jueves, 8 de julio de 2010

Se necesitan señales claras para producir

En estos días, los productores están delineando sus planes de siembra. Hoy contamos con herramientas tecnológicas que permiten alcanzar una mayor seguridad en los rendimientos y una ventana de siembra más amplia.

La campaña que está culminando ha demostrado la plasticidad del cultivo, con altos rindes en distintas fechas de siembra y en zonas muy variadas, y con un promedio de 88 quintales por hectárea en el 86% de la superficie cosechada hasta la fecha (según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires), marcando un récord histórico de producción por hectárea para el país.

Pero, a pesar de que los márgenes de seguridad de la agricultura aumentaron significativamente gracias al avance tecnológico, como todo empresario, el productor necesita conocer las condiciones de comercialización antes de invertir en su siembra.

Bastaría en este momento con una señal fundamental como el normal funcionamiento de los mercados, sin cuotificaciones que afecten la competencia entre los actores de la cadena, y la eliminación o reducción de los derechos de exportación aplicados al maíz y a sus productos derivados, para lograr una importante expansión del cultivo, aumentando sensiblemente la generación de valor agregado y riqueza en el interior del país a través de la expansión del cultivo a zonas de menor productividad. De esta forma se lograrían también las rotaciones adecuadas.

Las industrias transformadoras del maíz necesitan que el área de siembra crezca al ritmo de su expansión para lograr que cada tambo, cada planteo ganadero, cada industria transformadora esté rodeada de un mar de maíz, permitiendo así el acceso a materia prima en forma fluida y con un menor costo de flete.

Según el producto bruto maicero (PBM+), modelo realizado por la Bolsa de Cereales y Maizar, la eliminación de las retenciones generaría un importante aumento de la recaudación de impuestos coparticipables, y al mismo tiempo daría una señal para el mayor uso de tecnología y la expansión del área de siembra, creando más valor agregado en toda la cadena y compensando gran parte de la resignación de ingresos por parte del estado nacional en términos de derechos de exportación.

Además, desde el Ministerio de Agricultura existe el compromiso de intensificar los trabajos para lograr la aprobación de eventos biotecnológicos en el menor tiempo posible.

Por otro lado, la demanda internacional de carne vacuna es inmejorable y nos permite aprovechar la favorable relación carne/maíz, dando mayor desarrollo al Noroeste y Nordeste argentinos (NOA y NEA) con la transformación de exportaciones en más empleo. Pero el cierre de las exportaciones de carne atenta contra esta oportunidad.

En el mercado argentino, la oferta de granos forrajeros para la actual campaña supera los 33 millones de toneladas, formada por 22 millones de maíz en grano, el equivalente a 5,9 millones de toneladas de grano a partir de maíz ensilado, más 4,8 millones de toneladas de sorgo, y el resto compuesto por cebada y trigos forrajeros.

De esta forma, contamos con un saldo exportable de al menos 16 millones de toneladas de maíz que permite liberar los registros de exportación fomentando la competencia entre la exportación y la demanda interna del cereal, y a su vez entre los mismos exportadores, única forma de lograr un mercado transparente sin favorecer posiciones dominantes en el mercado.

Tal escenario desataría el verdadero potencial productivo del maíz con beneficios para toda la cadena y para la sociedad en su conjunto.

Fuente: especiales.lanacion.com.ar

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