estudio de la UNC, la
brecha es de 8 veces. El aporte del sector al PBI supera los $3 mil
millones, dentro de un total de $14 mil. Una hectárea de uva destinada a
elaborar vino y mosto tiene más peso para la economía argentina que una
implantada con oleaginosas, con la soja al frente. Hasta 8 veces, lo
cual le asigna a la producción granaria unos $2.100 por hectárea, contra
casi $17.000 que un viñedo es capaz de aportarle al PBI del país.
Es
una de las conclusiones más jugosas que dejó el informe “Impacto de la
Vitivinicultura en la Economía Argentina”. Según el análisis, que
destaca además una contribución en impuestos cercana a los $4 mil
millones, el dato “muestra el alto grado de producción intensiva y de
productividad de la vitivinicultura”.
El análisis
comparativo pone de relieve por primera vez la incidencia de la
actividad. Y expone otras aristas en el mismo sentido; por caso, las
ventas al mercado interno que, aún con los vaivenes de la demanda,
llegaron a 9,7 millones de litros, lo que equivale a una facturación de
$9.129,7 millones el último año.
El equipo de
economistas liderado por Carlos Abbihagle, e integrado por Elizabeth
Pasteris, Daniel Rada y Carlos Fiochetta también dimensiona la
preponderancia desde las ventas internas, al atribuirles 65,5% de
generación del valor de producción bruta de la cadena. Al sector externo
le cabe 27,4% y el resto al stock.
En general,
el impacto relevado expone que la industria vitivinícola participa con
algo más de $14 mil millones en los números del PBI. Dentro de ése
monto, el sector primario genera $ 3.282.045.970, lo que, según las 228
mil hectáreas cultivadas, representa una $17.000 por hectárea.
Para
José Luis Lanzarini, director del Fondo Vitivinícola, la investigación
“se propone generar información cualitativa y cuantitativa actualizada
que permita conocer, a través de indicadores de alta visibilidad, la
incidencia directa e indirecta de la vitivinicultura en la economía”.
Pero
hay otros órdenes en donde se destaca el rol de los viñateros, como el
empleo. Son $2.100 millones lo que se paga en salarios para sostener 113
mil directos e indirectos de la industria, y $1.600 millones pasan por
el sector primario. Lo necesario para mantener 55.000 puestos
equivalentes a dedicación plena o jornales.
La
carne argentina es un símbolo, y si bien las exportaciones de vino y
mosto no la superan en facturación (u$s 955 millones), sí empardan en
crecimiento anual: promedian una tasa de 17%, contra 18%, un rango algo
más bajo que entre 2002-2005.
Asimismo, el
estudio acusa un status superior en divisas del rubro bebidas. Sobre u$s
805,5 millones, el vino ocupa el 91%, frente a 4% de cerveza y las
gaseosas, a las que también aventaja en valor agregado (ingreso neto),
con $3,90 por litro, contra $1,10 y $1 respectivamente, y $0,80 de los
productos lácteos. Si se abre a toda la economía, el valor agregado de
la vitivinicultura supera los $6.322 millones.
Fuente: Diario Los Andes
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