La investigación
Ya en Argentina se comenzó a trabajar en la creación de un banco de datos de las principales variedades utilizadas por la industria vitivinícola, para lo cual los técnicos del INV hicieron, durante los años subsiguientes, más de 200 microvinificaciones por año para obtener los patrones que permitirían realizar la comparación con los vinos varietales que se fueran a controlar.
En el año 2006 se completó el banco de datos y se comenzó con el método de control de la autenticidad de los vinos tintos y rosados con relación a la variedad que le dio origen, a través de la determinación del perfil de nueve antocianos (el color de las uvas tintas depende del cepaje, de las condiciones del suelo, del clima, del grado, de la maduración y de la marcha del año) presentes en la uva y, posteriormente en el vino, y la relación que tienen entre ellos con equipos de Cromatografía Líquida de Alta Eficiencia (HPLC) con los que cuenta el Laboratorio del Organismo de control.
De esta manera el INV puede garantizar analíticamente, la autenticidad de los vinos monovarietales tintos y rosados con relación a la variedad que le dio origen. Recordemos que la reglamentación argentina considera como vino monovarietal o de variedad única al que se elabora con el 85 %, como mínimo, de la variedad indicada.
Garantizar calidad ante los compradores externos
Esta determinación le permite a la industria vitivinícola argentina consolidar los mercados externos a través de la seguridad que les puede brindar a los consumidores que eligen los vinos varietales de nuestro país. Seguridad que también tiene el consumidor local.
El presidente el INV, CPN Guillermo García, explicó que "nuestro banco de datos tiene identificadas de manera indudable variedades como Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah, Tempranillo, Bonarda, Cabernet Franc, entre otras y estamos avanzando fuertemente en el estudio de diferenciación para variedades blancas. Se ha dispuesto, para estos nuevos controles, un equipo de técnicos con amplios conocimientos y experiencia en el campo de la identificación varietal".
Refiriéndose a la importancia de esta innovación tecnológica, García agregó que "nuestra industria la dice al consumidor que lo que la etiqueta ofrece está realmente plasmado en el contenido. Es por eso que desde el 2006, tenemos una metodología que nos permite controlar la existencia de la pureza varietal, es decir que se cumpla con la reglamentación establecida por el Instituto Nacional de Vitivinicultura. A través de las técnicas que se están practicando, estamos cumpliendo con este objetivo. La intención es demostrar la fidelidad entre el contenido y lo que se informa en la etiqueta. Queremos resaltar la calidad de nuestros productos y la capacidad argentina de participar en el mercado internacional. Todo esto acompañado en un proceso de crecimiento de las exportaciones".
Además, el presidente del INV agregó que "nuestra preocupación por la pureza varietal es una constante en la época en la que tuvimos que investigar en todos los sectores técnicos del instituto. Hoy nos estamos adaptando con los nuevos equipamientos, y la modernización de los equipos anteriores, a este tema que ha tenido repercusión internacional".
Respecto a las sanciones a ser aplicadas, el funcionario explicó que "cuando una bodega no cumple con los requisitos corresponde la aplicación de la ley de vinos, la intervención administrativa o judicial que corresponda y la aplicación de las multas. Hasta el momento, en términos generales se respetan los porcentajes estipulados".
Es importante destacar que esta determinación es un método reconocido como oficial para la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), de la que la República Argentina es país miembro.
¿Cómo se realiza el estudio?Esta es una pregunta que la Licenciada Raquel Gargantini, supo responder. "Se utiliza una técnica cromatográfica de alta resolución que consiste en la comparación con un banco de datos. Esto permite identificar que proveniencia tiene el vino en cuestión".
Además, la profesional explicó que "este tipo de equipamiento es similar al del control de natamicina pero con otra sensibilidad. Lo que se hace es obtener un mapa genético del varietal. La corrida cronomatográfica tarda 45 minutos y es solo la inyección directa de la muestra. El método ha llevado tiempo porque es necesario compararlo ente las distintas zonas vitivinícolas".
Respecto a esta última afirmación es importante destacar que tras la obtención de los resultados, es posible conocer el origen geográfico de la uva.
Finalmente la Lic. Gargantini destacó otra utilidad interesante para estos controles. "Todas estas tecnologías no son solo aplicables al control y a la certificación de los vinos, sino que también sirven para respaldar tecnológicamente a las exportaciones argentinas. Muchas veces otros países presentaban medidas arancelarias disimuladas en problemas técnicos y Argentina no tenía como responder a estas acusaciones".
Fuente: Area del Vino
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